8-Jazmines.

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En cada extremidad de su cuerpo podía sentirse un leve cosquilleo, sus dedos se sentían adormecidos. Esa sensación era hermosa para Valentina, era el significado de que la noche anterior no había sido un desperdicio. Sus ojos le pesaban, los sentía hinchados y sin siquiera abrirlos podía saber que la habitación en donde se encontraba estaba iluminada.

En la misma habitación pero del lado izquierdo de la cama estaba Ramiro, con su sueño tan profundo ignoraba el hecho de que Valentina de a poco se iba despertando y que no podía dejar de mirarlo fijamente. 

El cuerpo de esa chica de no más de un metro sesenta se encontraba recostado, evitando cualquier rose con el misionero, tan cerca estaban que sus respiraciones se mezclaban. 

En ese momento los deseos de Valentina eran infinitos, todos sus sentidos se despertaron al mismo tiempo que ella al mirar a Ramiro. Y cada uno de esos sentidos querían entrar en acción.

Ya era totalmente de día y se podía ver el desastre total de la pieza de Ramiro, ropa por doquier, vasos, platos, botellas, etc. En una mesa se encontraban pulseras, collares y anillos de todos los colores. Las paredes estaban repletas de fotos y en una esquina, una guitarra. En los costados de la cama habían quedado las zapatillas de ambos, del lado de Valentina estaba su morral, del lado de Ramiro solamente las llaves de la casa.

No había rastro ni de alguna campera o buzo, la noche anterior ninguno de los dos tuvo tiempo para desvestirse, querían estar juntos tan rápido como sea posible.

Valentina por mas que quisiese no podía aguantar más, necesitaba ir al baño. Sin querer hacer ningún ruido se levantó. Un paso, dos, tres, cuatro, mientras iba llegando a la puerta intentaba hacer memoria sobre la casa. Realmente no sabía en donde estaba el baño y de poco se iba sintiendo incómoda.

Despacio abrió la puerta de la pieza y salió, dejándola entreabierta. Justo enfrente había otra puerta y del lado derecho otra más, tenía que elegir. A no ser que justo ese día la suerte se encuentre de su lado y esas dos habitaciones sean baños.

Cuando estuvo a punto de abrir una de las puertas el picaporte empezó a moverse. Rápidamente dio un paso hacía atrás, para después encontrarse con una mirada un poco familiar pero en un hombre mayor.

-Hola, buenos días, no sabía que hoy íbamos a tener compañía.

-Buen día, yo no sabía cuál era el baño, perdón.

-Rami no te dijo nada, cierto?

-Es que anoche vinimos tarde y no queríamos hacer ruido por si usted se desp...otra vez, perdón. Yo soy Valentina, amiga de Ramiro.

-Un gusto, yo soy Ricardo- el anciano saludando con un beso en la mejilla le indicaba a Valentina que siguiera el pasillo- Vení por acá que te muestro donde está el baño, no me mintió mi nieto cuando me dijo que iba a salir con una chica entonces.

-Y por qué iba a mentirle?- era muy extraña para Valentina toda la situación.

-Hace rato que no se lo ve con una...

-Ahh claro, no me cuenta mucho de sus novias a mi.

Instantáneamente el abuelo de Ramiro empezó a sonreír, Valentina podía ver muchos parecidos entre ellos dos. Y muy en el fondo ella esperaba no ser una chica más. 

Al terminar de recorrer todo el pasillo, Ricardo abre una puerta de madera, la deja de pasar primero a Valentina. La luz del sol chocó directo en su ojos, haciendo que se cierren un poco hasta acomodar la vista. Lo primero que la chica pudo divisar fueron las plantas del jardín, el perfume de los jazmines la relajaron muchísimo. Desde donde estaba podía ver decenas y decenas de jazmines, de diferentes tamaños en a distintas alturas.

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