Elisabeth, se despojó de la última prenda y se sumergió en la bañera que había mandado preparar. A la luz del fuego encendido en la chimenea cercana, su habitación era un juego de sombras que junto con el silencio que imperaba en la casa harían que su cuerpo y su mente se relajaran después de su encuentro con esa imbécil.
Sonrió al recordar lo ocurrido hacía apenas unas horas. Le había dado un buen susto a la pequeña señorita Carrington, rió con satisfacción mientras alcanzaba el paño y lo frotaba con el delicado jabón de gardenias.
La reconfortaba en gran medida saber que a pesar de que no podía detener esa boda si que estaba más que dispuesta a hacerle la vida imposible a cualquier mujer que se atreviera a tocar a Nick. Al imaginarse a alguien tocando su magnífico torso... los brazos musculados...besando sus labios, una rabia tan intensa surgía de ella que casi no podía respirar. ¡Era suyo! ¡Suyo! Lo único que necesitaba para que él se diera cuenta era tiempo. Estaban hechos el uno para el otro, lo podía sentir cada vez que lo miraba, pero ella había tardado mucho menos en aceptarlo, Starling al fin y al cabo era hombre, y todo el mundo sabía que eran un poco lentos en el terreno de los sentimientos.
Miró el fuego mientras que una cuidada uña golpeaba rítmicamente el filo de la bañera. Se fijó con gran fastidio que una se le había roto seguramente cuando agarró a la mosquita muerta.
Después de todo saber que le había hecho daño con ella bien merecía tal sacrificio.
Esa niña no se merecía un hombre como Nick, nunca le daría lo que necesitaba. El era un hombre pasional bajo esa fachada de frialdad que proyectaba al mundo, y sabía con certeza que solamente ella podía darle bajo las sabanas lo que él necesitaba. Miró con anhelo su cama y se los imaginó allí, con sus cuerpos entrelazados, gimiendo y dándose placer mutuamente.
¡Lo deseaba tanto!.
Sus manos comenzaron a acariciarse tal y como le gustaría que él lo hiciera. Los pezones se le endurecieron al contacto de sus dedos y todo el cuerpo le respondía ante las imágenes que pasaban ante ella. Se estremeció de deseo cuando se boca la besaba con pasión, cuando su lengua batallaba queriendo imponerse, cuando esas manos la tocaban con maestría y la hacían pedir más entre jadeos.....Sí, sería magnífico cuando sucediera.
Estaba totalmente excitada. Abrió un poco las piernas para darse placer. Lo necesitaba dentro de ella, embistiéndole con fuerza.....
Gemía cuando escuchó que alguien entraba en su habitación, abrió los ojos y sonrió de forma seductora. Vaya, vaya, vaya, por una vez su querido esposo llegaba en un momento en el que le sería muchísimo más útil que su diestra mano.
Se puso de pie y dejó que el agua se resbalara por su cuerpo. Levantó un brazo con la palma hacia arriba, invitándolo a que terminara lo que ella había empezado. Lo necesitaba en ese momento. Estaba tan caliente que sabía que explotaría con el más leve contacto.
Lord Carmichael entró con paso lento, la vió ponerse en pie y su cuerpo brillante por el agua le hizo tener una erección inmediata.
Sabía por el resplandor de sus ojos que estaba muy excitada, que había sido una niña muy mala a sus espaldas.
Con una sonrisa de medio lado se acercó a ella. Recorrió su cuerpo con la mirada y se detuvo en sus pechos. Siempre le habían fascinado. Elisabeth lo sabía y con una mano se los acariciaba seductoramente.
Intentó salir de la bañera pero Carmichael se lo impidió.
- Si llego a saber que estás tan dispuesta habría llegado antes, querida.- Le dijo con la voz rasposa por el deseo.
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Saga Londres 1 " Matrimonio a la fuerza "
Historical FictionEste es el primer libro de una saga y el que le sigue se llama "Rebelde Rendición". Espero que les guste!! Meredith Carrington nunca, ni siquiera en sus más locos sueños, esperó casarse durante su tercera temporada, mucho menos con alguien tan impor...