Segunda: Daryl

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Jamás pensó que iba a amar nadie igual que Beth, era su creencia absurda cuando comenzó a salir con ella pero cuando tuvo a su hijo en sus brazos se dio cuenta que estaba equivocado y que iba a ser otra persona que iba a amar con toda su alma.

No, no era fácil criar de un niño pequeño que lloraba mucho por la noche y comenzó a preocuparse de que viviría en ese diminuto apartamento, Daryl quería darle todo lo que el no tuvo y aunque su casa no era tan patética como la suya de infancia, deseaba que fuera más grande. A veces estaba tan desesperado que tenía ganas de llorar pero Beth estaba ahí para darle paz o en otros casos reprenderlo cada vez que Daryl quería comprarle algo.

Él sabía la importancia de valorar las cosas pero también quería que su hijo no tuviera problemas ni sufrimientos. Necesitaba llenarlo de todas las cosas que le hicieron falta y así Beth siempre le recordaba que era mejor llenarlo de amor que de objetos. Poco a poco la buena fortuna comenzó a sonreírles y el negocio de muebles por internet tuvo tanta demanda que dejó de trabajar con Hershel y contrató a Merle para que lo ayudara.

Y entonces llegó una nueva noticia: Beth estaba embarazada de nuevo, Daryl no podía permitir que su próximo hijo llegara al mundo sin espacio. Hershel pensaba igual así que dejando la granja como aval sacó un crédito y les compró una pequeña casa. Era un alivio estar libres de paredes tan pequeñas y Daryl disfrutó del embarazo como la primera vez.

Cuando el momento llegó él recibió una inesperada noticia, en realidad no era uno si no dos niñas hermosas de cabellos rubios. Y ahora tenía tantas personas por amar que ese vacío y sensación de soledad se habían desvanecido por completo, así que se dedicó a cuidar de su hermosa familia, de prosperar el negocio y ayudar a Hershel con su deuda. No fueron años sencillos pero si felices en especial cuando todos se reunían en la granja con sus hijos y podían presumir de sus logros como niños, de sus ternuras y su belleza como familia.

Era difícil de enumerar esa sensación pero para él la navidad número dos fue aquella en la que sus hijos ya podían caminar, sus pequeñas Dina y Annie tenían cuatro mientras su enérgico Abel tenía seis. Los vio ahí jugando entre ellos a pesar de que su madre trataba de vestirlos para ir a la casa de sus abuelos.

—Hagan caso a su madre o no creo que Santa les lleve regalos— les dijo al ver la necedad de sus niños.

El trío corrió a él, con las manos extendidas y se aferraron a sus piernas entre risitas, y Daryl no podía ser más feliz porque si, eran las personas que lo amaban por ser quien era. Con mucha calma ayudó a Beth a vestir a sus hijos y salieron de su casa en dirección a la granja donde ya todos esperaban.

Olía a dulce y galletas, sonaban canciones navideñas y las risas de los niños Greene así que tanto Dina, Annie y Abel corrieron para jugar con sus primos mientras Daryl y Beth se ponían al tanto con sus familiares. Glenn y Maggie estaban muy emocionados con la promoción de Glenn mientras Shawn ponía un despacho. En cuanto a Merle y Daryl su negocio iba tan bien que pronto abrirían una tienda física además del negocio virtual.

Más tarde Merle salió al granero y le pidió a Daryl que le acompañara, comenzaron a remover entre las pacas de paja porque Merle había escondido algo, sin razón alguna Merle comenzó a reír — ¿Alguna vez pensaste que tropezarnos con ese niño nos traía aquí? —.

Merle no era tan romántico para expresar toda esa gratitud, todo ese amor y devoción que sentía por la familia Greene pero Daryl lo entendió: ellos fueron muy afortunados por llegar a convertirse en personas con propósito, por aprender a amar pero también por ser amados. Los habían salvado de una vida decadente y triste.

Merle no estaba casado pero tenía una relación estable con una mujer, amaba a sus sobrinos y dejó de lado muchos vicios para no darles un mal ejemplo. Daryl solo podía creer que era obra de los Greene, que era solo una manera de hacer bonitas las cosas sin importar lo feas o dañadas que estuvieran y para él esa había sido Beth.

—Aquí— Merle sacó una caja con montones de cohetes.

— ¿Para qué quieres tantos? — exclamó sorprendido Daryl.

— ¿Cuántos mini Daryl tienes? Eso y los mini Maggie y mini Shawn— contestó emocionado su hermano.

—Pero aquí hay algunos... ¿Son ilegales? — volvió a reprender Daryl.

—Pues la señora y el señor Greene de seguro no saben de los buenos espectáculos con luces— contestó con una sonrisa perversa Merle.

Y así en cuanto oscureció Merle lo obligó a preparar los enormes cohetes de colores y el cielo se tiño de rojo, amarillo, rosa, morado etc cada uno de ellos brillantes. La familia salió muy impresionada mientras los niños gritaban con entusiasmo y entonces Daryl de solo ver las caritas de sus hijos tan emocionadas olvidó de donde había traído Merle eso.

Se dedicó a impresionarlos, con una sonrisa en el resto de su familia hasta que no hubo más y luego se sentó en el pasto para lanzar junto con sus hijos unos más pequeños, y para las niñas pequeñas les dio luces de bengala, cuidando de la tímida Annie para que no se quemara mientras Beth de encargaba de Dina y Merle de Abel.

Luego de un rato entraron en la casa donde Annette les entregó un ponche caliente pero no pudo tomarlo, sus hijos lo atraparon entre besos y abrazos. Daryl rio con fuerza, solo con ellos podía ser así de cariñoso, al fin los pequeños se fueron a dormir y Daryl tuvo su momento especial con Beth.

No necesitaba más que besarla y acariciarla, solo quería escucharla decir que lo amaba y su noche fue perfecta porque había trabajado muy duro para tener lo que tenía... sí, no podía ser mejor que cuando se sabía amado.

—Cuando te veo tan amoroso con tus hijos me dan ganas de tener otro— confesó Beth entre besos mientras jugueteaba con sus manos.

—No, quiero poder amarlos a todos y dedicarles el mismo tiempo. Tres es el numero perfecto pero podemos fingir que queremos más hijos y disfrutar de cómo se hacen— bromeó al sentarla encima de él.

Y por la mañana lo mejor de la navidad culminó con los rostros de sus hijos emocionados, saltando de un lado a otro por los regalos e intentando romper la envoltura de los obsequios, eran hermosos, perfectos y buenos. Tal vez lo decía porque era su padre pero le daba igual, por algo eran sus hijos: para estar orgulloso de ellos.

Ya, a un solo capitulo del final,  ojala que disfruten tanto como yo lo  hago. Es la primera vez que pongo una familia completa y me gustan los fuegos articiales así que ¿porque no? jeje.



Cinco navidades (bethyl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora