Capítulo 2

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De camino a casa me encontré con Luca –mi mejor amigo-, lo conocía de la infancia, tenía diecinueve años, alto, con musculatura, tenía heterocromía lo que hacía que su ojo izquierdo fuera azul y el derecho verde, sus ojos eran lo que más me atraían, eran distintos. Con él fue mi primera vez y tuvimos algunos rollos, me fascinaba como tocaba mi cuerpo, como metía lentamente la lengua en mi boca mientras me besaba. Lo saludé de lejos para que se acercara; en cuanto me vio corrió hacia mí, me tomo en sus brazos y me hizo girar, aparte de que él era fuerte mi menudo cuerpo también le ayudaba.

-¡Preciosa! ¿Cómo estás? No he sabido nada de ti desde que salimos de vacaciones.

-Bien ojitos, ya sabes lo de siempre...

-... estuviste en el Pergamino, no salías de El Café de la Serpiente, tu computadora se averió y bla bla bla, Emmi, se todos tus pretextos, todo de ti, ¿no crees que sería más sencillo simplemente decir que no tenías ganas de saber de nadie? –y sí que conocía prácticamente todo de mí. Llevaba un par de años intentado algo conmigo pero jamás cedí a algo formal, me gustaba como amigo y cuando se podía como amante, fue un acuerdo que hicimos la primera vez que sucedió, no tendría nada que ver nuestra amistad con los rollos que tuviéramos-.

Hablamos un poco mientras nos dirigíamos a El Café de la Serpiente, era un lugar maravilloso, había café, un área especial para lectores y tocaban Jazz en vivo, a excepción del área de lectura todo lo demás estaba iluminado con luces muy tenues y velas, era un lugar romántico y misterioso. Conversé con Luca como hacía mucho que no lo habíamos hecho, hablamos sobre lo nuevo en el cine y sobre lo triste que era la existencia cuando no hay que comer, que leer o con quien follar.

-¿Qué te parece si vamos a mi casa? Mi mamá se fue de vacaciones con la abuela y mi papá aprovecha para pasarla hasta tarde todos los viernes con sus amigos. Podríamos ver una película o drogarnos en la azotea mientras comemos dulces –mientras se lo proponía lo miré de la manera que yo sabía lo vuelve loco y acaricie su brazo izquierdo hasta llegar a su mejilla y luego enterrar mi mano en su cabello- ¿qué dices?

-Te odio Emmili, sabes que no puedo negarte nada si me miras de esa manera –acaricio mi cabello con la ternura y delicadeza que solo él sabe-.

Cuando llegamos no había nadie en casa, colgamos nuestros abrigos en el perchero, caminé por la sala de estar y llegué a la cocina, en el refrigerador había una nota "pide pizza si tienes hambre, llego a la una. Te quiere: Papá" regresé a la sala con Luca, sujeté mi cabello en una coleta y puse en el DVD Donny Darcko, nuestra película favorita. Luca preparo palomitas y sacó la última bolsa de chocolates amargos que quedaba; cuando terminó la película apenas daban las nueve con treinta, Luca vivía muy cerca de mi casa por lo que no había problema que se quedara hasta tarde o incluso a dormir. Decidimos que no queríamos ver más películas así que subimos a la azotea, saqué de mi escondite ultra secreto mi caja de cigarros, dos six de cerveza del frigo bar, pusimos los camastros en el lugar donde se viera mejor el cielo y comenzamos a beber y fumar.

Después de la quinta cerveza ya no me sentí yo, comencé a incitar a Luca, me levanté del camastro, me planté justo frente a él, desbotoné los primeros dos botones de mi blusa negra, solté mi cabello y regresé a mi camastro que ahora servía como un colchón; me acosté y le sonreí coquetamente, Luca se acercó a mí, me quitó los pantalones, se colocó entre mis piernas, estábamos frente a frente y lo besé, comencé arañar su espalda sobre la camisa y se la quité, hizo exactamente lo mismo y me despojo de la blusa y mi sostén –suspiré- comenzó a besar mis pechos, los recorrió con la lengua, comencé a buscar el zíper de sus pantalones, en cuanto se dio cuenta se detuvo y el mismo se los quitó al igual que sus boxers negros.

-Ven Luca, te necesito –se lo dije como implorándoselo, necesitaba sentir su cuerpo contra el mío.

Se acercó lentamente a mí y se inclinó un poco para bajar mis pantis, beso mis rodillas, mis piernas, mis muslos, paso la lengua por mi vientre, mi ombligo y me penetró. Sentirlo dentro de mí era fabuloso, me envestía con delicadeza pero de una manera maravillosa, arañé su espalda y jalé su cabello, justo en el momento en que más placer sentía en el cuerpo pensé en Julián ¿realmente me gustó tanto haberlo besado que pienso en él teniendo sexo con otro? seguro ya estaba loca.

Luca durmió conmigo, papá me aviso que no llegaría así que no había problema y yo... yo no podía sacar de mi cabeza la imagen de Julian, La manera que me besó y en sus bellos ojos cafés que parecía querer escarbar en lo profundo de mi alma.

-¿En qué piensas? –su pregunta me sorprendió, no podía decirle que en otro chico así que no die nada. Me abrazo con fuerza- Te quiero con el alma Emmi.

-Yo también Luca –lo abracé con más fuerza. intentaba dormir pero Julian no salía de mi mente, quizá jamás encontraría mi numero en aquel libro, en realidad lo que había hecho era estúpido, debí haber subido a su cuarto... en fin, tal vez algunas vez nos encontrábamos en la biblioteca, que fastidio no poder sacarlo de mi mente.– Sal de mi mente -dije soltando un suspiro ¿qué tal que otra chica dormía hoy entre sus brazos? ¡Qué más daba! eso no era asunto mío ¿o sí?-.

Entre Tus PiernasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora