Epílogo

4.6K 539 198
                                    

26 de marzo de 2016

El veinte de marzo por fin pudieron capturar a Cardona Guillermo, quien es acusado de siete asesinatos y haber drogado a un hombre inocente para luego sacarle un ojo. No hay muchas pruebas que indiquen que fue él quien cometió todos estos acontecimientos y solo hay un testigo vivo, Albino Álvaro, quien jura haberlo visto asesinando a su hija y a dos personas más.

Si Cardona pierde el juicio, irá a cadena perpetua, que significa que permanecerá en la cárcel hasta que la muerte vaya a por él.

Ahora mismo, se encuentran en pleno juicio, y Álvaro está declarando.

—Él mismo me ha confesado de que era el asesino. Lo hizo simplemente por cuestiones de venganza por algo que era insignificante y tranquilamente se podía dejar pasar.

—Señor— dijo de repente el abogado de Cardona—. ¿Puede usted decirme por qué dice que mi cliente estaba escapando cuando simplemente estaba tomándose unas vacaciones?

—Verdaderamente, no puede tomarse vacaciones por... ¿tres meses? Sí, tres meses cuando estamos en el medio de un caso muy importante. Además, yo no me tomaría vacaciones sabiendo que mi hijo está en peligro.

Su ex amigo lo miraba expectante con esos ojos que siempre había pensado que ocultaban algo, y ese algo era la verdad. Ya no le daba más igual que sea liberado, ahora quería justicia por su esposa, su hija y todas las demás personas que habían muerto. El intendente, murió de depresión hacia menos de un mes y su esposa no quería saber nada sobre el asunto.

Él solo quería justicia, y otra vez se encontraba solo. Julio Castillo también había muerto por un infarto repentino. Omar Sánchez se mudó a otro país, todo mientras no tenga que declarar.

Dejaron que vuelva a su asiento y esta vez llamaron a Guillermo.

— ¿Qué tiene para decir al respecto? — preguntó su abogado.

—La madre de mi esposa está muy enferma y ella me ha llamado para que vaya a recubrirla mientras que planeaba el... el funeral de mi pequeño hijo. En vez de estar custodiándome a mí, deberían de estar buscando al verdadero asesino— En ese momento, ya estaba llorando. La ira que había en el cuerpo de Albino era difícil de explicar.

— ¿Usted sabía sobre el secuestro repentino de la señora Rita Albino?

—No. Yo iba junto a mi amigo Álvaro, pero tuve que irme porque recordé que mi esposa me había llamado...

— ¡Mientes! — Lo interrumpió Albino—. Te fuiste para secuestrar a MÍ esposa.

—Señor Albino, guarde silencio...

— ¡NO! Quiero que se haga justicia, él es un asesino, un completo asesino. He visto como le disparaba a mi hija porque yo me negaba a hacerlo. ¡Él me obligaba a hacerlo, pero yo no quise y lo hizo él! ¿¡POR QUÉ NADIE VE QUE ES EL ASESINO!?

En ese mismo instante en que empezó a gritar, dos guardias de seguridad y un par de médicos irrumpieron en la sala y lo tomaron de los brazos para sacarlo de allí.

Ese mismo día, cuando el juicio terminó y le dieron la libertad a Cardona, quien había estado un par de días en la cárcel, Albino fue llamado para hacer un examen médico. Tuvo que charlar con un psicólogo, como lo había hecho desde que se retiró del trabajo. Lo sorprendió, al ver que la cara de su conocido psicólogo se transformaba en la de esa persona que tanto odiaba: Guillermo Cardona. Se abalanzó hacia el psicólogo y lo tomó del cuello gritándole insultos y amenazas.

Unos médicos, lo tomaron nuevamente de los brazos y lo inmovilizaron para poder inyectarle un tranquilizante. En ese momento, todo se volvió completamente oscuro.

Se despertó en un psiquiátrico, en una celda acolchonada. Esa tarde, habló con el director del edificio y le comunicó que debería de estar un par de semanas allí para comprobar si verdaderamente se había vuelto loco por el hecho de pensar que Cardona había matado a todas esas personas.

Albino siguió pensando toda su vida de que Guillermo había sido el culpable, y por eso el resto de su vida la pasó en ese psiquiátrico.


Crimen NavideñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora