one shot

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Ciel Phantomhive un niño apenas entrado en la pubertad a sus trece años era sexualmente activo gracias a su mayordomo, Sebastián Michaelis un demonio de unos aparentes 27 años. Sebastián y Ciel aprovechaban cualquier momento para tener sexo salvaje cualquier lugar era bueno, Sebastián es un ser lujurioso por naturaleza y Ciel estaba en edad de experimentar por lo que eran capaces de dedicar todo el día solo a eso.
Siempre era igual ni un solo beso sincero ni una sola muestra de cariño, siempre manteniendo las formalidades todo frío, sin sentimientos y con el tiempo sin sentido ..."Los demonios no tienen sentimientos" se decía el joven Conde una y otra vez al terminar pero era una puñalada para su joven corazón que jamás había conocido más que el odio y rencor que ahora era sustituido por otro sentimiento cálido y doloroso por igual.
Otra sesión de sexo se saldaba con indiferencia ... Al principio lo llenaba pero con el tiempo solo dejaba un enorme vacío .
-Bocchan ¿Se encuentra bien? Parece algo distraído ultimamente - Sebastián sirvió con su caracteristica sonrisa hipócrita un trozo de tarta con el que el menor jugaba. Se vistió a una velocidad increíble y vistió al menor también con el camisón, los fríos guantes daban escalofríos al menor. Ciel era totalmente incapaz de explicarle al ser que era lo que pasaba, en el mejor de los casos se burlaría por pedir un imposible para un demonio.
- No es nada - Ciel como todo niño había leído esos cuentos donde el príncipe y la princesa se Quieren mucho a pesar de las adversidades y solo sentía todo aquello como un parche temporal, el quería poder abrazar al mayor solo por abrazarlo, quería poder darle un beso tierno y dormir acurrucado en su pecho, sentir esa clase de calor... Por su puesto que si lo ordenaba lo haría pero no quería amor vacío como el sexo, quería que como en los cuentos algo pasase e hiciese sentir al frío corazón demoniaco.
- Últimamente actúa raro ¿esta seguro que no pasa nada? - Sebastián servía con desinterés una taza de té clavando sus ojos carmesíes en el alicaído niño que jugueteaba con el pastel.
- Quizás no hiciste bien tu trabajo - fingiendo integridad alzaba una mirada altanera hacia el mayor
- Mis más sinceras disculpas si ese fue el caso, aunque lo considero muy improbable - Nada había cambiado en la mirada del azabache y Ciel solo lo sintió como una puñalada a su ser.
- Puedes retirarte - esa indiferencia ese amor fingido cada día dolían más, era como un muñeco de un niño podía quererlo mucho pero eso no lo haría devolver el cariño.
- Buenas noches bocchan - con una reverencia salía del cuarto.
Ciel se sentía abatido, tener a Sebastián era como perseguir una ilusión, sabia perfectamente que no podía sentir amor, era un mero juguete del demonio. Era un agujero que necesitaba llenar desesperadamente. Inconscientemente se abrazó a una larga almohada ahogando sus sollozos incipientes en ella agarrándola con fuerza queriendo llenar ese hueco que sentía queriendo recibir el calor de un abrazo desinteresado, un consuelo a su soledad. Sus lágrimas de importancia y rabia quemaban su ser. Ciel se levanto en la madrudada dando unos pasos asta la ventana ¿si se tira...como reaccionaria Sebastián? Con una amarga sonrisa se imaginaba a Sebastián rescatandolo con su hipócrita sonrisa. Abrió la ventana dejando que el frío viento invernal atravesará todo su cuerpo. Apoyándose en el marco de la ventana se quedaba de pie en marco, entre la caída de bastantes metros de altura y la sala, miraba el suelo casi con anhelo de un descanso, anhelo del calor humano, anhelo de afecto. Buscaba darle un descanso a todos esos sentimientos que lo estaban asfixiando. Tragó saliva y se dejó vencer hacia delante escuchando tras de sí la puerta abrirse de un portazo - ¡Bocchan! - de oía desesperado aunque Ciel bien sabía que no era más que hipocresía. Cerro los ojos esperando el impacto pero solo sintió los brazos de Sebastián que lo agarraban con fuerza, la exaltada respiración del mayor retumba en el oído del menor apenas abrió los ojos y vio la cara pálida y descompuesta, con sus ojos abiertos como platos y su boca jadeante. Sebastián se deja caer de rodillas sobre la graba del suelo arrando con fuerza el delgado cuerpo del niño. - No vuelva a hacer eso nunca bocchan - La voz normalmente segura de Sebastián estaba temblorosa, Ciel estaba tan pegado que también podía sentir los latinos desbocados del mayor.
- No sabia que pudieras asustarte así por la cena - Más que asustado Ciel estaba curioso de esa reacción de alguna manera se sentía feliz de haber podido asustar al mayor de alguna forma significa que le importaba.
- ¡Ciel! No vuelvas a hacer eso nunca más, si algo paso me lo cuentas, pero no intentes acabar asi - Llegados a este punto no sabia si era su habitual hipocresía o preocupación genuina pero Ciel lo sentía cálido, tan cálido que sus lágrimas rodaban por sus mejillas - Que es lo que te tiene tan apenado - toda formalidad había desaparecido
- Frío... Se sentía todo tan frío... Era todo tan vacío... - las lagrimas calaba el traje del mayor
- Solo tenias que ordenar - otra puñalada al joven con más frío amor de pega.
- ¿Que sentido tiene ordenar algo de cariño? - Sebastián acariciaba el cabello del menor intentando tranquilizarlo apoyó su cabeza en el hombro del menor.
- Ciel te quiero - por un segundo asta el corazón del menor pareció dejar de latir pero en seguida las lágrimas cayeron con más fluidez
- no juegues con eso estúpido, te digo que me siento solo...es cruel - Sebastián se levantó y de dos o tres saltos llego asta la ventana cerrandola tras de él
- Te quiero Ciel - Recostó al niño en la cama tapándole de nuevo
- No estoy de humor Sebastián
- Siempre pensé que esto esa algo que no era de tu gusto - Sebastián quitaba su ropa quedando con la camisa - Realmente no entiendo los sentimientos humanos, pero soledad si es algo que últimamente me ha asolado - Se metió en la cama abrazando al niño entre sus brazos, este por su lado se acurrucaba en su pecho - Te amo Ciel
- Sebastián - las lágrimas del menor no paraban de salir, esta vez era por ver todo ese vacío anterior y todos esos sentimientos todo correspondido ahora - te quiero Sebastián - Ciel dio un pequeño y tierno beso, un beso de cariño para nada lascibo. - Pero tu mismo dijiste que no sientes - Sebastián se abrazó más
- Si eso fuera verdad no me habría asustado tanto - Con eso como prueba irrefutable Ciel quedo dormido en los cálidos y acogedores brazos del mayor.

Ciel despertó en la noche incapaz de dormir, sabia que los demonios no dormían sin embargo eran capaces de descansar o más bien meditar como suponía estaba haciendo porque llevaba con los ojos cerrados lo que a Ciel le resultó mucho tiempo. Se veía tan tranquilo y relajado, todo despeinado y con la boca entreabierta. Era una faceta que Ciel no había visto, normalmente es muy cuadriculado, pero ahora parecía una persona normal y solo hacia que Ciel se enamorase mas. Llevaba un tiempo mirando con detalle la perfecta cara del mayor y aun así no supo decir cuando esbozo esa sonrisa burlona - Mentiroso - Susurraba al oído del otro que no podía más que sonreír más y finalmente abrir los ojos
- Realmente estabas muy atento
- Parecías muy tranquilo
- Los demonios no suelen descansar porque es un lado vulnerable - Sebastián beso la frente del menor - que lo haga delante de ti es símbolo de confianza - Sebastián reprimío unas risas - Aunque si va a afectar tanto tu sueño mejor que no lo haga. - Entre risas y bromas comenzaban ambos seres a complementarse el uno al otro, un demonio ninfomano y un niño solitario encontraban el consuelo entre ellos.

Kuroshitsuji : Ese Conde SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora