Él la mira, algo adormilado.
-¿Qué estás preparando?- Él coge asiento.
-Pues, estamos en Canadá, desayuno norteamericano.
-Vale, apurate con el desayuno mujer.
-¿Qué? Pues, ahora te lo haces tú.- Enojada, se va a la habitación.
Él termina de hacer el desayuno.
Él va con una bandeja llena de comida a la habitación.
Él como puede, toca la puerta.
-¿Puedes abrir?
-No.
-Debe ser mentira eso de que las mujeres se levantan de buen humor luego de tener sexo.
-¡Rubén, basta!
-Anda, abre que te he hecho el desayuno.
Ella abre.
Él la mira sonriendo.
-Voy a golpearte si sigues molestando.- Ella coge la bandeja y se la lleva a la cama.
Él la sigue. -Venga, desayuna rápido que luego tienes que limpiar la suite, cuidar a los bebés.
Él la mira.
Si no fuera porque él la miró, ella le habría tirado el desayuno en toda la cabeza.