Capítulo 6

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La atmósfera en el entierro de Ana es extraño, solo está presente la familia de Zion y los amigos de Ana, quienes los miran con desconfianza. Haberse enterado que la muerte de la mujer no ha sido un suicidio hace que desconfíen de Zion por más que conozcan su carácter pacífico. Nell está atenta a las miradas acusadoras y por eso ha tomado a su hijo mayor del brazo, de manera protectora. Zion, en cambio, está absorto en sus pensamientos como para notar lo que ocurre a su alrededor. No le importa.

Los empleados comienzan a bajar el ataúd de Ana y, al terminar, Zion es el primero en tomar tierra y lanzarla a la tumba. Le siguen los demás y es entonces que él siente un escalofrío por la espalda y desvía su vista hacia un costado. Allí, a lo lejos, bajo la sombra de un árbol está su hija, Qebehut, Syria. Él se separa de su madre y sale al encuentro de la joven.

Syria se limpia las lágrimas al ver que Zion se acerca.

—¿Por qué no vienes?  —pregunta Zion, deteniéndose frente a ella. Syria sonríe y sacude la cabeza.

—No, me sentiría fuera de lugar —se excusa—. Además, ni siquiera la conocí a Ana y no fui muy cercana a Bastet tampoco. En realidad, creo que lloro por tí, la amas en cada una de sus vidas. Ojalá tuviera a alguien así para mí —dice emocionada por la devoción de Anubis hacia Bastet.

Zion la abraza, la acuna en sus brazos y besa su frente. No le gusta verla llorar. Siente pena de la relación agrietada que tuvo con su madre, Bastet no solo lo dejo a él sino a Qebehut también. Y sabe que en lo profundo Syria llora por ese abandono.

—Todo se arreglará, y nos veremos nuevamente en la siguiente vida. Estaremos los tres juntos, como siempre debió haber sido —asegura él, deseándolo con todo su corazón, como si eso fuera suficiente para que se cumpla.

Syria asiente y se separa de los brazos de Zion, sintiéndose un poco mejor. Su padre necesita de su fuerza, de su ayuda, merece encontrar tranquilidad y no una carga más.

—Osiris e Isis están aquí —dice ella, sintiendo la presencia de ambos dioses, mirando hacia el tumulto de gente que despide a su madre.

Zion acaricia su mejilla y sonríe un poco.

—Están ansiosos de verte. Ven conmigo. —Toma su mano y la lleva hacia el rincón donde se encuentra su familia, directo hacia Mila y León, quienes los esperan con los brazos abiertos.

La familia humana de Zion observa sin entender lo que ocurre, mas deciden no meterse en la escena.

—Qebehut —susurra Mila, abrazando a Syria con cariño—. Te hemos echado de menos todo este tiempo, siempre traes alegría a nuestras vidas.

—Mi diosa favorita —agrega León. Se suma al abrazo y besa la coronilla de Syria, adhiriendo a las palabras de Mila.

Los empleados del cementerio terminan de tapar la tumba y la mayoría comienza a marcharse. Nell no aguanta la intriga y se mete entre Zion y los demás dioses.

—¿Quién es esta niña? —pregunta a su hijo. Isis y Osiris rompen el abrazo con Syria, dejando que Nell pueda verla con mayor claridad.

—Ella es Syria, mamá, es una sobrina de Ana —contesta él, agradeciendo que Theo no esté presente y se mezclen las excusas. A él le ha dicho que es su sobrina.

Nell, sabiendo la historia triste de Ana, se alegra que al menos la difunta novia de su hijo haya tenido a alguien querido en su familia, y la abraza también.

—Ho... Hola —suelta Syria, ante el abrazo brusco de la mujer.

—Es un placer conocerte, amor. Soy Nell, ella es Lola y Tom —dice señalando a su hija menor y su marido—. ¿Vienes de muy lejos? ¿Necesitas alojamiento? No sabía que Ana tenía hermanos con hijos, nunca habló de tí y...

ZionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora