Capítulo 6 De nuevo Dobby

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Durante las vacaciones la sala común de Hufflepuff estaba desierta. Junto a mí, solo se quedaron dos alumnos de séptimo curso, a los que apenas conocía. Los demás se apresuraron a apuntarse en la lista del tren tras los ataques producidos.

El día de Navidad mis padres me enviaron una lechuza con algo de dinero muggle junto a una nota en la que intentaban mostrar su cariño hacia mí, aunque a duras penas lo habían conseguido. Me vestí con rapidez y salí de mi sala común. Había quedado con el trio Gryffindor para acudir a la comida juntos, así que decidí esperarlos en el vestíbulo. Estaba sentada en uno de los escalones cuando Malfoy seguido de dos chicos, que parecían sus guardaespaldas, se acercaron.

-¿Dónde has dejado a San Potter, Dursley?

Levanté mi rostro y centré la mirada en él. Apenas lo conocía, por suerte los Hufflepuff compartíamos la mayor parte de las clases con los Ravenclaw y casi nunca habíamos coincidido con los Slytherin. Pero Harry y los demás me habían mantenido informada sobre su actitud e incluso yo había sido testigo del comportamiento que mostraba hacia los que teníamos padres no-mágicos.

-¿Dónde está el cabeza rajada? –Dijo y sus amigos rieron.

Decidí ignorarlo. Sin apartar la vista de él, me levanté. Estaba dispuesta a marcharme para esperar a los Gryffindor dentro del Gran Comedor, cuando me agarró el brazo. El dolor se incrementaba por momentos y tal vez lo vio reflejado en mis brillantes ojos, pues tan solo unos segundos después aflojó el agarre.

-¡Suéltame Malfoy! –Grité pero cerca no había nadie que pudiera ayudarme -¿Por qué siempre me molestas? ¿Qué te he hecho, Malfoy?

-Es un entretenimiento... cuando me aburro me gusta molestar –Contestó mientras yo intentaba liberarme –Y con más razón si son como tú.

-Hijos de muggles –Respondí en un susurro y el asintió con una mirada de desprecio.

A pesar de mis intentos por liberarme no lo conseguía y además me encontraba rodeada por los acompañantes de Malfoy. Deseaba que Harry y los demás bajaran la escalera en esos momentos, pero la puntualidad no era uno de sus puntos fuertes. Maldecía el momento en el que decidí quedarme en la escuela y maldecí aún más al sombrero que decidió ponerme en una casa diferente a la de mi primo.

-Y además, tú eres una Hufflepuff... -Dijo con desprecio –Eso me da más motivos para molestarte. Si me hubieran seleccionado para esa casa habría abandonado la escuela –Sus amigos comenzaron a reír –Pero soy un Malfoy... y los Malfoy siempre tenemos lo mejor, por ello acabé en Slytherin.

-Por ser un cobarde –Dije mirándolo a sus fríos ojos grises.

-¿Qué has dicho? –Gritó y sus compañeros me miraron enfadados.

-Quedaste en Slytherin por ser un cobarde –Repetí desafiándolo –No tienes las características de las demás casas... ni eres valiente, ni leal, ni inteligente... por eso acabaste en Slytherin.

-Los Slytherin son inteligentes y yo los supero a todos –Dijo sin soltar mi brazo –Por algo soy el príncipe de Slytherin.

Después de esas palabras no pude contener la risa. La arrogancia y prepotencia que poseía Draco Malfoy superaba a todos los demás, incluso al profesor Lockhart. El rubio platinado me miraba fijamente manteniéndome agarrado el brazo.

-¿Qué te hace tanta gracia, Dursley?

-¿Los Slytherin inteligentes? –Malfoy asintió sin apartar la mirada de mí –Entonces con estos dos se equivocaron de casa –Me quedé pensando unos segundos –No, perdón... que no hay casa para ellos, por eso acabaron en Slytherin.

Theresa Dursley y la cámara secreta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora