Confesiones

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La razón ya no lo acompañaba en esos momentos. El rubio guerrero estaba cumpliendo su fantasía secreta mientras sus hábiles manos se deslizaban por los muslos del pelinegro, sus suaves y a la vez firmes muslos. Se sintió desfallecer cuando un leve gemido brotó de los labios del hechicero que claramente comenzaba a disfrutar de aquel contacto.

Se deslizó con habilidad hasta su cuello, comenzando a besar con lujuria la blanca piel del cuello de Loki, mientras este comenzaba a enterrar sus delgados dedos en las rubias hebras ajenas, despeinándolas por completo en el acto.

Loki tampoco se quedaba atrás, pues su rodilla comenzó a rozar la erecta entrepierna ajena por encima de las ropas de su dueño. Lo estaba disfrutando como nunca antes. El rubio sabía lo que hacía, sus años como amante en los burdeles le estaban dando frutos... Los burdeles... Las damas asgardianas... Esos pensamientos llenaron su mente en unos instantes, sintiéndose un pedazo de carne para ser degustado.

Aquella sensación de alguna manera invadió de igual forma al rubio guerrero, quien casi al mismo tiempo de alejó del pelinegro, intentando controlar en vano su respiración. Eso no era lo que quería con Loki, no quería un simple revolcón con él. Lo amaba, y no sería como sus demás conquistas de una noche.

-Lo siento, yo... -Las palabras se quedaban en sus labios, reacias a salir de estos. Estaba nervioso, pero necesitaba explicar aquello de alguna manera.

-¿No es esto lo que quieres? -Cuestionó el hechicero mostrando su cuello lleno de las rosadas marcas que los labios del rubio habían dejado en este.

-No quiero que lo malinterpretes, Loki... No deseo tu cuerpo, no ...-

-¿A no? -Una sonrisa de sarcasmo salió de los labios del pelinegro mientras se cruzaba de brazos y observaba divertido al guerrero.

-No -Respondió con firmeza el rubio mientras se acercaba al hechicero para sujetarle del mentón y observarle con determinación. -Mi anhelo va mas allá de lo carnal, Loki, mi meta es otra -Agregó mientras besaba con suavidad los labios del hechicero, que aunque reacio ante esto, recibió el beso sin oposición alguna, sonrojándose levemente ante este.

-¿Planeas conquistarme con flores y chocolates? -Cuestionó divertido mientras se alejaba de los labios ajenos. -Eso no funciona conmigo...-

-Me ayudaría saber qué es lo que si funciona -Murmuró el rubio mientras intentaba aun contener sus ganas de devorarlo, pues aunque su mente comenzaba a retomar el control de su cuerpo, su entrepierna parecía no haberlo entendido aún.

-Perdería su valor si te lo digo... -Respondió el pelinegro alejándose del otro y dándole la espalda. -Por ahora creo que debes retirarte para atender tus asuntos personales -Finalizó sin verle, pero sabiendo perfectamente que él otro le entendería.

El guerrero tan solo sonrío por lo bajo, poco antes de darse la media vuelta y salir de la celda, restaurando el campo de energía y despidiéndose con una sonrisa de su amor platónico.

Cuando finalmente el dios pelinegro se halló solo, no pudo evitar soltar una blasfemia a la nada, pues de alguna manera había dejado escapar una grandiosa oportunidad de diversión aquella noche, pero algo le había impedido llevarla a cabo.

No se había sentido bien sabiendo que aquello simplemente sería una réplica de alguna de todas las demás veces en que el rubio había tenido sexo con alguna mujer. Él no quería eso, no quería sentirse vacío ni usado.... El solo pensamiento lo ahogó al instante. ¿Quería amor? ¿Rechazó el deseo carnal por algo que no entendía o por algo que no quería entender?

Se echó en la cama bastante agitado por lo que estaba comenzando a sentir. No era normal, no quería sentir, no quería eso.

-¿La hora de la siesta? -

A Broken God | Thorki, FandrokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora