1. Bienvenidas cálidas.

11K 1.2K 501
                                    

9 de diciembre.

—Vamos a llegar tarde —le digo Iris mientras la arrastro de la mano por el aeropuerto—. ¿Por qué traes tantas cosas?

Estamos llegando tarde para coger nuestro vuelo porque Iris se cayó del taxi y sus cosas volaron a través del aire. La ayudé a recogerlas todas pero se hizo tarde y el avión está por salir ahora. En serio, la chica es un desastre. Trae dos valijas consigo y yo ni siquiera llevo mi mochila más grande.

—Pues porque son veintitrés malditos días —ella me golpea en el brazo, esta mañana está muy hostil—. ¿Qué te crees? ¿Qué me basta con dos camisetas y dos pantalones y tres mudas de ropa interior? No, además, llevo todas las cosas que me pondré para año nuevo... nunca la había pasado con personas, así que tuve que hacer compras.

Yo la miro extrañado mientras caminamos a toda prisa; luce como un cachorro perdido al hablar del año nuevo. No puedo creer que nunca haya celebrado uno pero aun así me guardo las preguntas para después de que estemos dentro del avión. Casi no lo alcanzamos pero por suerte la azafata nos ve y se queda en la puerta hasta que llegamos. Al fin, cuando estamos dentro, me relajo, ambos nos sentamos en la final del medio y esperamos pacientemente a que el vuelo despegue.

Noto que Iris mueve su pierna demasiado mientras yo leo una de esas revistas de avión, me está desconcentrando así que toco su pierna para hacerla parar y entonces ella apunta bruscamente hacia mí con una lata de gas pimienta que no sé de dónde demonios ha sacado porque es imposible que la hayan dejado pasar con esa cosa.

—¿¡Eso qué!? —exclamo pegado al asiento temiendo que apriete el spray—. ¿¡Te dejaron pasar con eso!? —le grito arrancando la mano de su pierna.

—Soy una chica, es defensa personal —ella se encoge de hombros—. No me toques si no quieres que te deje ciego —me advierte levantando un dedo, el spray vuelve a su sitio en su bolsillo delantero del pantalón.

—No pienso tocarte, ni siquiera para posar para una foto contigo —le advierto sacudiendo la cabeza—. Menos mal que Evan las photoshopeó todas —saco mi celular para admirar la foto que ahora tengo de protector de pantalla, es una foto pulcramente trucada de Iris y yo posando como enamorados—. Nuestros hijos serían hermosos ¿A qué sí? Solo imagínalos; rubios como yo, pequeños como tú, serían como los próximos Justin Bieber.

—Sí y también acosarían chicas para que fingieran ser sus novias frente a su familia —ella rueda los ojos—. Seguramente serían iguales a ti, porque el señor sabe que debo haberme portado mal en otra vida —ella resopla acomodándose en el asiento.

—Disculpa, pero de tener hijos juntos, creo que serían niños geniales, es decir... sé que no soy tan listo pero tú eres buena estudiante ¿No? Creo que heredarían tu inteligencia y mi buen aspecto, serían niños preciosos —le recalco moviendo mi mano, ella rueda los ojos—. Ahora dime ¿Por qué el año nuevo te hace tanta ilusión?

—¿Quién dijo que me hace ilusión? —ella se cruza de brazos.

—Lo digo yo, porque te vi, te brillaron los ojos cuando lo mencionaste —la acuso.

—Bueno, nunca lo celebro, no puedes culparme —ella levanta el mentón—. No tengo familia y a Evan no le gusta celebrarlo así que me condena a quedarme en casa sin hacer nada... de hecho, navidad tampoco la puedo celebrar, me gustaría enviarle regalos a papá pero no sé donde está, mamá mucho menos, mis tíos me matarían si les envío algo y Evan nunca devuelve mis regalos —ella se encoge de hombros tímidamente—. Me hace un poco de ilusión, es verdad.

—Oh... —susurro mirándola con tristeza.

Pobre pequeña. No puedo imaginarme vivir sin celebrar esas fechas en familia. Mi familia es grande y da trabajo pero no por eso no me gustan las fiestas que organizan. Todo el mundo es muy alegre, la comida es genial y ver a todos mis primos reunidos y compartir anécdotas es precioso, nunca lo cambiaría por nada. Solo estoy harto de que mi familia me hostigue con lo de conseguir una novia, no necesito una novia y no hay manera de que ellos lo entiendan pero por todo lo demás, de verdad disfruto las fiestas.

23 días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora