Una semana después.
Voy camino por la acera que queda a mi casa, es de noche pero hoy decidí salir a caminar un poco, distraerme de todo. De los problemas que tengo con Ryan, Justin y Gabriel. Aunque Gabriel no ha hecho nada malo, es más. Siempre intenta sacarme una sonrisa en malos momentos, sigo preguntándome su extraño interés en mí. Vamos, soy una chica no bonita, una chica desaliñada, una chica de pocos amigos y de poco hablar. Soy seca la mayoría del tiempo y cuando quiero ser tierna y dulce, lo soy. No llamo la atención de ningún chico, pero olvidándome de mí. Lo que más me aterra lo que estoy sintiendo por él y por Justin al mismo tiempo.
Justin es el chico que he esperado prácticamente por dos largos años y creo que voy para tres y no le gusto. Y aparece Gabriel con su aura de chico malo e inefable dándome lo mejor del mundo. La semana pasada, cuando me dijo que me fuera con él, me llevo a un lugar donde se podía convivir con las estrellas, que se podía ver la gran luna llena. Me dio lo que otra persona no me ha podido dar, ni siquiera yo misma. Paz, eso fue suficiente para mí. Me regalo sus besos por casi toda la noche y se sintió tan bien que quise que se repitiera una y otra vez ese día, esa noche. No me acosté con él para saber que me hace sentir querida. Mi cabeza esta un lio con la llegada de él.
Intento disimular que me gusta estando cerca de él. Que prefiero mil veces escuchar su voz pronunciando cualquier calamidad que le haya sucedido, que escuchar las estupideces de mi amigo y de Justin. Y sobre él, la guardia de mi amigo ha bajado, Justin está más atento y amable. Se disculparon pero siguen con el roce con Gabriel, ¿Qué quieren? Justin esta semana me hablaba de todo un poco, hubo ocasiones en la que nos íbamos juntos y podía observar sus ojos marrones y su cabello color castaño claro, detallar sus tatuajes y preguntar por ellos, me invito a salir que por eso tuve una discusión con Gabriel, mi primera discusión con él. Pero no me podía negar a una oportunidad de conocer a Justin, el chico que se robó mi atención y mi corazón hace tres años prácticamente. Sé que, gustar no es amar ni querer pero Gabriel está robándose toda mi atención.
Volteo a la casa de Justin y por casualidad de la vida, él está sentado al frente de la suya, con las manos cruzadas y el ceño fruncido, pensando. Lo he observado tanto que puedo deducir en qué estado emocional se encuentra. Le saludo con la mano. Me mira y me sonríe.
– Ven, siéntate conmigo – me invita. No debería negar esa oportunidad. Camino hacia él y me siento a su lado, le sonrío.
– Hola – prácticamente en un susurro le saludo.
– Hola – saluda con su voz ronca y sexy que me hace estremecer los huesos. – ¿Qué haces a esta hora? Caminando sola. – sonríe a media – no, ya lo sé. Estabas con Gabriel. – bufa.
– no, caminaba sola. Gabriel y yo... Estamos algo disgustado – informo no convencida de decir eso.
– ¿así? – alza una ceja. Créanme que se ve tan sexy. – ustedes son la feliz pareja perfecta todo el tiempo. – dice en medio de un gruñido. Su entrecejo se arruga y su mandíbula se tensa. Rio un poco para bajar la tensión.
– No, él y yo solo somos amigos – me muerdo el labio nerviosa. ¿Por qué lo estoy?
– No sabía que los amigos se besan – me mira. Suspiro. Sus ojos están oscuros, podría deducir sus malas intenciones pero me distrae su boca tan rosada y carnosa. – en ese caso, tu y yo somos amigos – y lo único que puedo recordar solo la mitad de lo que dijo ya que sus labios se unen al mío.
Sus cálidos labios me besan suavemente. Puedo sentir su mano en mi mejilla sosteniéndome mientras que su lengua y la mía juegan lentamente. Es un beso increíble pero no son como los de Gabriel, posesivos pero cálidos y dulces que te hacen sentir muchas cosas al mismo tiempo. Este beso es tan frío como la noche, como esta noche. Poco a poco nos separamos y a lo lejos por la esquina del ojo puedo distinguir una figura. Volteo rápido y me encuentro con Gabriel, con su ceño fruncido y las manos en sus bolsillos de la chaqueta de cuero que en la mayoría del tiempo la utiliza, siempre para no mentir.
– Buenas noches – cada palabra fue dicha con rabia y veneno. Fue algo hiriente de ver y oír, ser odiado por él es como que te acuchillaran en ese instante. Observo como se va y se pierde de mi vista. Miro a Justin y me levanto de una vez.
– ¡Gabriel! – lo llamo, no se detiene. – ¡Gabriel! ¡Espera! – le grito con toda mi fuerza quemando cada cuerda vocal al gritar. Esta vez voltea, no me detengo y corro hasta llegar a él.
En sus ojos puedo ver su enojo, puedo observar que está dolido. ¿Por qué? Solo fue un beso y él y yo no somos nada o ¿sí?
– ¿Qué? ¿Me vas a decir cómo te sentiste cuando te beso? Pues créeme que no lo tienes que hacer – sisea. La vena de su frente se puede ver con la poca luz que nos regala el faro, eso sucede cuando la rabia lo consume, lo vi cuando discutía con Justin o Ryan, lo vi en aquella pelea que me invito. Estoy sorprendida por esa reacción, puede ser que me esté cuidando de una mala jugada de cualquier chico o puede ser que este tan confundido igual que yo, que no tolera verme besarme con otro. Solo es una suposición baja de posibilidades.
– ¿de qué hablas? Solo vine porque estas molesto y no quiero que te vayas con algo que no es – susurro pero dejando en ver que no estoy nerviosa por lo que me pueda venir aunque por dentro mi alma tiembla, ya tuve una discusión y fue lo bastante fuerte como para tener otra. Y menos de una semana.
– ¿lo que no es? Vi perfectamente lo que era – Sus dientes chocan al hablar, su voz es una amenaza latente, su vena se nota más – ¿te gustó? – pregunta repentinamente.
– ¿Qué? – alzo una ceja.
– ¿te gustó? – pronuncia cada palabra con rabia.
– No entiendo – digo simplemente. No le diré si me gustó o no. No le diré que compare sus besos con el de Justin.
Voltea y me da una vista de su mandíbula tensa y algo golpeada.
– ¿Qué te paso? – intento tocarle pero me aparta la mano tomándola y presionándome fuerte.
– Eso no importa –sisea. – Ahora dime – gruñe. Su agarre se hace más fuerte.
– Me maltratas Gabriel – me quejo en un aullido de dolor.
– ya que no me quieres decir. Después de esto me dirás quién fue el mejor – mi cerebro trata de procesar lo que dijo pero su cuerpo pegado al mío y sus labios reclamándome no me deja pensar con claridad. Esa sensación está de vuelta en mí con solo su toque, sus labios me dicen más que sus palabras que no me importa porque lo tengo aquí, besándome como el mejor lo sabe hacer.
Sus manos se cuelan por debajo de mi camisa, piel con piel, una sensación electrizante. Rodeo su cuello con mis brazos. No quiero que se aleje, no ahora, lo necesito, necesito su toque, sus besos dulces y posesivos, me hacen vivir más de lo que quiero. Cada vez que lo hace mi corazón va por mil por hora cosa que no pudo hacer Justin que esperaba eso de él, mientras que Gabriel me da más de lo que esperaba.
Me separa de él poco a poco, no quiero. Quiero que me haga lo que me hace. Me separo a regañadientes.
– ¿ahora? – pregunta jadeante. Abro los ojos sorprendida. – ¿Quién fue el mejor? – pregunta un poco más calmado. Sé que está siendo egoísta pero él me genera este sentimiento que no puedo ignorar. Me muerdo el labio y me abalanzo contra él.
– Tú – digo en sus labios – no lo negare. – le muerdo el labio y se separa de mi bruscamente. – ¿Qué? – puedo ver como sus ojos brillan, una sonrisa se asoma en sus labios.
– Tengo una pequeña obsesión contigo, debo confesarlo – susurra con voz ronca. El corazón va mil por hora. – Además tu amigo Justin está disfrutando de nuestro acto – alzo una ceja. Me volteo rápido y no lo veo,Gabriel me toma por la cadera y me hace verlo. – ya se fue, ¿en que estábamos?– sin dejarme responder, me besa. Y otra vez, todo vuelve a ti, Gabriel. Eres mi centro en estos momentos
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Cuento De Hada
RomanceA veces pienso: si todo lo que deseamos está en unas letras que fueron combinadas para formar unas palabras, que construyen una historia perfecta o ¿es lo que sacan de la vida real y lo plasman en esas historias que tanto leemos las chicas? Como yo...