Capítulo 5

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Daban las 6 de la tarde cuando llegó la pizza. Julian salió a recibirla en bóxers, se veía tan varonil, victorioso, como a quien le acaba de pasar algo muy bueno, y sí, todo el sexo fue delicioso, terminamos bañados en sudor, en mi caso hambrienta y deshidratada.

-Come Emmi, y bueno, ahora que ya controlamos a la fiera ¿podemos hablar? -me veía de una manera tan sensual, que de no haber tenido la boca llena me habría lanzado de nuevo sobre él-.

-¿Me consideras una fiera Juliancito?

-Pues detrás de tu carita de niña dulce y buena, está la chica a la que le gusta coger sobre la mesa del comedor de sus padres -se notaba que no esperaba que me le lanzará de pronto sobre él, pero igual parecía satisfecho y con un toque de agotamiento-.

-Está bien, dime, ¿qué quieres hablar? -decidí ceder un poco, necesitaba apartar de mi mente los pensamientos sexuales que llegaban a mi mente al verlo ahí, prácticamente desnudo-.

-Emmi, en realidad me gustas, sabes, pensé que hoy estarían tus padres, quería charlar con ellos, que supieran que me interesa verte y salir. No quiero meterte en problemas, pero para ser honesto, ya no se sí sea buena idea, creo te gustan los problemas -soltó una risita, era extraño escuchar a Julian hablar así, no pensé que quisiera hablar con mis papás, ni Luca lo había hecho, prácticamente crecí con él, mis padres lo conocían, pero Julian, llevaba poco tiempo de conocerlo y ya habíamos hecho tanto-.

-Que lindo de tu parte. -Le sonreí- Lo más seguro es que mis padres te advirtieran de mi, en serio -y era cierto, no solía ser muy estable en cuanto a estar con alguien, la prueba clara era Luca, mi madre sabe que con él fue mi primera vez, y a puesto que sabe de los polvos que en ocasiones tenemos, y también sabe que hay veces que no quiero ni saludarlo- como tú dijiste, detrás de mi carita de niña buena hay un monstruo.

-Emmi, creí que la que debía temer eras tú ahora creo que debería temerte, sabes preciosa, no te tengo miedo -me acariciaba las mejillas, me veía como si fuera un tesoro, yo me sentí feliz, no se de que manera exactamente, pero me hacia feliz-.

-Julian, te quiero- apenas lo había terminado de decir y se lanzó a besarme-.

-Este día  definitivamente está siendo perfecto -me abrazó y nos recostamos en el piso, empezaba a hacer frío. Le ofrecí un café y aceptó, pasamos a la cocina y mientras bebíamos el café platicábamos de banalidades. Por primera vez hablábamos y reíamos de tonterías, podría decirse que era una cita, aunque de manera contraria, comenzamos por el sexo, luego comimos y ahora nos reíamos de cosas tontas... Lo más cercano a algo alocado y lindo-.

-Emmi, quiero saber algo, te he visto en la biblioteca acompañada de un chico, tiene los ojos distintos -casi escupo el café cuando me di cuenta que hablaba de Luca, Julian me había visto con Luca, y ve a saber en que circunstancias, en más de un par de ocasiones nos besamos y manoseamos en los pasillos de la biblioteca-.

-Sí, es mi amigo, se llama Luca, tiene heterocromía, me gustan sus ojos -reí un poco nerviosa- es buen tipo.

-Creí que salías con él, los vi en una ocasión, ya sabes, besándose -¡mierda! nos había visto-.

-¿Ah sí? Pues ya sabes... sólo somos amigos. Mira en realidad, si han pasado cosas con él, pero hasta ahí. Amigos nada más.

-No tienes que darme detalles Emmi, de verdad, obviamente hubo alguien antes de mi, así como hubo alguien antes ti -wou, ya hablaba como sí fuéramos algo más. Sonreí- creo que ya es hora de irme -se levantó y caminó hasta la sala por su ropa, me levanté y lo alcancé-.

-Tranquilo, no tan deprisa -me paré frente a él, seguíamos semidesnudos y una corriente me atravesó el cuerpo al sentirlo tan cerca- se que no te quedarás aunque te lo pida, pero al menos podemos despedirnos como se debe ¿no? -me acerqué aún más y lo besé. Mi respiración comenzó a acelerarse, sus manos se empezaban a poner traviesas y eso me excitaba. Me cargó de modo que enrollaba las piernas en su cintura, colocó mi espalda en la pared y siguió besándome. Me apretó las nalgas y besó mi cuello, estaba totalmente húmeda, metí la mano en sus bóxers y comencé a tocarlo, le besaba y mordía las clavículas -nunca me voy a saciar de ti- me dijo mientras se ponía de rodillas, me quitó los bóxers y puso mi pierna en su hombro y comenzó a devorarme completamente, lo hacia fenomenal, lamía, mordía introducía sus dedos con tal ritmo que yo me sentía desmayar. Regresó a besarme y me quitó el sostén, besaba mis pechos, mordía mis pezones todo mientras seguía estimulándome con los dedos- ¡cógeme! -le dije, estaba tan excitada que lo necesita dentro, quería sentirlo mío. Detuvo sus dedos, acaricio mi cabello y mientras me besaba me penetro con tal fuerza que me volví loca. Jamás había experimentado tanto placer, sus embestidas eran segura y firmes, lo sentía entrar y salir de mi, se apoderaba de mi, y mi cuerpo se sentía dichoso-.

-¿Te gusta preciosa? -la pregunta sonó retadora, y ente gemidos asentí. Se detuvo. Caminamos hasta la sala, me colocó frente al respaldo de uno de ellos dándole la espalda a él, me tomó de las caderas, sentí su erección entre mis piernas y me hizo gemir -por favor Julian, no te detengas- no había terminado la oración y lo sentí dentro de mi aún con más fuerza, me jaló del cabello, y mi espalda se arqueó como nunca, me volteé para estar frente a él. Me senté en el respaldo del sillón y con la sonrisa más coqueta abrí las piernas invitándolo a continuar. Terminó todo con el mejor de los orgasmos. Agotados y victoriosos nos recostamos en el sillón, nos seguimos besando, y acariciando, me acerque más a él, y me ahogue en su pecho y su aroma.

-Te quiero Emmili- fue lo último que escuche antes de quedarme dormida.

Entre Tus PiernasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora