Capítulo 9

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Después de dejar a Luca, fui a mi casa, y me encerré en mi recamara, no quería pensar en nada ¿y si Luca estaba en lo cierto? ¿y si jamás volvía verlo? no, estaba segura de que lo había entre Julian y yo era real, tal vez solo llevaba poco tiempo de conocerlo, pero había conexión entre él y yo; nos atraíamos sexualmente pero nos queríamos profundamente. Después de un rato en el las ideas inundaban mi cabeza me quede dormida, desperté a las nueve y treinta de la noche y baje a la concina por cereal.

-Mami, hola -me senté en las sillas del desayunador recargando la cabeza en la encimera-.

-Buenas noches dormilona, ¿quieres algo de cenar?

-Solo cereal, oye, sabes si...

-Lo siento querida -puso el plato con cereal en frente de mi- no ha llamado nadie, relájate, ya lo hará. por cierto, Luca estuvo aquí, le dije que estabas dormida pero insistió; me pidió que te dijera que lo siente. Emmili, ¿esta todo bien con Luca? ese muchacho te quiere, no deberías de ser tan dura con él, llevan años de conocerse, deberías darle una oportunidad-.

-Ma, de verdad, yo te agradezco que intercedas por él, pero que lleve tanto de conocerlo no significa nada, lo quiero, pero es todo... en fin, gracias por el cereal -me levanté, le di un beso en la mejilla y salí de la cocina- si llama y estoy dormida despiértame. Te quiero Ma -subí a mi habitación; no puse seguro; apagué las luces,  prendí una luz de noche y entre valentía y cobarbardia a eso de las dos de la mañana me decidí a llamar a Julian.

-¿Emmili?

-Julian, hola -suspiré- perdón que te llame tan de madrugada, ¿cómo estas? ¿está todo bien? -aunque estaba emocionada hablaba casi en susurro, como si no quisiera que nadie mas supiera de la llamada, que fuéramos solo él y yo.

-Yo, yo estoy bien Emmi, bueno... sí, estoy bien ahora que me llamas -su voz era seria, no sabia si era porque estábamos hablando por teléfono o porque realmente lo estaba.

-¿Interrumpo algo Jul?

-Para nada preciosa, al contrario, me has hecho demasiado bien, necesitaba escuchar tu voz, me hace bien ¿sabes?

-Sabes que podemos hablar cada vez que queramos.

-Sí. Por cierto, lamento no haberte llamado antes, he estado ocupado con algunas cosas aquí en casa, espero que esto acabe pronto -suspiró y soltó una risa nerviosa- cuéntame algo ¿sí?

-¿Qué quieres que te cuente? -la emoción que sentía al escuchar su voz era inmensa-.

-Lo que sea preciosa; cómo has estado estos días, qué has hecho... solo quiero escuchar tú voz -le conté que lo extrañaba como nunca y como a nadie...-.

-Tengo pensado entrar a natación ¿sabes? o a repostería, o clases de box -me reí- no importa -volví a reír- lo que sea para que no extrañarte tanto; ¡carajo Julian! Te extraño -hubo silencio por algunos minutos- ¿cuándo te volverás?

-Te prometo Emmi que estoy haciendo todo lo posible para regresar -suspiré-.

-De verdad ya quiero verte -lo escuché suspirar y lo hice yo también. Hubo un largo silencio- Bueno, creo que ya es hora de que duerma -suspiré- descansa Julian.

-Gracias por marcarme, me haces bien Emmi, te quiero.

-Te quiero -colgué y me quedé mirando el piso, escuchar su voz era lo más cercano a ser feliz que había sentido desde que se fue; no pude dormir hasta que dieron las cinco de la mañana. Desperté a las doce del día, tomé una ducha y bajé a desayunar.

-Buenos días señorita ¿desayunando a la una de la tarde? -estaba tomando café en la sala cuando mi papá entraba del cobertizo-

-Estoy tomando café, no pide dormir -lo escuché entrar a la cocina a lavarse las manos, regresó, se sentó a mi lado y me abrazó.

-He notado que  no has salido últimamente, no has traído libros nuevos y tampoco he visto que salgas con Luca o con el sobrino de la bibliotecaria ¿está todo bien?

-Yo, estoy bien. La biblioteca no abre aún, con respecto a Luca lo vi hace uno o dos días; en cuanto a Julian, él regreso a casa de sus padres por un asunto familiar, en una semana o menos estará de regreso. No tienes que preocuparte.

-Eres mi hija, es mi deber pecuparme -se puso de pie y subió las escaleras- tu mamá y yo saldremos en la noche, iremos a cenar a eso de las siete de la noche, puedes venir si quieres.

Después de desayunar me puse ropa para salir a correr, no es que fuera de las chicas que hacen mucho ejercicio pero tenia que encontrar en qué ocupar mi tiempo, necesitaba distraerme. Comencé por caminar al rededor del parque, pasé frente a la casa de Luca, tuve la intención de pasar a su casa e invitarlo a correr pero me detuve, seguía enojada con él, aunque claramente me enojaba porque tenia un poco de cierto todo lo que me había dicho. Corrí hasta la biblioteca, estaba abierta pero no quise pasar; seguí corriendo entre las calles de al rededor hasta que me di cuenta que estaba frente a la casa de Julian, las ventanas estaban abiertas sentí emoción al pensar que posiblemente era él que ya había vuelto; entré al patio, no había gran cambio excepto que ya no estaban más sillas tejidas, toqué a la puerta un par de veces hasta que una señora me abrió.

-¿Te puedo ayudar en algo? -la señora parecía amable, me asomé sobre su hombro y vi que los muebles estaban cubiertos por sábanas-.

-Hola, yo... ¿está Julian?

-¿Julian? Oh, claro. Yo le  rento la casa al joven Julian pero hace unos días término su contrato. No se si regresará pronto, yo solo vengo a revisar que la casa este en buen estado cada que se renueva el contrato.

-Oh, ya, bueno -reí nerviosa- esta bien, sabia que salio pero como vi la las ventanas abiertas pensé que había vuelto. En fin, gracias y disculpe.

-No te preocupes niña, si llega en estos dias yo le aviso que una niña de ojos bonitos lo vino a buscar.

-Soy Emmili pero no es necesario que le diga que vine. Buena tarde -salí de la casa y seguí corriendo. Al final y como todas las veces que hacía ejercicio acabé en El café de la Serpiente, pedí un moka helado y pastel de chocolate, El café de la Serpiente era de uno de esos lugares donde me sentía tranquila, entre café, ambiente íntimo y gente leyendo todo era perfecto.  Me quedé ahí hasta las seis y treinta de la tarde, había tomado un libro de la estantería que tenian ahí así que el tiempo se me había ido como agua. Pagué la cuenta y camión hasta casa. Estaba llegando a casa cuando encontré a Luca en la entrada de mi casa.

-¿Que haces aquí Luca?

-Antes de que me corras escúchame... antes que cualquier otra cosa, Emmi, somos amigos, nos conocemos desde niños. Tu papa me dijo que saliste a correr y ya me dijo que saldrá con tu mamá en unos minutos. Déjame acompañarte hoy como amigo, prometo no hacer ni decir nada sobre ti o Julian, ¿qué  dices? -Luca tenía razón, antes que cualquier otra cosa él y yo era los amigos-

-Sabes que no puedo estar enojada contigo eternamente ojitos -abrí la puerta y pasamos al recibidor- escoge películas y pide la pizza que tú invitarás -reí- dame treinta minutos en lo que me baño y me pongo el pijama ¿sí? no tardo -subí a mi cuarto, me bañé, me puse la pijama y baje para estar con Luca; vimos pelucas de terror, comimos pizza y reímos, jugamos cartas pedimos sushi y bebimos vino hasta embriagarnos.

-Emmi, sabes que te quiero ¿verdad?

-Hey, prometiste no hablar de eso.

-Prometí no hablar de Julian y tú, y yo estoy hablando de tú conmigo, dame una oportunidad Emmi -se acercó a mí rozando sus labios con míos, extrañaba tanto ese tipo de contacto, por un momento imaginé que era Julian el que me besaba.

-Espera Luca, esto no está bien - me separé y me puse de pie-  ya casi son las dos de la mañana, mis padres no deben de tardar en llegar y yo estoy muy cansada, hablamos mañana ¿sí?

-Emmi...

-No Luca, lo siento. De verdad hablamos mañana -se fue su casa, subí a mi habitación corriendo, necesitaba contarle a Julian, quería escuchar su voz, lo necesitaba; marqué un par de veces pero no respondió.

Entre Tus PiernasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora