Capitulo 1

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¿Cómo conocí a Julian? eso es algo que definitivamente jamás podré olvidar.

Era invierno, las clases aún no comenzaban así que decidí que necesitaba más libros para poder sobrevivir; me dirigí a Pergamino -mi biblioteca favorita- llevaría a casa cuántos libros pudiera. Al bajar del colectivo descubrí el letrero "cerrado por inventario" y junto a el un chico hermoso, alto, delgado, con la piel casi transparente, cabello negro y rizado, tenía un tatuaje extraño en el antebrazo -con lo que me encantan los tatuajes -pensé. Me acerque a saludarlo, se veía que sufría igual que yo por aquel letrero. De cerca se veía aún más hermoso, sus ojos eran cafés pero a pesar de eso eran distintos, parecían rebuscar en el fondo de mi alma, y sus labios ¡dios! que labios.

-¡Hola! ¿También te rompió el corazón ese aviso, no es cierto? -pregunté tratando de ser amigable, no es que hablara regularmente con extraños pero un chico que va a la biblioteca puedo considerarlo ya mi amigo-.

-Por supuesto, necesitaba libros nuevos que leer, es mi biblioteca favorita, pero creo que este fin de semana no podrá ser -cuando hablaba sus labios se movían suaves-.

-Que sorpresa, igual es mi biblioteca favorita, no salgo de aquí, ay... en fin, creo que debería irme ya a casa, un placer conocerte...

-Julian, me llamo Julian, pero no te vayas, te invito a mi casa, podría mostrarte mi biblioteca personal y con gusto podrías tomar los libros que quieras.

-Amm, no estoy segura de que... Oh qué diablos, está bien, vamos -un segundo más tarde estaba totalmente arrepentida, que tal que es un violador o un secuestrador-.

Caminamos por un parque hermoso, a pesar de que no vivía lejos de la biblioteca nunca había notado aquel hermoso lugar, no hablamos durante un rato, hacía frío así que ambos llevábamos las capuchas de nuestras cazadoras por lo que no podíamos ver nuestros rostros, pero sentía cerca el calor de su cuerpo.

-Así que Pergamino es tu biblioteca favorita, conozco a la bibliotecaria, es mi tía. Cuando quieras podría cambiar tu credencial a categoría Master para que puedas llevar más libros a casa.

-Gracias Julian, pero no es necesario, en realidad llevo dos años ya con la categoría Master -dije con un poco de altanería, pocas personas consiguen la credencial Master, es una gran responsabilidad-.

-Que bien, a todo esto ¿cómo te llamas? -diciendo esto se paró frente a mí, bajo su capucha y pude contemplarlo completamente, hice exactamente lo mismo que él y baje de igual manera mi capucha-.

-Me llamo Emmili, pero dime Emmi -se acercó a mí e hizo a un lado un mechón de cabello que cubría un poco mi rostro.

-Tus ojos, son totalmente hermosos, nunca había estado frente a una chica que tuviera los ojos así.

-Gracias, simplemente son ojos -en realidad era una chica común, tenía la piel un poco clara, el cabello castaño y rizado, pecas sobre la nariz y unos hermoso ojos azules he de admitir-.

Caminamos un poco más y salimos del parque, nos paramos frente a una casa muy curiosa y bella a mi parecer: era de dos plantas, tenía rejas pequeñas al frente, había plantas por todos lados; en el patio habían un par de sillas tejidas y una mesa de café, todo tenía un aspecto antiguo pero era encantador-.

-Bueno, pues está es mi casa, hace un par de años que vivo aquí yo sólo, tuve que mudarme por la universidad, mis padres costean sólo mis gastos universitarios. Todo lo que yo decida gastar aquí lo cubro con la beca y sí necesito más, trabajo ocasionalmente en la biblioteca.

-Es un lugar hermoso, me encanta -y era en serio ese lugar era mágico. Mientras decía aquello abrí la reja y entre, el ambiente se sentía aún más fresco por las plantas y como sí se tratase de mi casa caminé hasta la puerta de entrada -qué lugar tan hermoso. ¿No vienes? digo, porque es tu casa y yo prácticamente ya estoy dentro -diciendo esto caminó hacia mí con una sonrisa que apenas se ledibujaba en el rostro-.

-Tienes razón, entremos. Si te gusto lo que hay afuera, lo que te enseñaré dentro te encantara -mientras decía lo último una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, me estaba coqueteando y me encantaba, lo acababa de cocer pero ya provocaba cosas en mí-.

Entramos a su casa y era perfecta, o al menos para mí lo era, había muchas ventanas y aunque el cielo estaba nublado la luz entraba por todas partes, había muchos cuadros sobre las paredes, una mesa pequeña y la cocina se veía al fondo, una puerta que daba al patio trasero. En la sala había un par de sillones que no hacían juego, un mesa de café con libros sobre ella y un estéreo, en un rincón las escaleras que daban al primer piso y una puerta más que daba al baño.

-Sí que tu casa es hermosa -dije mientras la recorría, la casa era algo vieja pero estaba todo limpio - ¿traes muchas chicas aquí? -acababa de hacer la pregunta y ya estaba totalmente arrepentida- bueno, hace no menos de una hora que nos conocimos y ya estoy aquí, supongo que es como una tradición.

-No, en realidad solo vienen mis amigos de la facultad, y tú eres la primera chica que entra y dice que mi casa es hermosa, la mayoría quieren cambiar el estilo maravilloso de mi hogar.

-Para mí es perfecta -al escuchar lo que dije me tomo de la mano, sentí electricidad por todo el cuerpo, me llevo hasta la sala de estar y nos sentamos a platicar, ahí descubrí que tenía veinte años y que estudiaba artes

-¿Y tú?, cuéntame lo básico que debería saber -se acercó aún más, casi podía oír las palpitaciones de su corazón-.

-Ya te dije me llamo Emmi, tengo diecisiete años pero cumpliré dieciocho la próxima semana, estoy en el ultimo año de preparatoria, me encanta ir a Pergamino, y amo con locura el café.

-¿Y tienes novio? -le respondí con un movimiento de cabeza y se acercó aún más a mi rosto. Hundió su mano en mi cabello y acarició lentamente mis mejillas y me beso, sentí sus labios fríos rozar los míos, no fue un beso tierno, había fuego entre los dos. Hundí mis manos en su cabello y aún besándolo mordí su labio inferior, pasó su lengua por mis labios, me estremecí, ¿qué demonios estaba habiendo?, no importaba, disfrute de un beso como nunca antes lo había hecho-.

-Creo que debo irme Julian, ya debería estar en mi casa, ha sido un rato bastante agradable -reí y no pude evitar morder mi labio inferior al recordar lo ocurrido-.

-¿No quieres ir arriba?, bueno te prometí libros y no me gustaría que te fueras con las manos vacías.

Tomé un par de libros de la mesa de café sin ver de qué eran, los guarde en la mochila, saqué un chocolate amargo de una bolsa pequeña, me acerque a él, lo bese en la mejilla y le ofrecí el chocolate -ten, son mis chocolates favoritos, cuando termine de leer los libros te los devuelvo. Ha sido un gran placer conocerte Julian- me di la vuelta y me detuvo del brazo sin lastimarme pero con la fuerza suficiente para que no me fuera-

-¿Eso significa que nos volveremos a ver?- su mirada reflejaba interés y cierto morbo pero no me asustaba, al contrario, me atraía-.

-Por supuesto -me solté del brazo y caminé hasta la entrada y no volteé. Cerré desde afuera la puerta, abrí mi mochila y saque los libros, un lápiz y anote en la primer página de uno de ellos mi número telefónico, los puse en el piso frente a la puerta y me marche-.

Realmente quería volver a verlo, pero también quería regresar a su casa, quería estar de nuevo a solas con él.

Entre Tus PiernasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora