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He llamado a Alma y he atado los cabos necesarios para que me den el día libre en el hospital.

Ahora Raúl y yo seguimos en el Volvo al coche fúnebre que sale del tanatorio. He tenido también la precaución de tomarme la medicación al mismo tiempo que el café que nos hemos bebido de un trago en cuanto han abierto la cafetería.

—¿Cómo estás? —le pregunto casi en un susurro.

Me mira de soslayo y esboza una sonrisa amarga. Después gira el volante e introduce el coche en el aparcamiento del cementerio. Aparca sin maniobrar apenas y entonces me mira. Tiene los ojos hinchados y rojos. Sus ojeras dejan en ridículo a las mías. Pero aún así está guapo. Estiro el brazo y le acaricio un mechón de pelo. Él aprovecha y me besa la muñeca. No dice nada antes de bajarse del coche.

El resto del día sucede inevitablemente. Como en todos los entierros, se hace un silencio sepulcral en el momento apropiado. Han venido familiares de Mallorca y muchos amigos de Antonio. Raúl se deshace en saludos cordiales y procura seguir como puede las conversaciones que se le presentan. Y ya... Cuando todo ha terminado, volvemos al coche. Se sienta y deja caer su cara sobre el volante. Veo una pequeña lágrima deslizarse sobre su mejilla y en un vano intento por calmarlo acaricio su espalda con suavidad. Aunque lo cierto es que más vale llorar a tiempo que vivir consumiéndose por unas lágrimas a las que no se les permitió salir cuando era necesario.

—Me siento mal, Bea.

—Es lógico... Eres humano —digo con voz suave.

—Tengo la sensación de que no le hice el caso suficiente. Me siento culpable por no haber sido mejor hijo... —dice él.

Su tono de voz es la frustración personificada.

—No has hecho nada malo... —susurro.

Aunque sé que no conseguiré nada. Yo me sentí igual. Cuando pierdes a alguien que es importante para ti te sientes como si hubieses perdido una parte de tu cuerpo, que no sabes lo importante que es hasta que te falta y entonces te preguntas ¿por qué no lo valoré cuando tuve oportunidad?

Pero es humano. A todo el mundo le ocurre, supongo.

Me mira y me sonríe con ternura. Sus ojos están húmedos pero ya no llora. Arranca y me lleva a casa. Antes de bajarme del coche me da un beso y me acaricia el pelo.

—Te veré mañana —dice.

Pero esta vez no espera a que yo entre en el portal. Veo el coche alejarse y me preocupo. Cuando lo pierdo de vista me doy media vuelta y entro en el edificio. Es la una del medio día, Rocío está en la guarde y ha pasado una noche estupenda con mi madre. Llamo al ascensor. Y al fin estoy en casa. Abro la puerta. El sol, que se cuela por el gran ventanal del salón, llega hasta el pasillo creando un alegre juego de luces y sombras. Mi madre no está. Lo sé porque no veo su bolso, que habitualmente lo deja sobre el pequeño sofá que tenemos en la entrada. Además, reina ese silencio vacío que sólo se escucha cuando no hay nadie.

Camino hasta mi cuarto y me deshago de la ropa que llevo puesta. Después entro en el baño y abro el agua caliente de la ducha al máximo. Me dedico unos minutos a mí misma. Dejo que el agua relaje mis músculos y respiro el suave aroma a aceite de argán de mi gel de baño.

Cuando salgo, me envuelvo en mi albornoz blanco y le quito un poco de humedad al pelo con una toalla. Supongo que ahora ya no veré a Raúl por las mañanas ni a medio día.

—Ya no tiene a nadie en el hospital a quien cuidar —digo en voz alta.

Me pongo un pantalón de chándal negro y una camiseta blanca ajustada. Dejo que mi pelo termine de secarse solo para no estropearlo demasiado con el calor del secador. Me paseo por la casa sin saber muy bien qué hacer. Mañana tengo guardia, así que debo aprovechar el tiempo. Primero me paso por el cuarto que le estamos preparando a Rocío. Miro el colchón desnudo y la almohada. Decido que es hora de estrenar las sábanas nuevas y el nórdico ligero que le hemos comprado. Me las apaño para enfundar a este último y después coloco entre el somier y el colchón el anclaje de una práctica barrera para que la pequeña no se caiga de la cama.

¿Cómo hubiese sido si...? /Cristina González 2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora