5 Marzo 1997

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Querido amor mío, espero una vez me perdones...

Cuando tenía 5 años amaba jugar a las barbies, era todo tan fácil por el simple echo de que le podrías arreglar la vida a tu antojo.

De pequeña tuve muchos sueños para cuando creciera, ser veterinaria, chef o ser como mi madre. Que gran mujer.

Al entrar a estudiar las cosas iban cambiando, era más consciente de todo a mi alrededor y supe que ya nada sería sencillo (las matemáticas por ejemplo).

Ya cerca de acabar la prepa a empezaron las típicas preguntas: ¿Ya sabes que vas a estudias? ¿Averigüastes de las carreras? ¿Estuviste mirando las Universidades? Todo eso era una gran mierda.

Cuando por fin sabes que estudiar y empiezas a hacerlo siguen con cosas peores: ¿Vas a conseguir trabajo? ¿Ya viste los anuncios de empleo? Blah blah blah...

Y entonces apareció, nunca creí que me pasará. Las historias con finales felices están sobre-valoradas.

Lo conocí al ir al parque, era todo lo que siempre imaginaba con una gran sonrisa, mirada encantadora y con una naturaleza misteriosa, simplemente prefecto.

Sin planearlo nos encontrábamos ahí, nunca fui tan creyente del lenguaje de miradas.

Éramos algo, algunos nos decían novios pero para nosotros no había título para tan magnífica situación, lo éramos todo para el otro.

Adoptamos un cachorro. Nunca supimos que raza era, lo recogimos cuando trataba de cruzar la carretera y ningún carro se detenía para ayudarlo, lo nombramos "Luz".

Los tres nos mudamos, una pequeña casa perfecta y con un gran patio trasero para nuestro pequeño cachorro.

Me preparó una cena, todo estaba perfecto y sospechoso y al verlo con su hermoso esmoquin las sospechas se hacían más claras.

Era un hermoso anillo, tan simple como prefecto, tan único como nosotros y tan claro como el "si" de su pregunta. ¿Te casarías conmigo?.

Nuestras familias estaban alegres con nuestra decisión, empezaron a hablar de los preparativos y empecé a enfrentarme al estrés que esto me traía.

El siempre estuvo a mi lado, nunca se fue y yo siempre estuve para el, nunca me fui.

Ya sólo faltaban 5 minutos para la marcha nupcial, me dieron un tiempo a solas para que me relajara.

Salí por la puerta trasera, necesitaba un respiro. Termine faltando a nuestra boda.

Ese día no me casé, no hubo Luna de miel, no hubo el tan esperado baile, no fui suya y el no fue mio.

Sólo espero que lo entienda...

Lo lamento amor mío.

Diarios De DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora