Capítulo 1: Mudanza a Forks

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En el avión

Mudarse... la palabra que desde hace tiempo no me hacía nada de ilusión. Aunque mucha menos ilusión me hacía el hecho de mudarme de la bellísima Florida a la triste y húmeda población de Forks.

Bella, sin embargo, aunque no estaba emocionada, lo llevaba mejor que yo... pero claro, ella no perdía más que un par de "amigas". Y que par de amigas. Yo, sin embargo, perdía a mi grupito de amistades, la preciosa casa de Florida y, además, me distanciaba de mamá...

Bueno, ahora mismo solo me quedaba una opción, pensar en qué podía hacer en cuanto llegase a Forks y cómo iba a sobrevivir en un lugar tan apartado de la sociedad, y de la vida misma...

En el aeropuerto

Bueno, se acabó lo de reflexionar, por el momento. Papá estaba igual que siempre, vestido con el uniforme. Ni siquiera se iba a molestar en pasar con nosotros el rato que tardásemos instalarnos en su casa pues, seguramente, tendrá que irse a trabajar en cuanto nos deje allí.

- Hola Papá... – dijimos Bella y yo al unísono, sin demasiada emoción.

- ¡Hola hijos! ¿Qué tal? ¿Preparados para vivir genial los tres? – tratando de que nos mostráramos algo más receptivos.

- Claro papá... – respondió Bella con una tremenda y falsa ilusión.

- Teníamos muchas ganas de venir. – continué yo, sarcásticamente.

- Bueno, dejemos las conversaciones para después. Vayamos a casa a que os instaléis. Mañana ya tendréis tiempo a ver lo bonito que está Forks en esta época del año.

En el coche

Ya veía que bonito estaba Forks en esta época. Vamos, lluvioso, como de costumbre.
Parecía que el Sol y las nubes habían llegado a un pacto para no dejarnos ver su luz durante el otoño y el invierno.

Mientras tanto, Bella estaba pensativa. Me preguntaba que podría pensar una mente tan despreocupada como la suya. ¿Dudaría sobre el nuevo instituto? ¿sobre la vida antisocial que nos esperaba? ¿tendrá papá alguna relación sentimental?
Bueno, mejor parar, que estaba pensando más en todo yo que ella misma. Solo esperaba poder seguir contando con ella, como en Florida, aunque hayamos tenidos nuestros más y nuestros menos.

Parecía que estábamos aparcando. Ojalá y sea así, pues el camino a casa se estaba haciendo de rogar.

En casa

Por fin habíamos llegado, Bella fue corriendo -con el equipaje en mano- a la estancia que tiempo atrás fue su dormitorio. Yo, mientras, vagabundeaba por las habitaciones para ver si todo seguía igual... Y así era.

Y, por lo que el fregadero lleno de platos indicaba... Papá seguía siendo igual de "limpio" y "ordenado" como de costumbre.

Después de haber revisado a profundidad la planta inferior, decidí que era hora de subir y ver si mi cuarto había cambiado.

Pero cuando llegué, me encontré una grata sorpresa.

No había rastro de mi habitación por ningún lado. Pues, donde debía estar situada la puerta de mi dormitorio, solo había pared.

Cuando fui a buscar a papá para ver que era lo que había pasado con mi habitación, solo encontré una nota.

En ella se disculpaba por tener que ausentarse el primer día de nuestra llegada, pero es que el deber le llamaba. Por último, mencionaba que nos había dejado un poco de pizza en el microondas. Sellando el escrito con un cariñoso "os quiero mucho", que casi me mata de la risa.

Y, con este tipo de gestos, demostraba cuanto había cambiado con los años. Bien poco, por lo visto hasta el momento.

No sabía qué hacer. Ni siquiera tenía un cuarto donde dejar mis cosas... Pensé en hablarlo con Bella, a ver si a ella se le ocurría algo.

Subí velozmente las escaleras, tropezándome unas cuantas veces, y, después de casi matarme en el proceso, llegué, como es lógico, a la planta superior. A todo esto, decir que podía ver a mi hermana mirando absortamente el techo mientras escuchaba música con los auriculares puestos.

Lo mejor vino cuando me fijé en que tenía las maletas sin deshacer. Esta mujer tenía la extraordinaria habilidad de pasar de todo de una forma realmente sencilla.

- ¡Bella! – dije con el tono algo elevado - ¿me puedes hacer caso por un momento?

- Claro que sí hermanito... ¿Qué te ocurre?

- ¿A-A mí? No...nada...no me esperaba que me hicieses caso...

- A parte de decir tonterías ¿Tienes algo que decirme? No me apetece perder el tiempo...

- Pues... a ver... ¿por dónde empiezo? – dije dudoso – Bueno, empiezo con lo del cuarto. Pues... es que resulta que no está mi cuarto, simplemente ha desaparecido.

- Papá juntó nuestros cuartos el año pasado... te lo dije - respondió con mala cara - Bueno, ¿algo más?

- Que papa no está y nos ha dejado pizza en el microondas.

- No es por ser borde, que en verdad sí, pero, ¿me vas a decir algo que no sepa ya? – dijo con mala cara - ¿Qué quieres que haga yo? ¿Magia?

- No, pero ¿dónde quieres que duerma? Si ni siquiera me quieres, cómo te voy a decir si me dejas dormir en el colchón que hay ahí enfrente.

- No digas eso, soy tu hermana mayor y te quiero, solo que como buena hermana estoy aquí para fastidiarte todo lo que pueda... Aunque aquí, en Forks, creo que me gustaría tenerte al menos a ti, como compañía, creo. Y claro que puedes dormir en ese colchón, ya que es el que estaba en tu habitación. Siempre y cuando no hagas lo mismo que otros chicos de tu edad...

- Gracias hermanita... Y que tenga 16 para 17 no quiere decir que haga las "guarradas" que hacen los demás. – le dije intentando no reírme.

- Bueno Andrew, será mejor que cenemos y que nos vayamos a dormir, que ya se está haciendo tarde. Hay que aprovechar antes de que empiecen las "divertidas" clases del "precioso" instituto.

Dicho eso, bajamos a la cocina, nos preparamos la pizza y cenamos demasiado. Como si no hubiéramos comido en mucho tiempo. Por culpa de eso, me encontré un poco mal cuando me tocó intentar dormir.

Conciliar el sueño acabó siendo una tarea difícil. Entre el dolor de barriga y el miedo a lo aburrido que pudiera ser Forks tras la investigación que haría sobre que poder hacer aquí... se me quitaba el sueño.

El hermano de Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora