2-Respondele.

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Los pocos rayos de sol que entraban traspasando el ventanal y las cortinas de la habitación llegaban directamente a la cara de Luna. Sin ganas fue despertándose, todos los días se juraba a si misma verificar la noche anterior que las cortinas estén bien cerradas. Lo que Luna más amaba del día posterior a la salida a algún boliche era sentir su cuerpo cansadísimo y poder dormir sintiendo las sábanas suaves y frías a la vez.

Se levantó y el cuerpo le dolía por todos lados. Buscó pero no había nadie en la casa, ya eran las 3 de la tarde y dudaba entre desayunar, almorzar o directamente merendar. Se decidió por lo ultimo y se sirvió un vaso de yogurt con cereales. Puso un poco de música y con la mirada tildada en el suelo planeaba su día.

Cuando logró salir de ese trance que la atrapaba cada vez que se despertaba, una canción empezó a sonar y no tardó en acordarse de la noche anterior.

"¿Qué dirá tu madre cuando sepa que es-tu-ve enfermito con vos?"

Guasones.

Daniel.

Su celular.

Sin batería, como siempre.

Enojada lo puso a cargar mientras buscaba la ropa para esa noche, como todos los sábados desde que Melina y Manuel estaban juntos, las 4 amigas se juntan a mirar una película, a comer o solo para hablar.

Era su día de la semana para su "noche de chicas", algo irónico porque la mayoría de las veces no había nada de femenino. Era juntarse a comer, empezar a discutir, tirarse con comida, o a la hora de dormir, como el espacio no era suficiente, todo terminaba en peleas, empujar a la otra afuera de la cama, insultos y más insultos. Comer en la cama. Vaciar la heladera de la casa en donde se quedaran. No importaban sus estados de ánimo, siempre había algo para reírse o para discutir o para hacer las dos cosas al mismo tiempo. Siempre se podía todo mientras estén todas.

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Valentina ya estaba despierta y peleaba con su hermano sobre quién era más alto, él le ganaba, por supuesto. Su característica principal era su estatura, un poco más baja de lo común. Después le seguían sus ojos verdes, los cuales tenían enamorado a Ramiro.

Ramiro, nacido y vivido en Misiones hasta sus 18 años, dejó su provincia para recorrer el país junto a dos amigos. Pero no pudieron concretar del todo sus deseos, al pasar por varias provincias y llegar a Buenos Aires decidieron dividirse. Ramiro con muy pocas ganas aceptó la oferta de su abuelo paterno de quedarse a vivir con él, que se instale por un tiempo hasta tener los recursos necesarios para seguir sus sueños. Ni siquiera podía escuchar la palabra 'rutina' sin ponerse quisquilloso, se negaba a vivir encerrado en una ciudad donde las grandes moles de cemento eran lo único que podían darle sombra.

Y así, como quien no quiere la cosa y evita todo compromiso, un día como cualquiera pero del mes de Marzo de ese mismo año la conoció a Valentina y supo que su destino era la ciudad de La Plata.

Unos días antes de empezar el colegio Valentina acompañó a Melina a ver un estreno de uno de sus actores favoritos. La sala de cine estaba repleta, cosa obvia para ser fin de semana. Al salir del cine Valentina le insistió a su amiga para pasear y ver la feria de artesanías, después de insistir una hora logró convencerla.

La plaza estaba muy llena, gente bailando, cantando y también vendiendo todo tipo de cosas.

De a poco iba anocheciendo y Melina no sabía de que más quejarse, ese no era su lugar preferido en el mundo para ir de compras. Ya saliendo de la plaza, Valentina se queda detenida mirando a un chico que muy concentrado que estaba trabajando con diferentes piedras y de a poco armaba collares y pulseras. Cuando justo estaba por comprar, Melina la agarra de la mano apurándola para poder irse, ella le corre el brazo y saca la billetera.

Fantasia o Realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora