Habían pasado seis meses sin que tocara mis debilidades. Y ahí estaba pensando en marcarte o escribirte, o si encender un cigarrillo o hacerme un café.
Y solté una carcajada, porque era irónico, malditamente irónico. Porque te conocí en la cafetería de la cual ya ni siquiera puedo pensar, porque estabas en el área de fumadores, y porque me pediste un cigarrillo.
Y tus manos estaban blancas, y me espanté, así que alcé mi vista y tus pómulos estaban rojos, y tus ojos eran cafes. Maldito café o maldito cafe. Ya ni sé.
Pero después, varios cafés después, me confesaste que te parecía llena de vida. Llena de amor.
Que te parecía salida de un cuento, y que te preguntabas si buscabas a alguien. Por mera casualidad apareciste.
¡Veme ahora! ¿Crees qué estoy llena de vida? Más bien de muerte.
Y es que pensar en ti me hace tanto daño, me provocas el peor insomnio, incluso que cualquier café.
Lamentablemente, los seis meses no han sido en vano, y estoy decidida a dejarte ir o a arrancarte de mi pecho pues tu ya te fuiste hace mucho tiempo.
Y así estoy, escribiéndote y tomando una taza de café bien cargada. Negro, como tu cabello y sin leche blanca, para que no me de miedo.
Pero mis dedos si están blancos, y apestan a nicotina. Y me gusta.
Regresaré a mis vicios de antes, y cuando me veas, de nuevo estaré llena de vida.
Que lastima que tu ya no seas vicio.

ESTÁS LEYENDO
Hogar.
PoetryTextos escritos a las tres de la mañana, no es la gran cosa. Alas rotas y pinturas en la basura. Ángel caído. Artista no reconocido.