8.- El trabajo de Sebastián.

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Me desperté por el ruido de los pájaros. No sé cómo pude dormir anoche pero estaba un poco cansada y quería seguir durmiendo pero tenía hambre y quería desayunar. No me duche por qué no quería salir. De hecho no quería hacer nada. Así que baje las escaleras y allí estaba Sebastián, sentando en la mesa leyendo un periódico. Me reí por los gestos que hacía.

—¿Qué da gracia?.– me dijo el.

—Tus gestos al leer el periódico.– dije mientras sonreía —Además antes de preguntar cualquier cosa se dice "Buenos días, como pasaste tu segunda noche en esta casa donde te pierdes, cada vez que sales de tu habitación".– Río mientras hablaba.

—¿Y bien? respóndete.– me dijo.

—Bien, supongo con mucho calor.- me conteste y reí.

—¿Qué vas a desayunar?.– dijo Rosalie.

—Lo mismo que Sebastián.– le dije con una sonrisa.

—Ahora lo traigo.- me contestó.

Espera con ansias mi plato. Hasta que lo trajo y empecé a comer.

—¿Qué leías en el periódico?.– pregunte curiosa.

—Temas de grandes.- me dijo sin despegar los ojos de su comida.

—¿Acaso soy pequeña teniendo 18 años?.– dije con cara confusa.

—Yo diría que sí.– me dijo en tono burlón. 

—¡Rosalie!.– grito con fuerzas.

—¿Acaso no puedes ser más sutil?.- le dije.

—¿Amaneciste con ganas de hacerme preguntas?.– me dijo un poco molesto.

—Si, eso creo.– dije sonriendo.

—Bueno déjalo para más tarde por qué debo irme.– dijo levantándose.

—¿A dónde? ¿Puedo ir?.- le dije.

—No quiero preguntas y no, no puedes ir.– me dijo.

—Pero no quiero quedarme en esta grande casa sola.– le dije levantándome.

—No estás sola, esta Rosalie.– contesto.

—Sobre eso Sr. Sebastián, quiero ir a visitar a mi familia ¿me daría unos días?.– dijo Rosalie.

—Si claro.– le respondió dándole un beso en la mejilla— Y sobre ti, Layla, puedes ir, pero tienes que comportarte.

—Yeih, ahora bajo.– dije mientras subía las escaleras

Me di una ducha rápida y supongo que iríamos a su trabajo a sí que me puse un vestido y unos tacones, me maquille y baje enseguida.

—Pensé que tardarías poco, pero es verdad lo que dicen sobre las mujeres.– me dijo.

—¿Qué dicen?.– dije riendo.

—Que tardan años en arreglarse, pero vámonos que se hace tarde.– me dijo con una sonrisa en su rostro.

Era raro en el. Pero era lindo cuando lo hacía. Tenía una sonrisa muy bonita a decir verdad. Nos subimos al auto y estaba en lo correcto nos dirigimos hacia su trabajo. Ya conocía un poco pero no lo suficiente como para no perderme. 
Subimos al elevador y Sebastián iba a hablar pero lo interrumpí.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2016 ⏰

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