Cap. 10 Love Myself

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Cap. 10 Love Myself

Una semana después

Un mes largo y agotador, nunca en mi vida he tenido tantos problemas. ¿Qué le pasa a la gente? En un momento, te ven y no eres nadie, pasa el tiempo, te las consigues una vez más y eres su centro de atención. Esto fue lo que me paso. Sobreviviente entre tres mundos diferentes y es estresante.

­­intento leer mi libro favorito, que me regalo mamá el año pasado y no he podido concentrarme en él. Mi mente divaga al nombre Justin Bieber. Con tan solo escucharlo, me daba escalofrió, mi corazón se aceleraba y con verlo mi mundo se ponía en blanco y solo existía él. Era un extraño amor. Ahora quiero olvidarlo, quiero que los pocos recuerdos se esfumen. Lo tenía en un pedestal, lo veía buena persona, tuve que ser una ingenua porque creerlo e imaginármelo de esa manera, él es todo lo contrario.

– Hija – la voz de mi mamá atraviesa la puerta. Un timbre de voz algo chillón pero dulce.

– ¿Sí? – abro la puerta.

– Te buscan. Es un chico guapo – sonríe. Esa siempre de casamentera. Niego con la cabeza divertida. Así fue con Ryan, el pobre tuvo que aguantarse todas la cosas buenas que decía mi mamá de mí. ¿Quién será? Ojala que no sea Gabriel porque esta vez no sabré como manejarlo, porque esta vez con Gabriel es diferente.

– Está bien. Ya bajo – asiente y se va alegre. Cierro la puerta y busco unos zapatos y me amarro el cabello en una cola alta.

Bajo las escaleras y me encuentro con el menos quería que fuera. Justin.

Diría que me ahogaría con mi propia saliva al verlo, esperándome, como me lo he imaginado siempre. Con su sonrisa genuina, su mirada de niño bueno y esos labios carnosos esperando ser besados. Pero no, me produjo rabia al verlo, descaro de su parte.

– Hola – saluda con una voz ronca, sexy. Si fuera en otra situación, estaría nerviosa con tan solo escucharlo. Suspiraría y me pondría roja.

– Hola – susurro. – Hablemos afuera – abro la puerta y espero que salga, cierro la puerta detrás de mí. – ¿Qué quieres? – me cruzo de brazos, enfrentándolo.

– ¿Por qué no vamos al parque? Queda a unos quince minutos de aquí y tu madre mirando por la ventana, no es muy cómodo. – mete sus manos a su bolsillo y se muerde el labio. Elevo una ceja incrédula, no funcionara. Si quieres lograr un movimiento conmigo, tendrás que esforzarte más de lo normal.

– Vale – le digo después de los segundo. – Vamos – paso por su lado y su perfume que tanto me gustó ahora no es nada.

Lo miro de reojo en vez en cuando y su mirada está perdida al frente. Me imagino que estará pensando en que decirme, yo solo quiero que me deje en paz. Es lamentable pero lo que yo sentía por él, era una ilusión tonta que el mismo mato hace días. Si, decepcionada estoy.

– Tu mamá es mona, muy amable – comenta. Lo miro.

– Sí, ella siempre es así... Con todo el mundo – hablo seco. Prácticamente estoy forzada al estar aquí con él.

– Me imagino cuando conozca a un pretendiente, porque debes de tener, ¿verdad? – siento su mirada. Suspiro.

– No – me encojo de hombros. – No me interesa, nunca los tuve y no lo necesito – le quitó importancia a su miserable alago.

– ¿Por qué eres así? – Paro en seco – Ryan me dice que eres un sol, pero me tratas distante – ruedo los ojos. Claro, Ryan tenía que estar en esta conversación, su nombre no te va a proteger de nada.

– No te conozco, solo es eso – trato de no sonar cortante pero le cortare las alas si sigue así.

– Ya veo – ríe nervioso. – Si me conocería más, ¿me dieras otro trato? – me muestras sus blancos y perfectos dientes.

– No. Es complicado, tienes que ganarte mi confianza – detengo el paso y lo observo. – si te la ganas te daré el trato que te mereces, sino. No eres nadie en mi vida, así de simple. –me encojo de hombros y sigo caminando. Miro hacia atrás por encima del hombro. Está parado observándome. – ¿Vienes? – frunzo el ceño. Trota para alcanzarme y estamos en sincronía otra vez.

– Entiendo – dice distraído. – Mira. Sentémonos en aquel banco. – me señala uno que está debajo de un árbol. Buen lugar. Asiento y le sigo. Nos sentamos y miro al frente.

– ¿De qué quieres hablar? – observo la gente pasar. Es poca pero suficiente para no sentirme sola con Justin.

– Tú me gustas – suelta de la nada. Mi corazón se congela y la brisa del otoño empieza su rutina. Fue de película de momento. Sería perfecto me di de cuenta que todo lo que sentía por él, se murió desde que la primera vez Gabriel me beso y desde la pelea, todo se borró. Ahora... ¿Qué le digo? Suspiro, esto es una tontería. A mí me gusta Gabriel, no él.

– Me alagas – me paso la lengua por los labios. – Pero Justin – carraspeo. Intento calmarme pero me interrumpe con un beso.

No... No otra vez. Me toma del cuello mientras la otra, la posiciona en mi mejilla. Esta tan caliente y su beso frio. Lo separo.

– Justin – cierro los ojos. – Yo... No, no me gustas. No puedo. – me voltea la cara.

– Estas mintiendo. Solo sigues molesta por lo de la apuesta – sus ojos se oscurecen. – Si es eso. Lo siento, perdóname pero te juro que no era mi intención hacerte daño – frunzo el ceño.

– ¿Hacerme daño? Si el daño está hecho – el nudo en la garganta me invade – Justin no siento nada por ti, hace dos años si pero ahora no. – Mis labios se forman en una línea – lo de la apuesta si me dolió, no lo voy a negar pero no es por eso. – Veo la tristeza en sus ojos. Vaya que no soy buena en esto. – A mí me gusta otra persona... Creo que llegaste muy tarde – trago fuerte.

– Gabriel, ¿no? – asiento. Bufa – de todas formas, sin apuesta o con apuesta – lo miro interesada en lo siguiente que dirá. – El gano. Se ganó tu confianza y tu corazón, ¿no? – mi labios se abren un poco, resecándose por la brisa del otoño. Baja la mirada. – ¿Cómo lo hizo? – me mira y sus ojos marrones están cristalizados... Mi corazón se estruje, no me miente... Nunca me mintió.

– No lo sé – trago fuerte – solo sucedió – susurro.

– ¿Cómo pude perderte? – carraspea. Suspiro.

– No lo hagas difícil – digo secamente. Lo enfrento mirándolo directo a los ojos. – No te iba esperar toda mi vida. ¿Sabes? Soy una persona que padece y siente. – Hablo entre dientes. – Mientras que tú y tu novia pasaban las de Happy yo me las pasaba mal – me levanto – tengo vida y te digo algo – frunzo el ceño. Me ha dado calor – con todo esto he aprendido a quererme a mí misma – niego con la cabeza. – Justin, llegue a creer que me había enamorado de ti, pero enamorarse es otra cosa, es algo grande. Solo fue una ilusión de una cara bonita. – Aprieto los labios, tratando de no derramar ninguna lagrima pero fallo y se me escapa una – lo siento pero has llegado tarde. – Me levanto para irme pero me detiene con mi nombre. Giro a verlo.

– Perdóname tú a mí por no darme cuenta antes y dile a tu chico que tiene suerte – asiento – ah, estere ahí para ti para lo que quieras. – Guiña un ojo y me regala una sonrisa. – sonrío un poco y me retiro de aquel lugar.

Llegaste tarde, muy tarde.

Cuento De HadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora