4. Un rostro conocido

75 1 1
                                    

-¿Donde estoy? Se preguntó Franz mientras abría los ojos.

Su visión era borrosa, pero poco a poco se aclaraba.

Lo primero que vió fue el techo de la habitación en la que se encontraba. Estaba muy desorientado. Parecía ser una habitación normal de una casa normal. Franz estaba acostado en una cama de madera y en la habitación había un ventilador, una mesa y un estante con una bolsa colgada que parecía ser suero, que estaba conectado a su brazo.

-¡Agg! Que dolor de cabeza. Se quejó mientras se sentaba en la cama.

Notó que tenía ropa diferente. Tenía una camiseta verde-grisácea y un pantalón de camuflaje.

-Pero qué diablos pasó. ¿Cómo es que llegué a este lugar? Estoy harto de todo esto, están pasando cosas muy extrañas. Dijo con un poco de ira.

-Deja de quejarte. Agrede e que aún sigues con vida. Eres un muchachito muy suertudo. Lo interrumpió un sujeto que iba entrando a la habitación.

-¿Quien eres tu? Le preguntó Franz.

-¿Cómo estás Franz? ¿Ya estás mejor? Le volvió preguntar ignorando su pregunta.

-Pues ya ves. Estoy en una cama, en un lugar extraño, con una bolsa conectada al brazo. Más bien responde tú mi pregunta. Le dijo en tono desafiante.

-Tranquilo amigo. Soy Richard Kernel. Soy el médico del equipo de recolección de esta zona. Le respondió.

Richard era un hombre joven, de unos 24 años. Era medio alto, caucásico y tenía el cabello rubio y una cicatriz en una mejilla. Él parecía ser buena persona y además conocía su nombre por alguna razón.

-¿Como sabes mi nombre? Le volvió a preguntar.

-Pues tu amiga no lo dijo. Ella te reconoció en la ciudad. Y déjame decirte que estás muy loco como para entrar a ese nido de radiación sin protección. ¿Qué te pasa por la cabeza amigo? Le reclamó.

-¿Amiga? ¿Cual amiga? Preguntó Franz.

-No entiendo nada. Mi cabeza va a estallar. Se quejó.

-No recuerdo como se llama. Desde aquella pelea con los demoledores no recuerdo bien las cosas. ¿O fue cuando me caí en el baño? Bueno el caso es que estoy corto de memoria. Le comentó Richard.

-¿Y dónde está ella ahora? Preguntó nuevamente

-Emm creo que salió con un pequeño grupo a conseguir más provisiones. Creo.

Franz aún no comprendía lo que decía. Richard hablaba de equipos, recolectores, demoledores, Franz estaba muy confundido. Además el hecho de que Richard le hablara como si lo conociera de mucho tiempo lo desconcertaba.

Hubo un silencio después de aquella pequeña charla. Franz se quedó allí sentado sin inmutarse. Sólo estaba allí perdido en su mente confundida.

Richard lo observaba detenidamente, como un león a su presa. Parecía devorarlo con la mirada.

-Oye que tanto piensas. Le preguntó.

Franz sólo lo miró y pensó.

-Supongo que Richard me ayudó, y además sabe mi nombre. Tendré que confiar en el. Por ahora, por lo menos hasta aclarar todo lo sucedido.

-¿Qué fue lo que me pasó? Le preguntó a Richard.

-¿Pues que crees? No puedes entrar a una zona contaminada con radiación sin la debida protección y salir de allí caminando por sí mismo. Le respondió.

-Sufriste un pequeño envenenamiento por la radiación, por suerte no fue nada grave. Y por suerte tu amiga nos dijo quién eres, o sino te hubiéramos dejado allí con los demoledores. Le explicó a Franz.

-¿Wow y todo eso lo causó una bomba? ¿Tanta destrucción? Pensó en voz alta Franz.

-¿Que? ¿Una sola? Eso fue el resultado de años de... ¡Atención!

Todo el personal de la base reunirse en el patio principal. Es una emergencia. Fue interrumpido por una alarma.

-Esto no es nada bueno. Dijo Richard.

-Ven acompáñame. Tenemos que ir al patio. Exclamó Richard.

Entonces le desconectó el suero del brazo y de un jalón lo sacó de la cama.

-Ya te pones en pie. Genial. Ahora pobre las botas que están bajo la cama y vamos.

Franz se puso las botas y salieron de la habitación. Salieron por un pasillo hacia un patio grande donde habían cerca de unas 20 personas.

El patio era el centro de aquella edificación de concreto macizo. Allí llegaban varios pasillos y arriba se veían algunas torretas de vigilancia.

Franz estaba allí entre la multitud cuando de repente alguien lo abrazó fuertemente por la espalda.

-Oh Franz me alegra tanto verte bien. Le dijo.

Franz se dio vuelta para ver quien era. Su ojos se abrieron de asombro. Ella lo miró fijamente y él sólo pudo balbucear.

-Jo-Jo... ¡¿JOHANNA?!

Franz. Cronicas Del FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora