Capítulo 2

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Es imposible decir que Zion no se siente devastado por la pérdida de Ana, de su eterno amor, pero es más decepción y enojo lo que siente. Su parte humana, aquello que lo hace único como Zion, sufre por la pérdida; pero por ser un dios que ha pasado siglos reencarnando y, además, por ser Anubis sabe que la muerte no es más que otra etapa en la vida. Aún así, entiende que sería extraño para su familia y sus amigos humanos no verlo reaccionar de manera emocional.

—Toma un poco de café, hijo —dice Nell, su madre, mirándolo con pena y acariciando su espalda.

Está sentado en el hospital, esperando que uno de sus colegas salga de la sala de necropsia. Su familia está allí, al igual que Mora y Theo, actuando de soporte como en cada situación difícil. Ninguna familia es igual, ninguna familia es perfecta, pero sin duda su actual familia es la mejor que ha tenido.

—No quiero —contesta, y unos pasos apresurados en el pasillo lo sacan de su trance. Al levantar la vista ve a sus otros amigos, Mila y León, con quienes comparte un vínculo inquebrantable. Ambos son dioses, son Isis y Osiris.

Mila se lanza a Zion, abrazándolo con fuerza y apartando a un lado a Nell. Ella nunca lo reconoce pero es celosa y siente un poco de recelo hacia las madres de su Anubis y su Horus, después de todo Isis es la gran diosa madre. Nell suelta un bufido y se levanta, nunca le ha caído bien Mila.

—Vinimos lo más rápido que pudimos —dice sin aire, escrutando a Zion con la mirada, testeando el dolor en sus ojos, y tomando sus manos para infundirle coraje. León se sienta del otro lado de Zion y palmea su espalda, dejando en claro que está allí para él.

—Lamentamos mucho la noticia —comenta León—. No podemos imaginar lo que debes estar pasando, pero tienes todo nuestro apoyo.

Zion alcanza a mostrar una débil sonrisa y asiente, agradeciendo las palabras, agradeciendo tener a los dioses que lo criaron en la antigüedad también cuidándolo en esta vida. Realmente, Isis y Osiris no son sus progenitores, sino sus padres adoptivos. Anubis es hijo de la diosa Neftis de la oscuridad y de Ra, dios de la vida, pero para él Isis y Osiris siempre tendrán el título y el respeto como sus verdaderos padres.

—Necesito un poco de aire —suelta, mirando a Mila.

—Vamos, campeón, te acompañaré afuera —interrumpe Theo, despegándose de la pared. Mila se levanta y sonríe a Theo, ha entendido el mensaje silencioso de Zion.

—No te preocupes, iremos nosotros. Vamos, Zizi —dice Mila, enganchando su brazo al de Zion. Nell le da un codazo a su otra hija y susurra "Yo le digo Zizi". Lola rueda los ojos.


* *

Son las 12 del medio día y el hospital y la ciudad están despiertos. El ambiente en el patio trasero se llena de sirenas de ambulancias, patrulleros y bocinas del tráfico, y es la primera vez que Zion siente lo molesto que resulta en una situación delicada.

—Zion, ¿qué ocurrió? —pregunta Mila, caminando a su lado, abrazando uno de sus brazos.

—No lo sé, no estoy seguro de lo que está pasando, no es usual. Siempre que ella me deja, nuestras vidas siguen caminos diferentes y solo se cruzan esporádicamente. Ella vuelve a su vida de siempre, a sus fiestas, a sus amigos...

Habían encontrado a Ana desmayada, con las muñecas cortadas. La escena era un evidente caso de suicidio pero Zion no puede creerlo, sabe que ella no es así, que aprecia su vida más que nada. Bastet es la diosa de la alegría de vivir; las fiestas, la música, la danza, son su motor de alimento. Ningún dios sería capaz de acabar con su propia esencia.

ZionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora