"Decisiones apresuradas".

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Sábado y domingo pasaron como un rayo de tormenta, lleno de lluvia, tristeza y frialdad.

Tan rápido que ninguno de los dos parisinos pudo ahogar sus penas del todo.

El lunes llego aún más rápido y triste, lleno de lagrimas secas y ojos ya no tan rojos por las penas.

Marinette corrió fuera de su casa, por Dios, ¡Otra vez tarde!

-¡Martinete! ¡Marinette! Apresúrate o no llegaremos a la primera hora!- le dijo tikki desde su pequeño bolso.

-Lo sé, Tikki- fue lo único que salió de los labios de la pelinegra. Su kwami le miró con tristeza, había estado así desde que volvieron de patrullar ese viernes.

Tikki suspiró y volvió dentro del bolso de su portadora.

Ya en el colegio, Marinette había llegado más tarde de lo habitual, con su típica excusa de "me quedé dormida" que Marinette intentó darle a la maestra quien le negó el paso al salón y empezó a discutir con la oji-azul.

El rubio miro la escena desde su asiento, donde no podía dejar de pensar en su Lady, si, cierto, ella lo había rechazado, si, la había herido (oh eso creía el), pero el no dejaba de amarla, bueno, eso según la conclusión que había llegado, en donde en más de un momento cruzo por su mente transformarse en Chat Noir e ir a buscar a su damisela para implorarle su perdón.

-¿Qué crees que le haya pasado a Marinette?- le susurró Nino a su lado, sacándolo de sus pensamientos.

-No lo sé- respondió encogiéndose de hombros.

-Marinette ha estado rara desde la semana pasada, al parecer, la rechazaron- dijo Nino sin darse cuenta de que se trataba ni más ni menos que su amigo Adrien.

-Ah...- no sabía que responder a eso, pero, sin duda, aquella pequeña punzada que sintió en el pecho, fue de culpa.

Marinette había perdido la pelea contra su maestra, quien, fastidiada, saco a Marinette de su clase.

Esta suspiro y salió del salón desganada.

Se apoyó en la pared del pasillo, con la vista clavada en la cancha de su escuela sin ver nada realmente y sin poder pensar en algo coherente.

En estos dos días sus pensamientos iban y venían de Adrien a Chat Noir, de un rubio de ojos verdes a otro rubio de ojos verdes... Llego a la conclusión de que los rubios de ojos verdes solo la hacían sacar lo peor de ella, de una u otra manera.

El sueño y el vacío en su pecho era lo único que reinaba en ella, y, le gustase o no, tendría que aprender a esconderlo si no quería que Alya, sus padres o Tikki se preocuparan por ella.

Ya tenía claro algo, para poder lograr su objetivo (olvidarse de su amor) tendría solo una oportunidad, solo una salida, y, aunque le pareciese demasiado cobarde, le resultaba convincente.

Después de todo, no siempre tienes la oportunidad de iniciar de cero como lo haría ella.

Pero, de igual manera, un rubio de ojos verdes pensaba igual, oh bueno, no tenía opción, su padre ya le había dictado que haría, y él no era nadie (o eso le recriminó su padre) para oponerse a la voluntad del Argest mayor.

¿Qué es lo que harían?

Fácil.

Tanto Marinette como Adrien...

Abandonarían su preciada París.

Y con ellos...

LadyBug...

Y Chat Noir.

Esta vez es para siempre «Miraculous Ladybug».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora