Capítulo 4

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Lali

Aprobé el final. Por fin vacaciones. Puedo relajarme y tener tiempo para mí y para hacer lo que yo quiera. Sigo estando en mi departamento y voy seguido a visitar a mis padres, generamente los domingos voy a comer con ellos. Aprovecho cada momento con ellos. Gracias a mis padres yo tengo todo lo que necesito y puedo estudiar la carrera que me gusta.

Durante la semana, voy seguido a la casa de Mariano. Él vive solo. No exagero cuando digo que tiene una MANSIÓN. Es gigantesca, no puedo creer que todo eso sea para él solo. Desde el sótano hasta el ático y el patio, todo es inmenso. Tiene una piscina de en sueño, creo que por eso voy tanto. Solemos refrescarnos un poco, jugamos al volley, charlamos, tomamos mate. A veces invitamos a algunos amigos para pasar la tarde, pero generalmente la pasamos nosotros dos solos. Nos gusta pasarla así.

-Amo relajarme, amo bañarme en una piscina, amo las vacaciones, amo el verano -dije, mientras me tiraba a la sombra en el césped.

-Amás bañarte en mi piscina, caradura -dijo él, riendo y tirándose junto a mí.

-Correctou. Me vendría a vivir acá, ¿sabés?

-¿Sabés que no es mala idea? De paso me entretenés a mí con tus payasadas. Tengo un bufón personal viviendo conmigo.

-¿Quién dijo que te iba a hablar a vos? Me quedo a vivir acá para estar con la piscina, no con vos.

-Para estar con MI piscina. En fin, hablando en serio, ¿no te gustaría venirte unos días a casa? Viste que es inmensa, y toda para mi solo. Que embole. Tener a alguien más acá no me viene mal, más si es una payasa como vos, enana.

-Podría considerarlo. Lo voy a pensar y después te digo.

Mariano

No había cosa más linda que pasar las tardes de verano con mi mejor amiga. Relajados, charlando y reflexionando sobre la vida. Haciendo comentarios tontos y divirtiéndonos.

Me gustaba la idea de que Lali se quedara en casa unos días. Pasar tanto tiempo con ella ahora me hace extrañarla demasiado cuando no está, aunque no se lo digo nunca. Siento mucho cariño por ella, y siendo sincero, nunca había sentido un cariño así por una mujer.

Nos acostamos en el césped y charlamos. Después de un rato, nos quedamos mirando el cielo, en silencio.

...

Me desperté y estaba acostado en el césped abrazando a Lali. ¿Qué pasó? ¿Nos dormimos? Se ve que habían pasado varias horas, porque estaba anocheciendo. Estaba cómodo en mi posición actual, así que me quedé así un rato. Ella estaba profundamente dormida. Se veía muy tierna así, me hubiese gustado sacarle una foto. En ese momento me quedé mirándola. Su belleza era inmensa, era una chica muy, pero muy hermosa. Cada facción de su cuerpo, de su cara, era hermosa.

Un ronquido me sacó de mis pensamientos, esta chica roncaba fuerte. Me separé y la desperté.

-Lali.. Lala -le hablaba con voz normal, acercándome a su rostro- Enana, despertate, que ya se hace de noche. Debemos tener 845 picaduras de mosquitos, mejor nos vamos de acá. Espos, ¿Me escuchás? -empecé a sacudirla- ¡DESPERTATE CARAJO!

-¿QUÉ PASOOOU? -gritó ella, levantándose de golpe y tirándome para atrás.

-¡Mujer, tampoco para tanto! Tenés el sueño re pesado y roncás como morsa, no te podía despertar.

-Esa no es forma de despertar a alguien, tarado -dijo ella, mirándome con cara de asesina serial dormida, lo que dió ternura y miedo a la vez.

-Bueno, perdón. No me mates. Vamos adentro, que nos están comiendo vivos los mosquitos, dormimos como 5 horas y no comimos nada, me muero de hambre.

-Sí, yo también, vamos. ¿Qué tenés para ofrecerme?

-Vamos a encargar unas pizzas, ¿te va?

-Dale, dale.

Lali

Comimos unas pizzas y después fuimos a comprar helado. ¿Cómo es posible que nunca me aburra de estar con este hombre? Es tan divertido, tan bueno, tan lindo.. ¿Lindo? Linda persona, me parece. Nunca conocí a alguien como él. Es el mejor amigo que podía haber tenido. Él es mío, y no quiero que nadie más ocupe mi lugar. No quiero nunca que tenga otra amiga, no quiero que me cambie. Quiero que siempre seamos él y yo. No sé porqué estoy teniendo este pensamiento, es que simplemente amo que seamos nosotros dos, sin nadie más alrededor. No me gustaría que él pasara tiempo con otra chica.

Estábamos tomando helado, yo me serví todo de chocolate. El chocolate era mi debilidad, él sabía eso.

-Te manchaste con el helado, sucia -dijo él, riéndose de mí.

Yo me pasé la mano de forma bruta por la boca, pero al parecer no salió.

-No, sigue ahí. A ver, chiquita -dijo mientras se pasaba el dedo por la lengua y me limpiaba la mancha de chocolate que estaba justo debajo de mi labio.

En ese momento nos miramos a los ojos, de una forma extraña. Yo miraba esos hermosos ojos claros, que eran como dos faroles. Nos quedamos así como por un minuto. A todo esto, él nunca saco su dedo de mi labio.

-Eh. ya.. ya salió -dijo él después de un rato, apartando su mano de mi rostro.

-Gracias, viejo -dije sonriendo levemente.

-No, de nada. No seas tan chancha cuando comas, enana -dijo riendo Mariano.

-El chocolate es el chocolate, vos lo sabés -dije, riendo con él.

-Bueno.. Ya es bastante tarde, ¿no te querés quedar esta noche acá?

-Ya que insistes.. -dije sonriendo.

-No, digo, porque no tengo ganas de llevarte, sino por mí andate porque no me vas a dejar dormir esta noche con lo que roncás, se escucha en toda la casa.

-Ja-ja-ja, mirá quien habla Marianito. Vos te dormiste antes que yo hoy y roncabas que daba miedo.

-Ah.. -dijo, sonrojándose y riendo. Se veía lindo así, muy lindo.

-Jajaja, bueno, entonces me voy a dormir. ¿Me decís donde es mi habitación, querido?

-Venga por aquí, señorita -dijo, tomándome de la mano para que me pare, y llevándome hasta una habitación que se encontraba frente a la suya -cualquier cosa, no me llames porque quiero dormir.

-Dale, dale. Yo te llamo. Ah, ¿tenés algo que me pueda poner para dormir?

-Sí, ahí te traigo alguna ropa mía -dijo, yéndose hasta su habitación.

Trajo una remera que me iba a quedar gigante y un pantalón corto.

Gracias. Hasta mañana, viejo loco feo -dije, dandole un beso en la mejilla.

-Hasta mañana.. enana -dijo, mirándome un poco raro.

Entré a mi habitación, me cambié y me acosté, de nuevo, con una sonrisa en mi rostro.

La ruleta de la vida - MarialiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora