—Élian.
El silencio entre los dos se hace presente, no hay tema de conversación, solo nuestras miradas tratando de descifrarse la una a la otra.
—Buenas noches Élian — me dice desde la puerta.
—Descansa Shane.
Me quedo solo en la habitación, tengo un dolor de cabeza que no parece disminuir, lo único que puedo pensar sobre toda esta situación es que mi motivación es demasiado tonta y frívola dando a entender que solo me importa el dinero; sigo molesto con mi madre, me cuesta creer que le haya afectado tanto... Al final sigo siendo la misma persona.
Me acuesto y me cubro con las sábanas, adoro el calor que me envuelve, quizás mañana mi madre me odié un poco menos.
...
La mañana siguiente es bastante perezosa en un suburbio de casas lento y bastante simple, mi padre ha ido al trabajo y el tonto de Eric sigue dormido sin embargo mi madre no está, ha decido que visitar a sus amigas es la mejor forma de pasar el día que conmigo.
El café humea cuando lo sirvo en una taza, me encanta el olor en especial por las mañanas, tomo ambas tazas y subo las escaleras, solo puedo ser amable con Shane en parte por la incómoda situación en la cocina, aunque no había forma de que yo pudiese conocer esa información.
—¿Hey, estás despierto? — pregunto desde el otro lado de la puerta.
Me percato que la puesta está entreabierta, la habitación esta ligeramente oscurecida por las cortinas aunque con la luz suficiente para poder moverme con tranquilidad, coloco ambas tazas en la mesita de noche, la sabana apenas alcanza a cubrir una parte de su cuerpo y el resto yace en el piso, su rostro tiene una expresión de serenidad, lo llamo un par de veces pero solo se voltea hacia el otro lado de la cama.
—Te he traído un poco de café, no dejes que se enfríe — susurro frente a su rostro y sus ojos se abren con lentitud — lamento haberte despertado.
—¿Qué hora es? — me pregunta con voz ronca.
—Las diez en punto, un poco tarde.
—Gracias por despertarme, usualmente me cuesta trabajo — se sienta en la cama, su cabello negro esta hecho un desastre que resulta tan adorable como un gato acicalándose.
—Tenía pensando dar una vuelta por el centro comercial, ¿te gustaría acompañarme?
—Desde luego, no lo tomes a mal pero no estaría cómodo en tu casa sin ti aquí.
—Bueno, podría decirse que esto es el inicio de una amistad ¿no crees?
—Supongo que sí, podría hacerte un descuento especial — me sonríe.
Me pongo ropa agradable, volver a San Francisco ha sido demasiado para mí en tan poco tiempo, recuerdo que vivir aquí era demasiado aburrido y en gran parte solitario a pesar de tener un par de amigos; nos reunimos en el pórtico.
—¿Sabes conducir? — le pregunto, luce demasiado atractivo con ese conjunto de ropa en tonos de negro y gris, solo se limita a negar con la cabeza.
—Podría intentar enseñarte — me da una sonrisa nerviosa — pero no hay que arriesgarnos, anda sube.
Los árboles se mueven rápido a través del camino a pesar de ser una ilusión óptica, los cristales reflejan la luz del sol matutino; no tardamos en llegar al centro comercial, el ruido de las conversaciones y la luz solar que se filtra le dan un poco de vida al lugar, Shane pierde mi rastro por momentos y me veo en la obligación de tomarlo de la mano cual niño pequeño. A medida que llegamos al final de la escalera puedo reconocer unas figuras en la distancia, de las cuales solo una me resulta agradable de volver a ver.
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Los Chicos De Alquiler No Se Enamoran
Teen FictionÉlian Revoly es la clase de idiota que se mete en muchos problemas por una mentira toda estúpida, y eso queda en claro cuando su mejor idea para solucionar un distanciamiento familiar es pidiéndole a un chico que apenas conoció que se haga pasar por...