—¿Estás listo? —pregunta Olivia a Zion.
Él está concentrado en las dos piezas históricas que tiene en sus manos y que nadie jamás ha visto. Dorian, el dios Tot de la sabiduría, se había asegurado que nadie las poseyera más que él, ambos documentos guardan los secretos y el poder de sus esencias como dioses. En la antigüedad, cada difunto era momificado y enterrado con una copia del libro de los muertos, cada persona tenía el suyo. Pero este, el que Zion sostiene, es el original, el libro propio de un dios.
—¿Quieres que lo abra yo? —interviene León, el dios Osiris, su padre adoptivo como Anubis y mejor amigo como Zion. León sabe de la importancia del libro y lo que significa para Zion, quizás allí esté la clave que los lleve al asesino de Bastet y Tot.
Zion se levanta de la silla y despliega el gran papiro sobre la mesa del comedor en la casa de Mila y León. Los cuatro se ponen a cada extremo y contemplan los jeroglíficos en él, la pintura está algo rasgada y el material parece a punto de convertirse en polvo pero aún así es majestuoso.
Mila se cubre la boca y deja caer lágrimas de emoción, han pasado millones de años desde que ha visto un elemento original de su época, de sus días dorados y libres. No se queja de su vida como humana pero nada puede compararse con su presencia como Isis.
—¿Pueden leerlo? —Olivia es la primera en hablar. Está asombrada por la pieza pero ella solo ve dibujos abstractos de ánimales y figuras.
—Este es el libro de los muertos —explica Zion, tocando muy suavemente el papiro, trazando los jeroglíficos con la yema de sus dedos—, los muertos eran enterrados con una copia de los sortilegios que ayudarían al alma de esa persona llegar a la Duat, nuestro inframundo, y superar el juicio de Osiris si es que lograban pasar primero el juicio de Anubis.
Olivia mira a las tres personas junto a ella, parecen tan normales y agradables que aún no logra verlos como dioses gigantes y poderosos.
—Estas almas debían ir al inframundo y verte a ti primero —dice Olivia a Zion, él asiente— para que pesaras su corazón con una pluma. Que en realidad no era una pluma sino una diosa que tomaba forma de pluma, Maat. Si la balanza quedaba quieta podía pasar al juicio de Osiris —mira a León—, si no, era dado a un cocodrilo para que se lo comiera.
—El Ammyt —dice Mila con una sonrisa, está impresionada de que Olivia se haya instruido en tan poco tiempo—, el devorador de muertos, una criatura con forma de cocodrilo, león e hipopótamo.
—Esa es solo una pequeña parte del libro, la que ustedes los humanos conocen. En esta otra parte —comenta Zion, tocando la parte escrita, la parte hierática—, están todos los sortilegios posibles para nuestros dioses, para nosotros. Hechizos para hacer el bien o el mal. Y sí, podemos leerlo, es como nuestra lengua materna.
—¿Cómo va a ayudarnos este libro con los asesinatos? —presiona Olivia. Se ha instruido tanto como ha podido respecto a la historia del antiguo egipto, sobre los dioses, pero no entiende cómo unos hechizos pueden ayudar a resolver los asesinatos. Teme estar perdiendo el tiempo.
—Por este libro mataron a Dorian, a Tot —contesta León—. Es más poderoso de lo que aparenta ser, con esto se puede exterminar el mundo como los humanos lo conocemos.
Olivia mira el ejemplar con desconfianza ahora. Y piensa que, si es así de poderoso, quizás sea mejor destruirlo. Mira a su alrededor, las personas acompañándola no parecen compartir ese mismo pensamiento, al contrario. No puede hacer nada al respecto, no la dejarían poner un dedo sobre el libro, son tres dioses gigantezcos y poderosos contra ella sola, una humana.
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Zion
FantasyLos dioses están sueltos en la ciudad de Olimpo, reencarnaciones de los dioses de todas las mitologías conviven día a día con los humanos y tratan de buscar su lugar en el nuevo mundo. Zion -Anubis, dios egipcio del inframundo-, busca reescribir su...