Capítulo XI - Recording

593 43 12
                                    

No pude evitar corresponderle el beso, ya saben que amo el sabor a miel de sus exquisitos labios.

El beso fue lento, nuestras bocas se movían al compás de nuestras lenguas y encajaban perfectamente la una con la otra. Era un beso perfecto.

Pero empezó a pasar lo que me temía. El beso se fue tornando más rápido y apasionado. Creo que esto es mutua necesidad. Yo lo amo, como no tienen idea, y él, aunque no me ame, es hombre, punto.

Me fue arrastrando hasta el sofá, no sin antes cerrar la puerta detrás de él. Comenzó a besar mi cuello y lo mordió. Luego pasó su mano por debajo de mi camiseta y acarició lentamente mi espalda, provocando que me estremezca.

Estaba a punto de quitar la primera prenda cuado oímos que abrían la puerta. Nos separamos rápidamente. Nuestros corazones iban a mil por hora y nuestros rostros estaban más rojos que un tomate.

—¿Qué está pasando aquí? —Dijo Kenzie al notar la tensión. Ella era la que había entrado.

—N-nada... —Tartamudeaba— Michael ya se iba.

Mike se me quedó mirando. Tenía una mirada muy profunda. Su mirada tiene el poder de atraparte, paralizarte y envolverte en un segundo. Tiene el poder de contarte una historia sin siquiera usar gestos. Es una mirada profunda y penetrante.

Salió del departamento sin decir nada. No dijo nada en ningún momento.

Mackenzie estaba sin comprender nada.

Me senté en el sofá a ¿reflexionar? No lo sé, tenía que pensar en lo que acababa de pasar.

O sea, Michael y yo casi lo hacemos.... CASI. Una parte de mí lo deseaba, lo necesitaba, pero a la otra le gana el orgullo. No puedo dejar que me lastime de nuevo, tiene que entender que si no me demuestra que me ama de verdad, no puedo volver con él.

Mi cabeza es un desastre, no sé qué pensar ya.

—¿Me puedes explicar qué es lo que acaba de pasar? —Preguntó Mack.

—Nada...

—¿Nada? ¿En serio?

—Sí, Mackenzie, nada... No pasó nada ¿okay? Deja de hacer preguntas —Me fui casi llorando a la habitación.

A los pocos minutos Paris empezó a llorar.

La cogí en brazos e intenté calmarla. Parece que tiene hambre.

—Ay, princesa... Yo no entiendo a tu papá... Casi tienes otro hermanito —Reí por eso—. Preciosa, te contaré una historia. Había una vez, una chica de Chicago que tenía un sueño; quería ser una cantante de pop. Un día, corrió con la suerte de encontrarse al Rey del Pop en la calle. Fueron muy buenos amigos, hasta que se enamoraron. Su amor fue muy fuerte, nadie fue capaz de separarlos. Hasta que llegó el día en que ella tuvo la oportunidad de cumplir su sueño, pero él se lo tomó a mal... Michael dejó embarazada a la chica y la abandonó sin saber sobre su hijo. Ahora la chica vive con su pequeña princesita en un departamento con sus tres mejores amigas. Pero ella no es feliz, necesita algo más, pero no es capaz de aceptarlo e ir en busca de la felicidad. Su orgullo, al parecer, es más fuerte que ella. No se permite ser feliz.

Las lágrimas empezaron a caer, ¿por qué somos tan idiotas?

—Oye, Paris, ¿te cuento un secreto? Me habría gustado hacerte un hermanito —Reí por el comentario que acababa de hacer—. Pero no se podrá. Al menos ahora no.

La bebé se volvió a quedar dormida y la abracé a mí.
—¿Te cuento otro secreto? —Susurré— Te amo.

No sé cómo pasó esto, no sé si fue un reflejo, o fueron ideas mías, pero mi hija acaba de sonreír. Lo digo en serio, acaba de sonreír. Y no tiene dientes, que ternurita. Que hermosa se ve, es tan tierna, ojalá Michael pudiera verla.

Mi Sueño, Mi Pesadilla: Solo ella y yo [Michael Jackson] {#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora