Capítulo 3: En alquiler.

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—Shane.

A pesar de ser alguien a quién conocí de forma fugaz no pude evitar no demostrar mi interés por él, tenemos cosas en común y la verdad esperaba recibir un mensaje suyo en algún momento, no debí dejar esa tarjeta, probablemente lo he asustado.

Salvar la vida de ese chico me hizo reflexionar acerca de mi vida y lo que quiero, al principio me cuestioné por qué lo ayude, pero fue inevitable no recordar mis inicios en este mundo, las veces que me hicieron algo así... No podía dejarlo pasar por el mismo infortunio que yo.

Después de esa noche me prometí muchas cosas, entre ellas estaba dejar este trabajo, pero si soy sincero siempre volveré a lo mismo, necesito tanto el dinero que tengo miedo de perder mi único sustento. Uno nunca espera crecer sin padres, solitario, sin una mano amiga en la cual apoyarse, es difícil o al menos lo fue los primeros años, pero tenía que irme del orfanato, no tenía caso permanecer tanto tiempo ahí observando como los años se acumulaban y yo era cada vez una elección poco fiable para un futuro hijo.

Perdí el camino, lo sé, no puedo hacer nada, el último rayo de esperanza se desvaneció para mi hace mucho tiempo. He aprendido a sobrevivir en este salvaje mundo.

Reviso la hora en el reloj, las once y media, parece una fantasía el haber despertado; cambiaría todo por fingir que esta no es mi vida, atrapado en un departamento muy pequeño en uno de los peores lugares de la ciudad, el sol matinal se mete por los cristales, me siento en la cama con la cabeza confundida, estoy desorientado a pesar de no haber sido una noche pesada.

El teléfono en mis pantalones suena, busco en los bolsillos sin mucho éxito, lo encuentro guardado en un abrigo, balbuceo un poco al contestar no sé quién es o que debo decir, probablemente sea una propuesta de trabajo.

—¿Hola? — mi cuerpo no está del todo despierto, mis párpados duelen debido al cambio constante de luz solar.

—Hey, espero no interrumpirte, soy Élian, espero aún me recuerdes — por alguna razón una sonrisa se formo en mis labios, ¿qué podría necesitar de alguien como yo? Tal vez se ha equivocado de número— soy el chico que salvaste.

—Hey, ¿a qué debo tu llamada? — pregunto con dificultad.

—Esto es un tanto raro de preguntar, bueno, me dejaste tu tarjeta de trabajo — mi cuerpo se tensa ante la mención de esas palabras — mierda suena tan vergonzoso — un gran suspiro escapa de su boca — ¿podrías brindarme el servicio? La persona que tenía en mente está un poco indispuesta y no tengo a quién más recurrir.

—Oh; bueno yo, no lo sé, la verdad no la deje con esa intención, no tenía donde más anotar mi número — ¿debería sentirme ofendido?

—¡Oh!, yo, lo siento, pensé... olvida lo que te dije, lamento la molestia.

—Espera... ¿De qué se trata? — escucho su respiración a través de la línea, estoy tan nervioso y no comprendo por qué.

—Necesito un prometido falso por cuestiones familiares, es relativamente fácil el trabajo y no será por mucho tiempo.

—No veo porque no — le respondo con la voz que suelo usar para este tipo de cosas — ¿Dónde te veo?

—San Francisco — se me escapa el aire, no pensé que esto me obligaría a salir de la ciudad.

—Entiendo, revisaré la disponibilidad de vuelos y compraré un boleto para mañana — paso la mano por mi cabello, necesito que esto valga la pena.

—Te lo agradezco... puedes enviarme tu tarifario o lo que sea que utilices, avísame si cambias de opinión.

Los Chicos De Alquiler No Se EnamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora