Raíces.

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Yo no amo las flores ¿sabe?
Como regalo se me hacen cliché (¿porqué uso esta palabra?), pero también se me hacen asesinatos, no termino de encontrarle encanto al arrancar cosas para demostrarle cariño a otra persona.
Una de sus compañeras/amigas que ha estado inspirándome últimamente, me contó que buscará personas con raíces. Que me enamorara de hombres que tuvieran mí misma raíz, así juntos podríamos germinar cualquier lugar con el producto de nuestro amor. Convencida de esta loca y tonta teoría he estado por ahí, creciendo alrededor suyo, esperando a que note mis ojitos que lo siguen a todos lados. Pero no pasa.
No sé que carajo, como dice usted, salió mal en la "receta" pero, las raíces las hecho en mi corazón y ya no se quieren ir, o no quiero yo que se vayan, y me están ahogando. Pareciera que tienen vida propia y reconocen a su creador porque cada vez que lo veo, aquí, juntito al corazón y abarcando mis pulmones, brincan la fuerza de mil mares y de todos los vientos del mundo. no sé porque están tan enojadas conmigo pero estas raíces parecen querer asesinarme porque usted voltea a verme con sus ojos tan bonitos o me sonríe  sarcásticamente que,
¡vaya!, me asfixian con tal fuerza que hasta arcadas tengo.
Y ni mencionemos los encuentros furtivos por ahí, cuando se acerca a mí y toma mi libro o cuando nuestros dedos se rozan y usted sonríe, entonces no puedo hacer a mi cerebro pensar ni a mis pulmones respirar, solo lo veo así como la estúpida que soy y asiento.
La semana pasada me hizo un cumplido y le juro que aún pienso en ello, le hubiera contestado sí no hubiera sido por mi cobarde voz que justamente en ese momento no quiso salir. Porque hablo todo el maldito día y no sé guardar la prudencia para nada pero cuando realmente tengo que hablar se me entrecorta la voz y desaparecen mis cuerdas vocales, ha de creer que soy una idiota pero ¿qué puedo decirle? ¡Es culpa suya y de sus raíces! Tantas personas que podrían tenerlo y usted decide hecharlas donde solitas se van a morir porque nadie las va a regar. Porque usted nunca se va a dignar a verme ni mucho menos a amarme. Me duermo pensando que usted cree que soy bonita y permito a mi mente elaborar sueños sobre usted aunque sé que con trabajo recuerda mi nombre.
Anoche tuve una pesadilla y desperté llorando, obviamente soñé con usted. Estábamos en la iglesia, que imaginación la mía, y en medio evangelio estábamos hablando de sexo, porque somos unos puritanos, y me contó cómo no se atrevería a arrebatarme mi pureza, yo lo miraba como si viera a Dios y no le dije nada. Pero después me tomo la mano y me desperté. Y lloré.
Lloré porque el sueño era real, porque usted es incapaz de algo así, porque si no es usted no es nadie, porque no soy nadie tampoco.
Lloré porque recordé todo.
Desde la infantil cercanía que construí entorno a usted hasta la mortal obsesión que crece todos los días.
Y me pregunté qué se sentirá dormir todos los días al lado suyo y despertar igual, y me imagine ahí. Sin ninguna preocupación porque no importaba que cosas pasaran ahí iba a estar usted, al lado de mi. Pero no pasa ni pasara; la maldigo y la adoro, a ella me refiero, la maldigo porque quiero ser ella pero solo por el hecho de tenerlo porque para serle sincera no anhelo algo perfecto o duradero, quiero que usted arranque las raíces de la manera que sea así me deje sin pulmones, y eso no se puede hacer con el sagrado matrimonio. Y la adoro porque es la persona más cerca a usted, la que lo puede amar cualquier día y a cualquier hora. Me gustaría decirle que no lo dañe nunca porque su corazón no lo merece, porque usted es hermoso para mí y porque yo me destruiria a mí misma si algo le pasara. Ella lo debe de saber, debe saber el hermoso ser que tiene a su lado y quizás deba admirarlo y alimentar su espíritu y su corazón y su cuerpo. Debe alimentarlo con amor porque ustedes también tienen raíces, pero las riegan mutuamente, ella no está jodida como yo que no encuentro consolación para este amor, al contrario, ella puede absorberlo todo, cada bendita , o maldita, cosa que emane de su ser, todo es suyo. Me atrevo a afirmar que ella lo ama y que usted la adora. Y que yo, bueno, yo estoy muriéndome.

Sin nada más que decir, recuerdo que en nuestro libro, que estupidez, leí que escribimos de cosas que no entendemos o que entendemos demasiado que adquirimos la capacidad de fundirnos con ellas, yo escribí de usted.

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