DIEZ

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El camino hacia el restaurante se vuelve breve en compañía de Aaron.
Cuando llegamos, abre la puerta para salir y me dice que espere, yo obedezco.
Frente a mi ventana se arregla el traje y enseguida abre la puerta extendiendo su mano para ayudarme a salir.
Dejo escapar una sonrisa radiante, aquella que solo el provoca en mi y tanto le agrada.
Cierra la puerta detrás de mi sin soltar nunca mi mano.
Su agarre es seguro, fuerte, pero sin hacerme daño. Su mano es cálida y de alguna manera me hace sentir protegida.
Sin pensarlo me coloco bajo su brazo y ocupo ese lugar en el que encajo perfectamente, puedo respirar su esencia y oír sus latidos.
Comenzamos a caminar lentamente hacia la entrada.
Un hombre de porte muy elegante nos abre la puerta y Aaron me deja pasar primero tomándome por la cintura.
Aaron le dice algo en voz baja al hombre que nos recibió y posteriormente nos dirige hasta la mesa que Aaron había reservado.
El lugar es bastante amplio y no se me dificulta avanzar con el vestido que Aaron me ha regalado.
Si en un principio le pareció buena idea que yo llevara un vestido como este, ya no lo cree.
Varios chicos del lugar me sigen con la vista de una manera nada discreta y de inmediato Aaron me toma de la cintura y me pega a el.
-¿Pasa algo?- le pregunto disimulando no saber lo que pasa.
-Nada, solo quería abrazarte- su intento por mostrar indiferencia me da gracia y comienzo a reír.
Cuando llegamos a nuestra mesa el hombre que nos acompañaba retira la silla para que me siente y se aleja de inmediato.
Aaron toma asiento pero sige mirando a los lados.
-Es tu culpa- comienzo a decir.
-¿Mi culpa?- me mira desconcertado.
-Tu fuiste quien me dijo que traer- le digo cruzando los brazos.
-¿No te gustó?, diculpa no quise ponerte incómoda- suena nervioso y me apresuro a calmarlo.
-El vestido me encantó, es muy hermoso y no soy la única que lo cree- señalo con la cabeza al chico que tengo enfrente, justo detrás de Aaron.
Aaron voltea y lo mira de una manera amenazadora. El chico entiende y baja la mirada de inmediato.
Su mandíbula comienza a tensarse, lo que es señal de que está molesto y por el bien de todos los comensales comienzo con un tema mas relajado para que se tranquilice.
-¿Has hablado con tus padres?-
-Si, me han hablado esta mañana para felicitarme- su mándibula sigue tensa y su ceño fruncido.
-Tienes diesiócho años y te ves de treinta, relájate, venimos a pasar un buen rato- levanto su rostro suavemente y le dedico una sonrisa dulce.
Al instante sus músculos se relajan y se dibuja una sonrisa en su rostro.
-Recuerdo la primera vez que vi esa sonrisa- sigo diciendo en un tono cada vez más dulzón.
-Fue la primera vez que te vi preciosa, ¿cómo olvidarlo?- me da un pequeño golpecito en la nariz.
Un rato después llega la cena. Canastillas de pimiento rellenas de pasta y trocitos de carne. Se ve realmente delicioso, sólo espero que terminen de acomodar todo en la mesa para empezar a picar mi plato.
Mientras comemos nadie dice una sola palabra, estamos tan concentrados en nuestra comida que se acaba demasiado rápido.
-¿Te gustó la comida?- me dice mirando mi plato vacío y sonriendo.
-Estuvo deliciosa- necesito caminar o podría devolverlo todo ahora mismo.
Para mi favor Aaron me propone salir a caminar y respirar aire fresco.
Me ayuda a levantarme de la silla y me coloca bajo su brazo nuevamente. Nos dirigimos hacia la puerta trasera.
Antes de abrirla Aaron se coloca detrás de mí y me dice en voz baja -Cierra los ojos- y sin chistar, lo hago.
Es un pésimo guía, pero después de tres tropiezos, al fin me vuelve a decir -Ya puedes abrirlos-
Cuando los abro, puedo ver frente a mí una escena casi mágica.
Al fondo hay un gran lago adornado con algunos cisnes blancos que nadan tranquilamente de un lado a otro. Es un lugar impresionante. Algunos rayos de sol se escapan entre las hojas de los árboles que nos rodean.
-Es precioso- digo con voz suave y lenta, tan impresionada por su belleza.
Aaron me toma la cara con sus manos y me mira directamente a los ojos durante varios segundos.
-Sofia...- mi nombre suena tan bien cuando lo pronuncia y provoca que una ola de calor y electricidad suban por mi columna.
¿Que estoy haciendo?, si dejo que esto avance se convertirá en un caos y lo que menos quiero es perderlo.
-Me gustas, me gustas mucho- lo suelta sin más y comienza a acercarse.
Siento su respiración acelerada igual a la mía, mi ritmo cardíaco se acelera y me estoy dejando llevar.
Cada vez más cerca, comienzo a temblar.
Mis piernas amenazan con dejarme caer.
Este se convierte en el momento más largo de mi vida. ¿A qué espera?
No puedo soportarlo más.

FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora