Capítulo 2.

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Estaba sentada en la cama, mientras miraba por las grandes cristaleras que había en mi departamento. Meditaba, meditaba sobre muchas cosas que estaban a punto de pasar. No sabía por qué, pero tenía una mala sensación. Precisamente eso era lo que me había traído aquí, al templo Jedi. Llevaba sin pasar por este lugar más de siete años, y si había vuelto, no había sido por ansias de poder.

Tenía una vista con el Consejo a primera hora de la mañana, y aunque todavía faltaban un par de horas, no podía conciliar el sueño.
No sé exactamente qué querían de mí, pero no podía quejarme, fui yo misma la que decidió venir, nadie me obligó, al igual que nadie me impidió irme de la Orden.

Las horas pasaron lentas hasta el momento de vestirme y presentarme ante el Consejo. Decidí utilizar unos pantalones negros y un top de fibra en color azul celeste.
Empecé mi camino hacia la torre en la que el Consejo se reunía y esperé mi turno. Las puertas se abrieron y vi que Anakin se encontraba en el centro de la cámara.

–Maestros. –Alegué como saludo, dando un paso al frente. Me encontraba bajo la atenta mirada de los maestros, algunos conocidos otros aún desconocidos para mí.–

–De volver a verla me alegro, señorita Gienah. –Comentó el maestro Yoda.–

Yo asentí cordial y miré a Anakin de reojo, que estaba justo a mi lado. Notaba la dura mirada de Mace Windu clavada en mí.

–Hemos pedido su presencia aquí para pedirle su participación y explicarle una nueva misión. –Explicó Ki-Adi-Mundi mirándome.–

Si se dirigía a mí, es porque su intención era que yo participase en la misión, pero entonces ¿por qué se encontraba aquí Anakin en vez de estar dándole golpecitos a droides con un sable?

–La senadora de Naboo, Padme Amidala aterrizó ayer en Coruscant, pero tuvo un problema. Fue todo una trampa, su nave explotó en el momento exacto del aterrizaje. Afortunadamente, la senadora había sido prevenida del posible ataque y no se encontraba en su nave. –Aclaró Windu.–

–¿Quién fue? ¿Saben quién organizó el ataque? –Pregunté.–

–No, todavía se están llevando a cabo investigaciones. Aunque su misión será proteger a la senadora. –Nos explicó Windu.–

Ahora sí que no lo entiendo. ¿De verdad pretende que yo trabaje con Anakin? Esto va a ser divertido, muy divertido.

–Espere, maestro Windu. ¿Vamos a llevar a cabo esta misión juntos? –Interrumpió Anakin.–

–Sí.

–Eso no será necesario. Mi maestro y yo somos muy capaces de proteger a quien sea sin la ayuda de nadie. Hemos trabajado en cientos de misiones y todas han salido bien. Así que no entiendo el porqué de que ella tenga que trabajar con nosotros. –Estaba algo molesto.–

–Toda ayuda es bien recibida, Anakin. –Alegó calmado Obi-Wan, que se encontraba ocupando su sitio entre las sillas del Consejo.–

–No cuando la ayuda puede causar más problemas que soluciones. –Anakin elevó el tono.–

–Joven padawan, el Consejo considera que la señorita Gienah les será de gran utilidad en esta misión, así que no discuta más. Debe de tener en cuenta cuál es su lugar, y que debe acatar nuestras decisiones.

–Sí, maestro Windu. –Asintió Anakin, después de recibir una mirada asesina de su maestro.–

Todos salieron de la cámara del Consejo cuando terminó la reunión, pero el maestro Windu agarró mi brazo, y esperó a que todo el mundo hubiera salido para que nos quedáramos solos y hablarme.

–¿Qué haces aquí? –Me preguntó, pero no de forma agresiva, sino con preocupación.–

–No lo sé, maestro. –Le respondí sinceramente.–

–Llevas sin pisar el Templo desde que conseguiste convertirte en Dama Jedi, desde que pasaste las pruebas. Te fuiste sin avisar a nadie y no volví a saber nada de ti... Creía que confiabas en mí. Yo tenía fe en que volvieras en algún momento, creía que ibas a ser una gran Jedi.

–Confío en usted maestro. –Suspiré.– Probablemente no haya nadie en quien confíe más aquí... Ni en ningún otra parte de la galaxia, créame.

–Entonces, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Qué hiciste tú sola? Tan sólo eras una niña de catorce años cuando te fuiste. Y vuelves siete años después, sin avisar a nadie... Creí que estarías muerta... ¿Por qué?

–Simplemente hice lo que sentía...

–Ahora eres la Dama Gris...

–Lo sé, y es odioso. Parece algo malo.

–Todos creyeron que habrías seguido el Lado Oscuro... Pero yo sabía que no.

–Tenias razón. –Sonreí.– Nadie me conoce como tú. Por algo fuiste mi maestro, tú creíste en mí.

–Yo pensé que tú eras quien nosotros necesitábamos. La profecía...

–La profecía no estaba hecha para mí. –Le interrumpí.– Anakin es el Elegido, todos lo saben.

–¿Y tú estás de acuerdo?

–Es un cretino, pero quizás tenga madera. No lo sé, no lo conozco.

Y espero no tener que hacerlo.

–Pero al menos cuéntame por qué has vuelto...

–No sé qué decir... Simplemente el corazón me dijo que viniese.

–Eres Jedi. No nos guiamos por nuestros sentimientos.

–Creo que está bastante claro que no soy una Jedi...

–Sea como sea, me alegro de que estés aquí. –Dijo y por un segundo creo que lo vi sonreír.–

N/A: Espero que os guste la historia, sé que de momento hay muchas preguntas, pero se resolverán pronto! Si os gusta, votad y comentad, para mí es muy importante! Gracias por leer, vuestro votos me dan más ganas de seguir con esto 😝

Pd: Kaia en multimedia.

La Dama Gris | Anakin SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora