―Lo quería―musito.Por alguna razón, comienzo a llorar. Las lágrimas salen a caudales. Mi esposo me abraza fuertemente y susurra palabras llenas de calor a mi oído. Suspiro.
―Sé que lo querías.
Me enderezo y miro a mi esposo. Ya el Sol ha terminado de salir y los rayos se reflejan en los ojos claros de él. Bosteza.
―Cuando supe que se murió, pensé que yo iba a morir con él, ¿sabes?―Él frunce el ceño.― Fue algo muy repentino. Algo súbito. Abrupto.
Él asiente con la cabeza.
―No tienes por qué sentirte así, mi amor. Él ya está en un lugar mejor.
Niego con la cabeza.
―Este era su lugar―susurro, repitiendo las palabras que él usó hace más de once años―. Siempre amó pertenecer a este mundo.
― ¿Y por qué entonces hizo lo que hizo?
―Él no tuvo una vida fácil―digo, con un nudo en la garganta―. Cuando él dejó de ser algo para mí, supe que se había ido a vivir con una chica que era su mejor amiga. Ella le pintaba un cuento diferente. Y quedó embarazada―Niego con la cabeza y me seco las lágrimas.―. Hernie solo tenía diecisiete años; todo un niño. Y no tuvo más remedio. Dejó de ir a la escuela, no fue a la universidad y todas esas cosas horribles. Sus sueños se desmoronaron―Miro a mi esposo, que tiene el ceño fruncido nuevamente.―. Hernie tenía unos sueños brillantes. Quería ser doctor y abrir una clínica. Me lo decía todo el tiempo. Yo siempre le respondía que, cuando él abriera esa clínica, me enfermaría para ser su primera paciente―suelto una risa ahogada que me parte el alma―. Anhelaba poder cumplir sus deseos... Pero nunca pude. Y, ahora, se ha ido.
Abrazo la libreta y suspiro nuevamente.
― Tal vez si no me hubieras conocido a mí, hubieras podido arreglar las cosas con él―escucho la voz ronca a mi lado.
―No. Eso era irreparable.
―Pero él te enseñó muchas cosas que yo nunca podré.
Asiento. Lo miro. Sus ojos agotados están más vidriosos de lo normal. Le sonrío. Tomo su rostro en mis manos y lo miro directamente. Su respiración se mezcla con la mía y, por primera vez, me siento segura. Lo vuelvo a sentir todo. Siento como el Sol comienza a calentar nuestra habitación, como él huele a algún gel, como sus manos tocan mi pelo y como sus pensamientos son alborotados.
―Es cierto: Hernie me enseñó muchas cosas―susurro―. Me enseñó que amar es sinónimo de destruir. Y me enseñó que los mundos se destruyen; me mostró que él lo podía hacer con el mío―sonrío un poco y desocupo una mano para ponerla en su pecho, sobre su corazón―. Pero tú me llevaste de la mano por todo el espacio roto y me enseñaste a ver todo desde otro punto de vista. Me guiaste hasta la luz al final de la oscuridad. Me enseñaste que todo tiene solución. Y prometiste arreglarlo todo. Y lo hiciste―Se acerca un poco más a mí. Los ojos se me nublan.―. Lo arreglaste todo, mi amor, aunque ahora se haya vuelto a destruir. Y estoy segura de que después de esto, lo volverás a hacer.
Y, sin decir una sola palabra, me besa.
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Antes de nosotros
Novela Juvenil"Mami dice que paso mucho tiempo con él. Pero eso no es verdad. El tiempo no pasa cuando estoy con él." Alondra P. Rodríguez.