Capítulo 22 - Syria

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Qebehut, mitad mujer, mitad serpiente, corta una de sus muñecas con una daga y deja caer su sangre sobre la fuente de oro mientras recita el hechizo en una antigua lengua egipcia. Es un hechizo sacado del libro de Thot, indicado para dar con la ubicación de cualquier ser del planeta. Qebehut ofrece su sangre ya que posee parte de Anubis en ella. Mas nada ocurre. La diosa sisea y vuelve a intentar, elevando su voz y haciéndola más estrendorosa, pero el hechizo sigue sin funcionar. Ante el fracaso, Qebehut chilla y tira la fuente con su sangre contra una de las paredes del galpón. Luego, vuelve a su forma humana y cae de rodillas al piso. Cansada, agotada de haber intentado un hechizo tras otro.

Syria se siente inútil y verdaderamente cabreada como para hacer una rabieta. Luego de lo ocurrido con Seth, siente que algo se ha apagado dentro de su ser. Teme por su padre, por Zion, no soportaría que pasara lo mismo que pasó con su madre, con Bastet, y que desapareciera para siempre. Si bien hay veces en que no se encuentran en sus distintas reencarnaciones, al menos sabe que está ahí, en algún rincón del mundo, también pensando en ella.

Cassiel se apresura a su lado y la ayuda a levantarse. Mora y Theo también se acercan.

—¿Nada? —pregunta Theo, un tanto nervioso de acercarse a Syria. La forma de lobo de su amigo Zion le daba un poco de miedo, pero las serpientes y todos los lagartos son su peor pesadilla.

—No lo entiendo —responde Syria, quien ha memorizado todos los hechizos del libro de Thot—, no entiendo por qué no funciona. Debería intentar otra vez, quizás soy demasiado débil contra los hechizos de Seth. Podría aumentar mi poder con más de un hechizo y luego usar otra vez los hechizos de búsqueda de Thot.

Ella suelta el brazo de Cassiel y se prepara para volver a transformarse. Cassiel se da cuenta que trata de volver a su forma real y la detiene, tomando su rostro entre sus manos y obligándola a mirarlo.

—No. Ya es suficiente por hoy, Syria. —A ella no le agradan sus palabras y está a punto de replicar pero él vuelve a hablar—. Tu cuerpo humano está exhausto, no servirás de nada si te desmayas.

—Cassiel tiene razón —comenta Mora, poniendo una mano sobre su hombro—. Descansa un poco antes de volver a intentarlo. Theo y yo iremos a ver a Olivia, de seguro habrá algo en lo que podamos ayudar. Vamos a encontrar a Zion, no te preocupes.

—Ese perro loco es fuerte —dice Theo, sonriéndole.

Syria asiente. Los dos amigos de Zion son inútiles en todo esto, no tienen poderes ni influencia, y aún así no pierden las esperanzas y tratan de ayudar en lo más mínimo, aunque eso solo signifique hacer apoyo moral. Si ella se siente inútil, no imagina lo que estarán pasando los humanos.

Deja que Theo y Mora se vayan y Cassiel la lleva de regreso a la casa de sus abuelos.

Mila y León habían estado de viaje pero decidieron volver al enterarse de lo sucedido con Seth. Debieron contarle toda la verdad a León, a Osiris, quien hasta el momento había sido el único fuera de todos los planes, por protección. Pero, por supuesto, ahora está furioso. Tanto es su enojo que su relación con Mila está en quiebre. Y para Syria no es el mejor ambiente. En la casa todo es discusiones y reproches, aunque para ella la peor parte es el silencio y la indiferencia cuando dejan de pelear. Nunca creyó posible que Isis y Osiris se distanciaran.

—No quiero ir de mis abuelos —pide a Cassiel, antes de subir a su motocicleta—. Llévame a otro lugar .

*

Syria se sorprende al ver la guarida secreta de Cassiel, no es nada parecido a como se la había imaginado. Es bastante decente, un poco rústica, pero decente. No hay decoraciones tampoco, es simple. Un departamento espacioso, con paredes de ladrillo sin pintar, sin divisiones de ambiente. Pero todo está ordenado, aunque tampoco tiene muchas cosas: La cocina en un extremo, una especie de sala de estar en el medio y una cama en el otro extremo, cerca de un balcón. No hay marcas del anticristo, ni cosas de brujería ni crucifijos dados vuelta. Para ser un demonio es bastante pulcro.

—Guardo los cadáveres abajo de la cama —comenta Cassiel, adivinando sus pensamientos.

—Así que aquí traes a tus groupies. —Syria deja su mochila en el piso y camina, inspeccionando el lugar, sus muebles, los Cds junto a su equipo de música—. Sabes que existe Spotify, ¿verdad?

Cassiel regresa con dos botellas de cerveza y se sienta en uno de los sillones a beber la suya. Syria deja los Cds y se sienta a su lado, aceptando la bebida.

—Me gustan las reliquias antiguas —contesta él, mirándola. Syria lo mira extrañada, no llamaría a los Cds una reliquia antigua. Las reliquias antiguas son más bien los vinilos. Está por replicar cuando otro pensamiento cruza su mente. ¿Por qué la está mirando así, tan fijo? — ¿Qué? ¿Qué tengo?

Cassiel suelta una risita y desvía su mirada. Saca su celular y comienza a tipear.

De pronto ya no se siente tan cómoda estando allí. Recuerda lo que Cassiel le dijo en su cumpleaños y todavía no sabe cómo sentirse acerca de eso. No es que no lo crea atractivo, no es ciega, no por nada tiene un séquito de mujeres a cada lugar que va. Pero... Seth vuelve a su mente, nunca creyó que sería así, que sería capaz de querer matarla. Pensó que poco a poco se estaba ganando un espacio en él, que sería una de las privilegiadas. Pero había estado muy equivocada.

—Estúpida Yue —comienza a decir entre dientes—. No sabe nada.

—Deja de refunfuñar y mira esto —Cassiel le da su celular. Tiene una página en donde cuenta historias del antiguo egipto, más precisamente de sus dioses—. No soy un experto en tu mundo, así que debí buscar. Allí dice que la diosa Neftis era muy cercana a Seth. Quizás ella nos pueda ayudar a encontrar a Zion. ¿La conoces?

—¿Si la conozco? Es mi abuela.

*

No ha sido difícil dar con Neftis, Mila es la única que mantiene contacto con su hermana. Syria no sabe mucho de su abuela, Neftis siempre se mantiene alejada, no le agrada ser el centro de atención o estar entre multitudes. Su padre, Anubis, sacó eso de ella.

—¿Es la diosa de que? —pregunta Cassiel, intrigado.

—De la oscuridad y ya estate quieto, pareces un niño preguntón.

—Mira quién habla —contesta él, rodando sus ojos.

En la oscuridad del parque en el están, comienzan a escuchar pisadas, tacones, contra el asfalto del sendero para corredores. Pronto, una mujer alta, de cabello largo y negro, se acerca a ellos. Syria siente esa característica descarga de energía al estar cerca de otro dios. Es ella.

—¿Ella es tu abuela? —pregunta Cassiel, mirando a Neftis de arriba abajo.

Neftis abraza a Syria como si se conocieran de toda la vida y, en cierta forma, así es. La mira con ternura y acaricia su mejilla con cariño, Syria sonríe. Quizás Anubis no perdona el abandono de su madre pero Syria está segura que ha tenido alguna buena razón. No ve maldad en ella.

—Mila me ha contado todo —dice Neftis, poniéndose seria—. No tenemos tiempo que perder, Seth es inestable y capaz de cualquier atrocidad con tal de conseguir lo que quiere. Y cuando se trata de venganza...

—Debemos buscar a otros dioses, a todos los enemigos de Seth —dice Syria, mirando a Cassiel. Aceptando el plan del demonio: reunir a los enemigos de Seth para poder recuperar a Zion. "Los enemigos de mis enemigos son mis amigos", le había dicho Cassiel. Él le guiña un ojo.

—No será del todo necesario —contesta Neftis—. Yo sé dónde puede estar Zion.

—¿Cómo? —pregunta Cassiel.

—He estado en la misma situación que Zion durante siglos —admite ella. Syria nota sus manos temblando.

—¿Qué quieres decir con eso? —insiste el demonio. Neftis suspira.

—Seth me ha cazado por mucho tiempo, algunas veces con éxito, otras no. Nunca me ha perdonado por enamorarme de otro ser —dice, sacudiendo su cabeza—. Vivo escapando de él en cada vida. Por eso, sé en qué clase de lugar le gusta mantener a sus prisioneros. Si estoy cerca, reconocerá mi presencia y no podrá resistirse a capturarme.

—Eso es suicida, no tienes idea de lo desquiciado que está Seth —interviene Syria.

—Créeme que lo sé y haré lo que sea necesario por Anubis, por mi hijo.

ZionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora