16-Susurros.

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Un zumbido era lo único que había en la cabeza de Luciana, palabras sin sentido intentaban hacer lugar, era eso o un acv. O también podría ser su profesor de Filosofía, Nicolas, hablándole un Martes a las siete de la mañana en la puerta del colegio.

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-Acá sabés que siempre vas a tener lugar, tanto vos como todas- Melina miraba los ojos de Luciana y le dolía verla así. Entre lagrimas y pañuelos, las tres amigas se consolaban.

El llanto no cesó desde que entró a la casa, ¿era posible sentirse tan sola pero tan protegida al mismo tiempo? Sabía que una parte de su familia iba a estar lejos por mucho tiempo, pero que sus amigas nunca la iban a dejar a la deriva.

-¿No trató de frenarte ni nada?- Luna iba entendiendo la secuencia de la noche de Luciana o eso intentaba.

-No, cerré la puerta y fue un mundo diferente- Su pelo largo era un desastre, la cara estaba hinchada y roja de tanto llorar.

-Sabía que era una basura, pero tanto no. Ya está, vení y come algo que te va hacer mal pensar con la panza vacía.

Ahora con tres platos en la mesa, la cena seguía, algo diferente a la que acostumbraba Melina. Aunque podría acostumbrarse.

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Susurros y gemidos. Un buen resumen de la habitación de Ramiro. Decenas, cientos y casi miles de besos habían acompañado ese día a la pareja. No se querían separar en ningún momento, pero Valentina sabía las reglas de su casa...pero le gustaban mas las de la casa de su novio.

Tenían la libertad de hacer lo que quisieran, desde escuchar música fuerte, cocinar lo que guste o dormir todo el día.

Pero tanta libertad la asfixiaba, Valentina iba teniendo un poco de miedo, más de noche y estando ellos dos en una cama. La casa estaba a oscuras y en un silencio total.

Ramiro acariciaba cada parte del cuerpo que ella le permitía, no quería olvidarse nunca de ese tacto y del olor de su piel.

-Quedate a dormir, por favor.- Era la quinta vez que él se lo pedía.

-No y no, ya es tarde. Y ya le mentí a mi mamá, le dije que estaba con las chicas. No puedo aunque quiera- Valentina sabía que mentía, otra vez. Quería quedarse pero un pequeño detalle la atemorizaba.

-Y si ya le dijiste que estabas con tus amigas entonces listo, le decís que se te hizo tarde y te va a creer- Ramiro sabía que esa charla era para un tiempo largo y se fue sentando en la cama.

-No, dale, no puedo- Ya no tenía más excusas y sabía que ese momento iba a llegar. Al mirarlo estando acostada, él le parecía mucho más grande.

-Valentina, mirame- Ramiro trataba de mirarla seriamente- Hago cálculos y a ver, ya le mentiste a tu mamá. Por lo tanto si le decís que te quedas a dormir con tus amigas, no hay problema. Acá ya te quedaste una noche. Entonces, ¿cuál es el problema?

-No hay ningún problema, sólo es que quiero...ir despacio.

Valentina, como tal vez Ramiro no esperaba, era virgen. A pesar de haber conocido a varios chicos, nunca encontró a alguien con quien se sintiera cómoda. Ella no esperaba una primera vez con velas, música romántica y petalos de rosa. Pero si esperaba amor. 

Aunque para ella era un tema serio, parecía que para Ramiro era un chiste. En segundos se le formó una sonrisa en el rostro.

-No va a pasar nada que no quieras, por más que suene cliché, te lo juro.- Ramiro le mostraba el dedo meñique de su mano derecha, para poder cerrar el trato.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2016 ⏰

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