Domingo.

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Dicen que los domingos son aburridos.
De la semana, para algunos el principio, para otros el final.
Poco objetivos.
Descansar.
Mañana vuelta al trabajo.
Ayer todo el tiempo jugar.
¿Qué se hace en un domingo?
Nadie sabría explicar.
Por eso es tan fabuloso, ¿de un atardecer quizás disfrutar?
Un amanecer.
Un crepúsculo.
Ganar, perder.
Tan opuestos y minúsculos.
Oblicuos, puros.
Dulce y amargo.
Salado.
Calmo y atormentado.
Medidas justas para una combinación perfecta y balanceada, como si un dedal las ajustara.
De este ingrediente un poco,
de este otro una pizca,
puede que un detalle opaco,
pues de este otro lado brilla.
Quizás tu seas mi domingo,
cambiante,
equivalente del alma mía.
Pues como tu no hay ninguno,
un domingo finalista.

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