Cap. 9 | NO LO ENTIENDO.

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Antes de salir de casa, pasé dos minutos brillando en suelo para asegurarme de que la habitación de Brian no apestara a porquería más tarde. Fui al baño, lavé mi cara, cambié de ropa y me coloqué sobre mis hombros desnudos mi chaqueta de cuero preferida. Retorcí el cuello frente al espejo y miré mi rostro por unos segundos: mis ojos apagados no decían nada. No era presa de los nervios, y eso se lo debía a que tal vez seguía en ese estado paralizante del shock que apenas me permitía seguir respirando. No podía procesar nada, solo actuaba. Bajé las escaleras y vi a Brian Sr. y a mamá con sus celulares pegados en la oreja, al verme colgaron de un tirón y se acercaron precipitadamente hacia mí; mi madre se tocaba la frente y le temblaba la mano. Retrocedí automáticamente cuando noté sus miradas preocupadas y no pregunté qué estaba sucediendo, no era tan estúpida.

-¿Qué le hiciste para que reaccionara así?-cuestionó mamá agarrándome un brazo para que la mirara a la cara. Tenía la boca abierta y se le hacían arrugas alrededor de la comisura, sus ojos azules estaban brillaban debido a las lágrimas y no me conmoví ante el hecho de que estuviera al borde del llanto.

-Es un desmadre, eso es lo que pasa-me solté de su agarre y caminé con los puños apretados hacia la puerta, no me detuve aunque Brian Sr. y mi madre me ordenaron que lo hiciera de una vez por todas si no quería tener problemas. Salí de la casa sin mirar atrás ni saber adónde ir exactamente, solo quería estar fuera, dejar de ser yo por un rato, dejar de ser alguien en específico el día de hoy.

Las nubes grises cubrían el resplandor del sol de tal manera que sus bordes eran similares a la orilla de un papel cuando lo tomas y lo quemas. No hacía viento y tampoco escuchaba el cantar de los pájaros por ningún lado. Las ventanas de las casas estaban cerradas y cuando llegué al centro del pueblo, apenas me encontré con dos locales abiertos: una vinoteca y la tienda de tatuajes. Me senté en una de las bancas que estaban delante de una tienda de ropa y metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta mientras largaba un suspiro. Duré casi diez minutos sin pensar en absolutamente nada. Y era lindo, no tener sentimientos por un momento resultaba liberador, así nadie podría venir y lastimar algo que no tenía.

El problema comenzó cuando quise hacerme preguntas. Por ejemplo: ¿Por qué tenía que soportar estas cosas? Era como si saliera con quince personas a la vez: Un Brian dulce, después otro posesivo, más adelante el coqueto, luego le venía el misterioso...y así podría durar la tarde entera, enumerando una cantidad masiva de personalidades que no podía contar con los dedos de la mano, todas ellas concentradas en un solo cuerpo de apenas 18 años. ¿Qué habría tenido que pasar para que llegara a terminar de esa manera? ¿Como era que Brian Sr. no se había dando cuenta de este comportamiento tan anormal en su propio hijo?

Algo me decía que todo esto tenía que ver con Alice, y que ella era la única alternativa de que Brian pudiera librarse de todos esos demonios que no lo dejaban en paz. A la cabeza me llegaba un chico despreocupado y sonriente de quince años que salía con sus amigos sin estar en un estado de alerta constante, un chico enamorado que no sentía esa necesidad de tener encerrada a su novia y privarla de su vida social por miedo a que algún pedófilo suelto le hiciera daño. Notaba punzadas en el pecho al pensar en ello, lo que me decía que ya estaba saliendo de mi pacífico estado de shock. Me limpié una lágrima antes de que rodara por mi mejilla.

Era lamentable.

¿Había perdido tanto mi esencia hasta el punto de llegar a competir con alguien que probablemente estuviera muerto?

-Ya ni te dejas ver-volví rápidamente la cara y lo vi sentarse tranquilamente a mi lado. Su cabello rubio estaba más corto que la última vez que hablamos y llevaba puesta esa chaqueta negra que nunca se quitaba. Ya no tenía bolsas debajo de los ojos.

Trouble Boy | SEGUNDA TEMPORADA (Synyster Gates y tú) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora