Capítulo 5

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Zion ha aprendido de sus reencarnaciones que algunas cosas no suceden por casualidad, que hay una atracción mística que hace que ellos, los dioses, se unan, se atraigan. Pero está asombrado de lo rápido que ha encontrado a Seth, puesto que tardó años en encontrarse con Isis, Osiris e incluso Bastet.

—Y en el momento en que estoy por marcharme, lo siento y lo veo. Él también me identificó, Mila —explica a su amiga. Ambos están en un bar, en una mesa alejada, a un rincón del lugar.

Mila es la única persona que lo apoya en la búsqueda de Seth aún así suponga un peligro, nunca se sabe cómo será la reacción del dios de la guerra al verlos frente a frente. Con León no puede contar debido a su antigua disputa, y de ninguna manera puede contar con su familia y amigos humanos, lo creerían demente.

—Pero dices que ni siquiera le importó tu presencia —dice Mila, pensando en las típicas actitudes de su hermano. Zion asiente y bebe su café—. Entonces no creo que él tenga algo que ver en esto, Zizi.

—¿Cómo puedes saberlo? Quizás finge inocencia.

Mila sonríe y apoya un mano sobre la de Zion, entendiende su desesperación por encontrar a un culpable y también su lucha interna por culpar a alguien que no conoce. No del todo.

—Si Seth tuviera alguna culpa, te aseguro que no se escondería. Al menos te hubiera sonreído con malicia en ese momento, pero simplemente te ignoró —explica con una sonrisa y luego suelta su mano.

Zion suspira y se pasa las manos por el rostro, exhausto. No ha podido dormir en toda la noche.

—Quizás tienes razón, pero tengo que verlo, escucharlo por mí mismo.

—Entiendo. Te acompañaré —ofrece ella y se adelanta a las palabras de Zion—. No me hará nada a mí, no es a mí a quien quiere, no le intereso. No le diremos nada a León, sabes que no le agrada la idea.

Él asiente, mas se siente mal por tener que ocultarle esto a su amigo incluso si también es por su propia protección.

***

Están camino a la delegación y Zion contesta en modo automático a la conversación que está teniendo con Mila, está nervioso y ansioso de ver a Seth. Solo espera que se encuentre allí y no tener que cruzarse con Olivia, la agente a cargo del caso de Ana.

—¿Cuándo crees que podré ver a Syria? —pregunta Mila, entusiasmada de que Qebehut se encuentre en la ciudad; es como una nieta para Isis.

—No lo sé, acaba de empezar la universidad —contesta Zion con una sonrisa. Ama a su hija en cualquier reencarnación, en cualquier cuerpo y forma, pero algo tiene su actual personalidad que le causa mucha ternura—. Prometió llamar en cuanto se desocupara, le gustaría una reunión familiar, solo los cinco. Cuatro.

Ambos entran a la delegación y se encuentran con el edificio bastante concurrido, al parecer hubo un robo reciente. Por fortuna, Olivia no está metida entre los oficiales de la entrada.

Mila se dirige a la recepción, donde una mujer policía la mira aburrida o cansada, o ambas cosas. Zion no tiene idea de cómo preguntarle a la oficial sobre Seth, así que deja a Mila ser quien hable.

—Buscamos a un hombre alto, pelirrojo, de ojos X. Y un humor bastante peculiar —dice Mila, apoyando ambos brazos sobre el alto escritorio.

—Ah, si. Mikhail —responde la oficial, sabiendo exactamente a quién buscan.

—¿Se encuentra aquí? —interviene Zion, golpeando su dedo índice sobre el escritorio, logrando que la oficial levante una ceja ante su repentina exaltación— ¿Puede decirle que lo buscamos?

ZionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora