6.- La propuesta.

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Narra Layla:
Sólo quédate conmigo, no vaya a ser que te pierdas.- me dijo cuando entramos al elevador.

Cuando las puertas del elevador de abrieron, había mucha gente en ese lugar. Trabajando y moviéndose de un lado a otro. Solo seguí a Sebastián hacia su oficina.

Siéntate si quieres.- me dijo pasándome una silla.

Es de esas sillas que se mueven y abajo tienen ruedas. Típicas de oficinas.

-Tengo que decirte algo, o más bien proponerte algo.- me dijo serio.

-Dime.- dije algo confundida.

-Necesito que vivas conmigo, te prometo que te daré todo lo que pidas.- me dijo.

Yo solo me quede con los ojos abiertos y extraña no sabía que pasaba.

-¡QUÉ! Nos conocimos anoche ¿y ya quieres que viva contigo? Estas loco, realmente loco.- dije mientras me levantaba para irme del lugar.

-Oh no tú no vas a ningún lugar.- dijo parándose y dirigiéndose a la puerta.

-¡Déjame ir o gritare!.- le dije.

-Dime ¿quieres a tu familia?.- me dijo.

-¡Quítate!.- le grite ya enfadada.

El me hizo caso, y salí corriendo del lugar, tome un taxi y me dirigí a donde vive Roxana.

-¡Roxana ábreme!.- grite desde afuera.

Al parecer no estaba por qué toque, grite e hice todo lo posible por qué me escuchara, pero nada.
Me senté en la entrada y empecé a pensar en lo me había dicho Sebastián sobre qué me daría lo que pidiera y en sobre por qué quería que viviera con el. Dudas llegaron a mi mente, así que decidí ir a su casa.
De nuevo tome un taxi y me dirigí a su casa.

Narra Sebastián:
Layla se había ido de mi oficina, y yo decidí irme a mi casa. Llegue y Rosalie estaba durmiendo así que me puse a pensar:
Pienso que es un buen plan, el que viva en mi casa, para que solo finja ser mi novia, luego mi esposa. Mi padre me de lo que quiero y luego nos divorciamos ¿qué tiene de malo eso? ¿qué tan difícil es? No lo sé pero tengo que conseguirlo. Algo me interrumpió, tocaron el timbre.

Solo vi por el picaporte y se me hizo extraño ver a Layla, pero solo abrí.

-Necesitamos hablar.- me dijo sería.

-Claro, pasa, siéntate.- le dije.

-Dijiste que te podría pedir lo que sea ¿no?.- me dijo.

-Si, claro, con tal de que vivas conmigo.- dije.

-Mm, bueno. Ahora contéstame algo ¿por qué quieres que viva contigo?.- me dijo confundida.

-Veras necesito los vienes de mi padre y para ello necesito casarme y ser alguien maduro según el, necesito que vivas y finjas ser mi novia y luego que te cases conmigo, pero tranquila después de que me alla dado lo que quiero nos divorciamos y obvio nada serio habrá entre nosotros.- conteste.

-Lo veo difícil pero ¿por qué yo?.- dijo confundida.

-Por qué eres la primera chica que conozco en un antro y con la cuál no me acosté enseguida.- le dije.

-Bueno esta bien, lo acepto si no es nada serio. Pero yo quiero a cambio que me des dinero mensualmente, para mantener a mi familia.- me dijo.

-Creo que esta bien ¿así que trato?.- dije

Ella se notaba insegura y tardo para contestarme pero lo hizo.

-Trato, me mudo hoy mismo.- me dijo.

Yo de verdad no lo podía creer.

-Si quieres mandamos a alguien por tus cosas.- le dije.

-Bueno no esta mal, ¿me quedaré donde anoche?.- me preguntó. 

-Si, te quedarás allí.- le dije mientras me paraba para llamar a alguien y que fuera por sus cosas. 

-Esta bien.- dijo secamente.

Narra Layla:
No sabía lo que había hecho, pero pensé que no podía ser tan mala idea. Me pagarían por fingir casarme y después me divorciaría y no tenía que regresar nada.
Busque en mi bolsa mi celular para llamarle a Roxana.

-Hola ¿cómo estás? hasta que llamas.- me dijo feliz.

-Me quedaré a vivir con Sebastián.- le dije.

-¿QUÉ CARAJOS? ¿Ya son novios? ¿Ya se acostaron? ¡CUÉNTAME!.- dijo alterada.

-Tranquila, mañana salimos y te explico.- le dije.

-Bueno, te quiero. Descansa, estás en buenas manos.- dijo y colgó.

Yo no sé por qué todos decían que estaba en buenas manos. Me puse de mal humor y no sabía por qué. Encendí el televisor de la sala y me puse haber una película.

-Ya llegaron tus cosas.- dijo Sebastián.

-Gracias, me voy a mi cuarto.- le dije.

Subi y me puse a desempacar estaba aburrida, no sabía qué hacer. Así que solo me puse a pensar. Sabía que era lo peor que podía hacer pero no había otra cosa buena por hacer...

Sra. VillalobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora