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Mi madre se llama Nadine. Que siempre me sonó a nada. No entiendo cómo la abuela le eligió semejante nombre. Nunca me llevé bien con mamá. Es la verdad. Jamás nos entendimos y Aitana es tan parecida a ella que con mi hermana tampoco la relación ha sido de lo mejor. Pero admiro a mamá porque se ocupó sola de todo desde que mi padre se fue. Obvio que están los abuelos pero nunca vivimos con ellos y mamá se las ingenió para criarnos. Pero una cosa no quita la otra. Mamá es el extremo opuesto a mi persona.

Odia mis zapatillas. Odia que sean eternas en mis pies a medida que crezco. Odia la ropa grande y el pelo largo, la cara lavada. Y mis caderas anchas.

Mamá es el ejemplo de una modelo mamá, que no es exactamente una mamá modelo. Vamos por la calle y todos los hombres, todos, hasta los chicos de mi edad, la miran. Y la miran no solo a ella, con Aitana pasa lo mismo. Si parecen hermanas más que madre e hija. La mía es una familia de mujeres bellas y yo soy la excepción. Mamá trabaja demasiado. Mucho. Ahora que somos mayores sale con sus amigas. Y no nos vemos tanto. Pienso, cada vez más, que se casó tan joven y nos tuvo tan pronto a las dos que ahora, con sus cuarenta y pico, recién está disfrutando de lo que antes se privó.

Pese al parecido entre mamá y mi hermana, dudo de que lo mismo le pase a Aitana. Ella sí lo está pasando bárbaro a su edad. En casa no para. Ha empezado la facultad este año. Estudia comercio exterior. Y ahora tiene los amigos del secundario y los de la facultad. Todo un caos de amigos y teléfono que no para de atender. La llaman muchos chicos pero novio, por ahora, no le he conocido.

Aitana de papá no habla. No existe para ella. Es rara, Aitana, porque tiene un carácter terrible pero cuando está de buen humor nadie a su lado puede estar mal. Ni siquiera yo. Con el tiempo me di cuenta de que Aitana es de esa gente, escasa, a la que todo el mundo quiere tener cerca. Cuando se ríe, cuando nos reímos, mejor dicho, en ese momento siento que somos hermanas. Tiene la risa contagiosa como yo. Y se ríe de todo, hasta de ella misma. Cuando está de malhumor todo le molesta. Te mira como si te fuera a atravesar con la mirada. Ella también tiene mirada de hielo.
Admito que me siento más cómoda con Aitana que con mamá. Porque mamá eso de hacer sentir bien a los demás no lo logra en absoluto. Mamá es ella y solo ella. A veces me pregunto si me conoce, si sabe quién soy y qué pienso. Lo dudo. Aitana sabe. Entiende poco y comparte menos, pero sabe. Cuando está triste me pide que le toque algo en el violín. Viene a la noche cuando estoy leyendo en la cama antes de apagar la luz, se sienta al lado de mis pies y me acerca el violín . Me escucha con los ojos llenos de lágrimas. A veces llora. Yo no digo nada, solo toco. Ahora me doy cuenta de que cuando Aitana me escucha tocar, en realidad está escuchando a papá.

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Besos y abrazos❤

Giuli✌

Rafaela (Mariana Furiasse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora