Antes de nosotros

Capítulo tres

―Espera―dice una voz detrás de mí. Lo miro.―, ¿te morías por besarlo?

Asiento.

―Lo quería mucho. Y era una niña. Nunca había tenido un novio. Y, sí, quería besarlo.

― ¿Pero no lo odiabas?

Frunzo el ceño.

―No para el tiempo que lo amaba.

―Interesante.

Comienzo a pasar las páginas para buscar una que valga la pena leer. Todas hablan de cosas sobre la escuela, mis amigas y maestros feos. Hasta que escucho un llanto. Saco la vista del diario y mi marido enciende la lámpara. Se acurruca más mientras se pone los espejuelos.

― ¿Vas tú o voy yo?―le pregunto.

―Ve tú.

Yo chillo.

―No... Ve tú.

Bato mis pestañas para dar un aspecto dulce. Él arruga la nariz y niega con la cabeza.

―No, cariño. Yo lo atendí la última vez.

Bufo y me levanto de la cama a regañadientes. Camino por los pasillos oscuros hasta llegar a la habitación del bebé. El cuarto está levemente alumbrado por una lámpara. La cuna está pegada a la pared del fondo. Me acerco y bajo la baranda. El bebé está desarropado, boca arriba y llorando. Sus manos gorditas están levantadas y pataletea. Las pequeñas lágrimas se resbalan por sus mejillas blancas. Lo tomo en mis manos y lo saco de allí.

Enciendo la luz y lo meso en mis brazos. Pero no para de llorar. Seco sus lagrimitas y le doy un beso en la frente. Él abre la boca. Saco la sábana de su cuna y apago la luz. Mi esposo está pasando las páginas de mi diario. Cuando entro y enciendo la luz, levanta la mirada. Cierro la puerta y camino de nuevo a la cama con el bebé en mis brazos.

Me siento de nuevo en mi parte de la cama y me preparo para amamantar el bebé. Mi esposo me ayuda a acomodar el bebé. Con la sábana lo arropo y lo acomodo en mis brazos. Para de llorar. Siento alivio.

―Encontré algo que quiero que leas―me dice.

―No puedo. Mamá está trabajando.

Se ríe.

―Bueno, pues lo voy a leer. ¿Te parece?

Sonrío.

―Seguro.

"4 de septiembre de 2015.

Querido diario:

Hoy conocí a un chico. Lo conocí en la escuela. Estábamos en una actividad y él bailó con su grupo. Nos tiramos una foto con él. Creo que fue lo más emocionante que hice en el día. Lo he visto en el pasillo. Lo vi hace mucho tiempo leyendo un libro. ¡Y eso es muy fascinante! No había conocido a nadie que leyera. Creí que Olivia y yo éramos las únicas que leíamos en la escuela.

Es raro. Es muy alto. Tiene los ojos muy grandes y en el derecho tiene un lunar. Además de que tiene el pelo rizado y negro. Es muy delgado. Y es el capitán del equipo de fútbol.

También me han dicho que es escritor, lo que es más divertido. Los escritores tienen una mente fabulosa. (Además de que es como yo). Me gustaría mucho hablarle, pero, la verdad, no me atrevo. Me da mucha vergüenza. No porque nunca le he hablado, sino porque es mayor que yo. Además es muy popular en la escuela. Es amigo de cualquiera. Le puedes preguntar a alguien al azar sobre él y lo conocen.

Bueno, excepto yo."

Lo miro, sonriendo. Claro que recuerdo ese día. Lo recuerdo como si fuera ayer.

― ¿Ese era yo?―me pregunta, sonriendo de medio lado.

―Sin lugar a dudas.