Capítulo 1.

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Me encontraba frente al Templo Jedi. El lugar se encontraba exactamente como lo recordaba, con sus altas torres rozando el cielo de Coruscant. En siete años, había habido pocos cambios en su decoración.

Me decidí a entrar, caminé lentamente por el hall principal, ante la atenta mirada de curiosos que me miraban deseosos de ver mi rostro, cubierto por una larga túnica con capucha. Sólo unos mechones de mi largo pelo asomaban bajo la sedosa tela gris.

Sigo caminando, aunque sin elegir un rumbo. Simplemente me dejo llevar. El interior tampoco es diferente a lo que recordaba, así que pasados unos minutos llegué a una sala de entrenamiento en la que no había nadie en esos momentos.

Me deshice de mi capa, quedando con unos pantalones elásticos granate y un top negro. Elegí algunas opciones de combate  y me armé con los dos sables de luz púrpura que poseía.

Cuatro droides de combate B2 aparecieron, cada uno desde una de las esquinas de la habitación.
Con hábiles movimientos esquivé sus disparos y comencé a atacar.
Terminé al cabo de veinte minutos, derrotando a un droide tras otro.

Limpié algunas gotas de sudor de mi frente y me recompuse, guardando las armas y volviendo a ponerme mi túnica. Al girarme hacia la puerta, me sorprendí. Había dos hombres, probablemente un Jedi y su padawan, observándome.
Uno de ellos, el más maduro, se atusaba el bigote y el más joven de ellos, simplemente mantenía una actitud neutral, sin prestarme demasiada atención.

–Te manejas bien. –Comentó el mayor.–

–Gracias... –Comenté con reservas.–

–Lo siento, no queríamos interrumpir.

–No se preocupe, ya había acabado. –Contesté.–

–Perdona, ¿te conozco? –Preguntó dudoso. Probablemente nos conociéramos en un tiempo pasado, pero ahora todo es diferente a como era entonces.–

–No, al menos no lo creo. Mi nombre es Kaia Gienah.

–Eres la Dama Gris... –Se sorprendió el padawan.–

–No respondo a ese nombre. –Repuse, y caminé, en un intento de salir de la sala.–

–Lo sentimos. –Se disculpó el maestro.– Yo soy el maestro Obi-Wan Kenobi, y él es Anakin Skywalker.

–Vaya, el Elegido. –Alegué con cierto tono de molestia.–

–Habíamos reservado la sala para un entrenamiento rápido. –Explicó Obi-Wan, intentando aligerar la tensión que se había creado entre Anakin y yo.– Pero puedes quedarte si quieres, mi padawan estaría encantado de batirse en un pequeño duelo amistoso. –Anakin sonrió con suficiencia.–

–No veo por qué no. –Asentí, aunque dudo mucho que amistoso sea la mejor palabra para definir aquello.–

Me separé de ambos y volví a quitarme la capa.

Anakin se colocó en el centro de la pista, armado, esperándome.

–Esto será rápido. –Rió.–

Encendí mis espadas láser y me coloqué frente a él.

Yo no moví ni un músculo, preferí ver cómo él atacaba.

Al cabo de un segundo, él levantó su sable y atacó. Primero por un lado y luego por otro, cosa que no fue difícil de esquivar. Repitió el mismo método y lo evité del mismo modo.
Ahora era mi turno. Me moví rápido, intentando romper su defensa, aunque no lo conseguí tan fácil como esperaba. Él esquivaba mis golpes, y seguía con la táctica agresiva. Me vi obligada a agacharme, para esquivar uno de sus golpes altos, aunque esto me dio una buena posición. Usé uno de mis sables como escudo, y empujé hacia arriba la espada de Anakin, que se acercaba hacia mi cuerpo. Di media vuelta, sin permitirle utilizar su mano armada debido a mi presión, solté el sable de la mano que no me mantenía separada de mi atacante y lo empujé usando la fuerza.
Él cayó al suelo, desarmado, me acerqué y le coloqué mi espada cerca del cuello.

–Creo que no puedes seguir. –Dije apagando el sable.–

–Si tú lo dices... –Se levantó del suelo, y volvió junto a su maestro sacudiéndose la ropa.–

–Tengo asuntos que resolver. –Añadió el maestro Kenobi.– Ha sido una buena batalla, podéis seguir si os place. Anakin, nos veremos más tarde, ahora puedes hacer lo que quieras. Es todo un placer conocerla, Dama Gienah.

–El placer es mío. –Hice una pequeña reverencia.–

Hizo un movimiento con la mano para despedirse, y se marchó susurrando algunas palabras que no entendí.

–¿Qué haces aquí? –Preguntó Anakin, cuando su maestro se fue.–

–Eso no te importa.

–No te metas en mi camino. –Me susurró, mirándome con dureza.–

¿Su camino? ¿Qué se cree, que he venido aquí a quitarle su posición entre los Jedi? ¿Que intento ponerme en el lugar de el Elegido? Que le haya ganado un combate no quiere decir nada, nada de eso al menos. Si en algún momento de mi vida hubiese querido ser Jedi, lo hubiese sido, si he vuelto, no es para hacerme "famosa". Será el Elegido, pero es estúpido.

–Todo un placer conocerte, Skywalker. –Alegué con ironía.–

Salí de la sala de entrenamiento, no me interesaba pasar más tiempo junto a Anakin, no si iba a atacarme gratuitamente. No sabe quién soy, me llamó Dama Gris, por lo que entiendo que ha oído hablar de mí, aunque no tiene ni idea de cómo fue mi historia, ni por lo que he pasado. Él es el Elegido, y piensa que por eso puede hacer lo que quiera. No sé si aquí se lo permiten, pero a mí nadie me subestima.

La Dama Gris | Anakin SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora