Capítulo 8: ¿Dónde estoy?

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Cuando intenté abrir los ojos, me di cuenta de que había mucha luz donde me encontraba. Me costó un poco poder abrir completamente los ojos. Conseguido eso, me di cuenta de que estaba tumbado en una manta, en medio de un bosque. No estaba solo, había más gente tanto cerca de mi como por otros lados.

Al poco, advertí que una señora estaba tratando de decirme algo.

- Querido, ¿cómo te encuentras? - dijo con una leve cara de preocupación.

- Esto... Creo que bien. - dije confuso.

- Me alegro. - sonriendo - ¿Te ayudo a ponerte en pie?

Antes de poder decir nada ya me había tendido la mano y la cogí para poder levantarme del suelo. Una vez de pie, me fijé en el lugar en el que me encontraba. Había muchísimos árboles gigantescos, entre los cuales había casas de madera. Era como una ciudad, pero en los árboles. Realmente hermoso. Podía ver a algunas personas pasando por los puentes colgantes que iban de un árbol a otro, a niños y niñas corriendo por aquí y por allá mientras reían y, también a gente subiendo y bajando de aquella inmensa construcción de madera mediante largas escaleras.

- ¡Hala!, es alucinante - dije con una sonrisa tonta.

- Me alegro de que te guste nuestro hogar. Por cierto, he sido una maleducada, mi nombre es Eris Madreselva, aunque todos me llaman Abuela o, simplemente, Eris. - dijo con una amable sonrisa.

- Encantado de conocerla. -dije sonriéndole. - Yo soy Andrew.

- Mucho gusto Andrew. - dijo haciendo una leve reverencia.

- Disculpe mis modales, pero, ¿dónde estoy exactamente?

- Te encuentras en Fresno, el bosque más antiguo y oculto en las proximidades de Forks. Aquí vivimos en contacto con la Madre Naturaleza. Aunque también disponemos de algunos recursos modernos, claro.

- ¿Y cómo he podido llegar hasta un sitio "oculto"? - dije desconcertado.

- Ja, ja, ja. Muy fácil querido. Devon te trajo aquí.

- ¿Devon?

- Sí, ¿no lo conoces? - dijo mientras me miraba extrañada.

- Sí, sí. Pero no sabía nada de esto.

Tampoco es que me hubiera dado demasiado tiempo a hablar con él. Ya sabía yo que no me dejarían tener una vida tranquila...

- Claro que no, querido. Los que aquí habitamos lo mantenemos en secreto. Solo salimos para las cosas realmente necesarias. Como conseguir comida en época de escasez de cosechas o para que las muchachas y los muchachos se formen académicamente. Y, claro, también salimos cuando hemos de defender nuestra área de otros seres.

- Que extraño... - era todo muy raro y no estaba entendiendo demasiado lo que estaba pasando. - ¿Puedo ver a Devon?

- Claro que sí, acompáñame. - empezó a andar - Espero que no te den miedo las alturas, ja, ja, ja.

Empezó a acercase al inmenso tronco de un árbol donde había una gran escalera y empezó a subir. Yo la seguía con cautela y tratando de no mirar hacia abajo. Cada vez estábamos más alto y me costaba no mirar a cuanto estábamos del suelo, por más miedo que me pudiera dar.

Pero, cuando ella ya había salido por el hueco de las escaleras y yo ya estaba a punto de alcanzarlo, no se me ocurrió nada mejor que mirar hacia abajo. Había diez metros, como mínimo, hasta el suelo. Y, como el karma me quería mucho, justo en ese momento se rompió el escalón donde estaba apoyando mis pies, dejándome solo cogido a las escaleras con las manos.

Poco a poco mis dedos iban desenganchándose de la escalera por el sudor. Por más que gritaba, nadie hacía nada, ni siquiera esa señora, Eris. Me sentía solo, a pesar de estar rodeado de tanta gente. ¿Por qué nadie hace nada por ayudarme?

Eso fue lo último que pensé justo antes de notar como mis últimos dedos se desprendían de aquel escalón de madera. Empecé a notar el aire a mi alrededor, tratando de frenar mi caída sin éxito alguno. Llegados a este punto, sentía mi muerte cada vez más cerca. Por suerte o desgracia, moriría joven y de una forma un tanto patética.

Pero, cuando pensaba que iba a caer contra el suelo que acabaría con mi vida, algo me agarró ferozmente en el aire para, posteriormente, situarme con delicadeza en el suelo.

Era él.

Devon.

O debía de serlo.

El hermano de Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora