Capítulo 1. Same Old Love

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Y aquí estoy, tratando de aprenderme la clase de matemática para dos días y medio. En un restaurant de comida rápida, conocido como McDonald's. Esta solo a esta hora del día. ¿Hora? Ocho de la mañana, ¿Qué hago un sábado a las ocho de la mañana en un lugar así? Que debería estar roncando en mi cama con este frio que hace. Fácil, no he podido dormir ya que algún vecino tenía una fiesta a todo volumen en su casa, celebrando algo. En fin, vamos a concentrarnos en matemática que en esta materia no soy buena.

Pero creo que no soy la única que le gusta madrugar. Aquí está mi ex compañero de clase, Justin Bieber. El guapo Justin Bieber. Si me gusto un tiempo, bueno sigue gustándome, ¿y a quien no?

Mírenlo. Tiene estilo para vestirse, con esos pantalones negros y esa camisa sin manga blanca, haciendo juego con esos zapatos tipo botines blancos. Ese cabello color miel algo desordenado, esa forma de mirar de chico malo con sus ojos color marrón y para finalizar esa sonrisa... ¡¿Pero qué mierda Julieth?! ¡Deja de babear! Es mejor que me vaya de aquí, antes que me vea. Adiós Justin brazos fornidos Bieber.

Tomo mis cosas y me levanto de mi silla habitual, salgo por la puerta como toda una cobarde. Intento estabilizar la respiración y camino con calma. Llego a la esquina y me doy cuenta que se me olvido algo en el McDonald's. Mi cuaderno de notas y de inspiración. Díganme loca, háganlo. Es lo que la gente hace todo el tiempo, como si nadie tuviera algo importante en sus vidas para desahogarse o intentar otra cosa. Doy la vuelta y lo primero que veo es a mi caballero negro, camina a mi dirección y por un segundo nuestras miradas se conectan. Sería el momento perfecto para detallar sus ojos color miel, pero hay un asunto más importante que tratar, recuperar el cuaderno.

Al pasar por su lado pude oler su perfumen y es una mezcla de alcohol, cigarrillo y el perfumen 212 para hombres. Una sola palabra:

¡Increíble!

Troto un poco y entro nuevamente al mismo lugar, voy a mi lugar y no veo el cuaderno, reviso mi bolso para ver si me regrese por gusto. En el bolso no está, en la mesa, ni en el piso esta. ¡Mierda!

La chica del servicio está limpiando, debo preguntarle. Llego hasta ella y le toco el hombro, se voltea y me mira desde arriba. ¡wow! Es alta.

– ¿sí? – y su voz como la de una modelo. Mi pregunto que hace aquí, limpiando. Su lugar debería ser la pasarela con ese rostro que se gasta. Pero no es mi problema, ni mi vida.

– Chica, disculpa. ¿Pero no has visto un cuaderno en esa mesa de la esquina de la ventana? - señalo el lugar para ser más específica sino me entiende.

– sí, se lo llevo un chico. Creo que tiene un tatuaje en el cuello y estaba vestido con una camisa sin manga y unos pantalones negros, ¿te sirve la información? – este es el momento en que quisiera que la tierra se abriera y me tragara y que no me devolviera hasta que ese chico terminara de leer mi cuaderno.

– ¿Dirección a la que se fue? – necesito verificar si estamos hablando del mismo chico. Me señala la dirección. Cierro los ojos pidiendo que sea hora de que la tierra se abra. – gracias. – salgo corriendo del lugar. Me detengo al salir del lugar para ver si sigue cerca Justin y no, el chico se fue. Debo correr.

Corro, corro y sigo corriendo y veo que la cuadra se hace larga. Me paro en la esquina y miro en toda dirección posible que se haya ido este hermoso hombre con mi cuaderno. Y por un milagro del señor supremo, lo encuentro en la otra esquina hablando con alguien y si efectivamente tiene mi cuaderno en sus manos. ¿Por qué no me di cuenta que lo tenía cuando nos cruzamos? Así, ya se. Estaba concentrada en sus ojos. Pego la milla para alcanzarlo.

– ¡Ey! ¡Chico! – grito para que me escuche pero la conversación es más importante. - ¡EY! ¡CHICO! ¡EL DE LA CAMISA BLANCA! – y los dos voltean, claro los dos tienen camisa blanca. Me miran con cara de pocos amigos pero no me importa, él tiene mi cuaderno. Llego a ellos agotada pero recupero un poco el aire para decirle que eso, es mío.

– ¿si chica corredora? – y es increíble que no me recuerde. ¡Estudie por dos largos y tortuosos años con el! Sonrío con dificultad, tomo mi cuaderno pero parece que el no quiero dármelo.

– esto es mío. ¿Me lo regresas? – sonó algo extraño.

– Con que es tuyo – dice y lo suelta.

– Sí, gracias – esto si sonó sarcástico.

– Cuaderno interesante – alzo una ceja. ¿Interesante?

– ¿lo estabas leyendo? – mi voz tenía que sonar furiosa pero sonó como si fuera una niña de seis años asustada.

– sí, sobre todo la parte donde dices que si te darían un deseo, desearías matar a la bruja del lago negro y desaparecer o quedarte con el príncipe. Creo que no sería un buen libro para niños, si eso es lo que intentas hacer. – si esto fuera un dibujo animado, mi quijada llegaría al infierno, visitando al señor de las tinieblas pero por desgracia no lo es, es la vida real, cruel y verdadera.

Y solo estoy paralizada por muchas cosas que después la contare pero si tengo que elegir, sería que todavía mi corazón late por él. Y para más, mi cuerpo reacciona de una manera no muy bonita. Mi cuaderno esta vez no funciono como un cuaderno que se deja escribir pendejadas de una chica joven adulta, sino que funciono como arma y da derecho al brazo de Justin.

– Idiota – con eso me voy, quería dar la vuelta he irme, pero mi casa queda en esta dirección, así que solo pase por su lado.

Esta es la forma de saber que es el mismo viejo amor de hace dos años, desde que lo vi por primera vez entrar por la puerta del salón con su gran sonrisa.

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Cuento De HadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora