Capitulo 32

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Moviendo los dedos en el bolsillo izquierdo de Fox, Molly rozó algo tieso y

caliente.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó ella, sintiéndose tan sexy como solo Fox

podía hacerla sentir.

—Eso es para después. —Una promesa malvada—. Prueba con el otro bolsillo.

Molly logró meter los dedos en el interior a pesar de la forma en que la tela se

tensaba debido a su posición al estar sentado, y acarició terciopelo. Sacándolo, vio

que era una bolsita de una tienda de joyas de alta categoría que debía haber

guardado cuando ayer fue a conseguir los donuts.

—...sabrás que planeo mimarte. Déjame.

El recuerdo de sus palabras le rompió el corazón mientras consideraba lo que

significaba este regalo para Fox. Y esto no tenía nada que ver con el dinero.

—¿Vas a abrirlo? —Su cuerpo estaba ligeramente tenso, sus pestañas

entornadas velaban la expresión de sus ojos.

Podría decir palabrotas hasta que su cara se volviera azul, pensó Molly, pero a él

le tomaría tiempo aceptar que ella no necesitaba incentivos para quedarse. Hasta

entonces, nunca rechazaría un regalo, no importaba cuan excesivo fuera, nunca lo

heriría con lo que él interpretaría como un rechazo.

—Quiero que me lo enseñes —dijo ella, entregándole la bolsita.

Curvando los labios, él tiró del pequeño lazo dorado y vertió una cascada de

brillantes piedras preciosas en su palma antes de escoger uno de los pendientes y

ofrecérselo.

—No quiero que tengas agujeros vacios.

Consciente de estar manipulando miles de dólares, Molly lo tomó con sumo

cuidado y luego a su gemelo.

—¿Qué tal? —Se colocó el cabello detrás de las orejas para mostrar mejor las

joyas.

—Tú haces que sean hermosas. —Deslizando una mano bajo la camiseta y

tocando otra vez su piel desnuda, le acunó la parte posterior de la cabeza con laotra, y ella sonrió ante la manera en que esto siempre hacía revolotear mariposas en

su estómago—. ¿Quieres que te manosee?

Molly nunca se había dado el lote en un coche con un chico. Incluso la idea le

había dado náuseas después de que su padre fuera pillado en su sedán de lujo con

su amante menor de edad.

—Puedo volverme loca —le advirtió, porque aunque se sentía bien ahora, el

pasado tenía maneras de lanzar dentelladas cuando menos se esperaba.

Fox no pidió explicaciones; su expresión le dijo que lo entendía.

—Puedo manejar a una loca. Especialmente si me dejas llegar a tercera base.

Empañaron las ventanillas, casi fueron arrestados por la policía y no se volvieron

locos. Fue el mejor día de su vida.

Rock kiss 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora