Uniforme de lunes.

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Desvelado.
Insomnio y pastillas que no pasan a través de mi garganta.
Llantos ahogados que dejan mis ojos hinchados.
Me ahorcaría con una corbata.
La corbata de este traje falso junto a mi careta de los lunes.
Maldito uniforme lúgubre.
¡Malditas noches! El sueño se me hace inmune.
Y pestañeo.
Y mis ojos secos con lagañas acribillantes, al igual que mis sienes punzantes me provocan mareo.
Me desplomo, agotado.
Y cuando por fin cierro los ojos para el sueño conciliar.
El despertador comienza a sonar.
Grito impotente,
demente.
Vomito el medicamento infame y traidor.
Mi traje y mi corbata manchados de ese remedio inservible, de terror.
Para estas ojeras, corrector.
Y la voz de mi conciencia,
no tan consciente como debería ser,
me garantiza como ciencia,
que el tiempo parece correr.
Paciencia.
Y las noches pasan.
En mi mente, garabatos.
Mis recuerdos me abrazan.
De nuevo me he acostado con zapatos.
¿Qué más da? ¿Qué tanto importa?
Esta tortura me absorta.
¡Déjenme descansar!
Pero nunca lo voy a lograr...
en la obscuridad de mi mente las sombras me visitan,
me castigan,
atormentan,
y no dejan de bailar.

Rayuelas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora