Capítulo XV - Jucio y compromiso

517 42 11
                                    

Habían manipulado todo lo que decíamos, nada de lo que salía ahí era cierto. Estoy bastante molesta.

—No, no, no, no, no... No puede ser, no puede ser... —Michael caminaba por toda la habitación, muy nervioso.

—¿Qué haremos?

—No estoy muy seguro, pero hay que demandarlos.

—Está bien.

Una hora y media después, Michael y yo fuimos a resolver esos asuntos. Pudimos demandarlos, perfecto.

Al salir del lugar, había un montón de paparazzis en la entrada. Los rumores se riegan muy rápido, más si eres una figura pública.

Empezaron a preguntarnos cosas sobre la entrevista, a las cuales, obviamente, respondimos que no eran ciertas.

—Esa entrevista es una completa mentira, manipularon todo lo que dijimos. No soy alcohólico, Chloe no trabajó de prostituta antes de venir a vivir conmigo, Y NO SOMOS TRAFICANTES DE DROGAS.

Sí, esas cosas fueron las que dijeron en la entrevista. No sé cómo lo hicieron, pero todo se veía muy real. No puedo creer esto.

Todo el mundo se puso histérico por la entrevista y por lo que habíamos dicho después. Éramos la noticia del momento. Habían paparazzis debajo del edificio donde estábamos viviendo. Tarde o temprano tendremos que volver a Neverland. Más que todo por seguridad, sobretodo para Paris.

Unos días después, cinco para ser exactos, llevaron el caso a la corte. Sí, exageramos mucho todo esto, lo sé, pero queremos tener grabado cuando digan que todo era una mentira, y eso sólo lo dirán frente a un juez.

Era trece de febrero a las ocho de la noche, teníamos que ir a jucio para aclarar las cosas. Incluso teníamos que llevar a Paris.

Como siempre, la prensa estaba al tanto de todo y nos costó un poco bajarnos del auto.

Todo fue marchando bien, estaba todo a nuestro favor, y los periodistas confesaron. Les condenaron a un año de cárcel, por falsificación de datos.

—Esperen un momento... ¿No es usted Robert McCartney? —Preguntó el juez.

—¿Qué? No... Para nada... —Dijo uno de los culpables con voz temblorosa.

—¿En serio?

El chico se puso aún más nervioso. No respondió. Salió corriendo.

—¡Atrapenlo! —Gritó el juez a los guardias de seguridad, los cuales siguieron sus órdenes y fueron tras el hombre.

Supuestamente, ese tal Robert McCartney es un traficante de drogas que llevan buscando desde hace mucho. Dicen que es un amo del disfraz, que puede maquillarse de tal manera que nadie lo reconozca. Pero ya los policías conocen su jueguito. Espero que lo atrapen.

A Michael y a mí, en cambio, nos dejaron salir de ahí, estábamos felices porque todo había salido bien.

Nos montamos en el coche, esta vez lo conducía Michael y no Bobby. Pensé que iríamos a casa, pero este no es el camino.

—¿A dónde estamos yendo?

—Ya lo verás.

Conozco esta ruta, es el camino para ir a Neverland. A saber qué estará tramando este hombre...

Cuando llegamos, Michael me miró y me dijo:

—Tápate los ojos con esto —Me dio una bufanda suya (Que por cierto, olía a él)— Por favor.

Eso hice sin protestar, sólo quería saber qué estaba pasando.

Michael me guío hasta adentro, y me dejó parada en el césped.

Mi Sueño, Mi Pesadilla: Solo ella y yo [Michael Jackson] {#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora