1. Kramewood

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Seguía sin entender porqué mis padres me mintieron por tantos años. Por qué no me dijeron la verdad, no!, cómo lo iban a hacer si supuestamente ellos querían lo mejor para mí. Si eso hubieran querido no me hubieran mentido sobre que yo Destiny Lubderm era una vampiro. Pensaron que era algo más fácil de digerir?, pues no. Es lo más difícil!!. Ahora a mis 16 años me encuentro en carretera siendo llevada por mis padres a un internado aislado de la sociedad, donde miles de niños van a aprender como manejar sus poderes o controlarse. Muy Hogwarts cierto?, yo también pensé lo mismo cuando papá me lo dijo pero al parecer es más cierto qué nunca. Bueno ya que me encuentro más calmada y logré expresarme, me presentaré. Mi nombre es Destiny Lubderm, tengo 16 años y soy de Omaha, Nebraska. Mi cabello es castaño con tonos rubios en las puntas, mis ojos son de color verdes, aunque a veces se ven azules, soy de piel blanca pero cómo me gusta mucho ir a la playa, me quemé un poquito. Mido un metro sesenta y cinco centímetros. Me encuentro de viaje a el aeropuerto, para tomar un vuelo a Los Angeles, California donde se encuentra el idolatrado Internado Kramewood donde conviviré con al menos doscientos vampiros y al menos 800 personas de otras especies que viven mezclados en diferentes casas Kiplin, Tylnol, Samung y Gifthar. Espero quedar en Gifthar y no en Samung ya que dicen que todos los que quedan en esa son malos.

[...]

Fue un largo vuelo 4 horas 50 min, gracias a dios hubo escala en Las Vegas si no mi trasero hubiera terminado en forma del asiento.
Cuando bajé busque al chofer que iría por mi y lo encontré fácilmente ya que sostenía un letrero con mi nombre.

- Ehm, hola, disculpe yo soy Destiny Lubdarm- dije con un cierto tono de timidez.

- Buenas tardes señorita Lubdarm, mi nombre es Jeff. Yo soy el encargado de llevarla al colegio sana y salva, me permite sus maletas por favor, tenemos que irnos lo más pronto posible ya que no es seguro estar en un lugar así- Dijo el hombre tomando mis maletas.

-Sígame- lo seguí a como el me dijo y llegamos a una camioneta muy bonita, que amable me abrió la puerta.

-Suba-.

-Gracias-.

El camino fue muy callado, no sentí incómodo por qué iba en mí celular. En menos de lo que pensé llegamos al internado. Wow! Es inmenso.

Instituto KramewoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora