Diluvio

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En esos instantes, Laura entró al departamento, sonriendo levemente al ver a su amiga. Sam respiró profundamente y le indicó que se acercara.
"Espero que hayas aprendido que el móvil durante las clases está prohibido." Laura cruzó sus brazos, conteniéndose para no volver a contestarla. "Para que no me odies tanto, sé que si te pongo un parte más te expulsarán una semana, así que voy a proponerte un trato. Si me haces un trabajo a fondo de los órganos vitales del cuerpo humano, no tendrás ese parte." Laura sonrió muy levemente.
"¿Solo eso?"
"Tendrás que hacerlo con los libros de la biblioteca del centro y sin ayuda de nadie, ni siquiera de tu amiga."
"Pero la biblioteca cierra a las 6 de la tarde... No tengo tiempo para ir a casa a comer."
"Pues tendrás que quedarte después de clases y hacerlo. Tienes de plazo una semana, además, ahora viene el fin de semana, más te vale aprovecharlo."
"¿Pero tú que te.." Miriam se levantó rápidamente y le puso una mano en la boca, para que no la contestara y evitar otra pelea.
"¡Lo hará perfecto!" Dijo mientras miraba de reojo a su amiga. La profesora soltó varias carcajadas.
"Más le vale, ahora, si no te importa, me gustaría hablar a solas con Miriam." Laura mordió un dedo a Miriam, para que le quitara la mano de la boca.
"Otro día quedaremos para comer." Le besó en la frente y se fue de allí. Miriam soltó un suspiro, había estado a punto de que la cosa fuera a peor.
"Ahora que no quedas hoy a comer con ella, sigue mi oferta de llevarte a casa."
"Te lo agradecería mucho, profesora." Sam la rodeó por la cintura, evitando así que huyera de ella.
"¿Quieres que te de una clase en privado del cuerpo humano?" Dijo con una voz seductora, aprovechando su debilidad.
"No es necesario, p-profesora." Miriam se apartó de ella, notando como su corazón latía con fuerza. Sam se puso delante suya y le lamió cerca de los labios.
"Tenias un poco de chocolate. Al acabar las clases ven aquí." Miriam respiró profundamente y salió de allí, viendo a su amiga en las taquillas.
"¡Esa maldita! Como si no tuviera suficiente con las clases que encima tengo que quedarme aquí más rato."
"¿Acaso no recuerdas la última vez que te pusieron un parte como se puso tu padre?" Laura soltó un suspiro, dándole la razón.
"Pero aún así.."
"Puedo ayudarte un poco sin que nadie se entere." Laura la abrazó con fuerza, sonriendo de oreja a oreja.
"¡Genial!" Sonó el timbre y todos volvieron corriendo a sus respectivas clases. Las dos se sentaron en sus pupitres y comenzaron de nuevo las clases.
Y cuando no parecía que fueran a acabar, sonó el timbre que indicaba que todos podían volver a sus casas.
"Y me tengo que quedar aquí todavía, que pesadilla."
"Cuando estés atascada en algo, dímelo." Se despidieron y Miriam fue al departamento, llamando a la puerta. La profesora abrió e hizo que entrara.
"Estoy acabando de rellenar algunos papeles, en cuanto acabe nos vamos." Miriam asintió con la cabeza y apoyó la espalda en la pared, esperando a que acabara. A los 10 minutos acabó y guardó sus cosas en su maletín, sacando después el paraguas. "¿Vamos, querida?" Ambas salieron de allí y cuando iban a salir del instituto, vieron que estaba cayendo un gran diluvio.
"Debemos de ir deprisa, con este tiempo no sé yo si el paraguas aguantará." Miriam cogió su brazo y pusieron rumbo a su casa, yendo lo más rápido posible. Pero durante el trayecto, tal y como predijo la profesora, el paraguas se rompió. Miriam cogió ahora su mano y la guió, corriendo, hacia su casa. Tras haber estado corriendo un buen rato, finalmente llegaron a casa, metiéndose las dos.
"Nos hemos mojada enteras." Dijo Miriam, con la respiración agitada.
"Ha sido divertido."
"Y el resfriado que tendremos mañana también. Dame tu ropa, así la podré secar."
"Tú lo que quieres es verme desnuda."
"¡Profesora Sam!"
"Es broma." Miriam se sonrojó levemente.
"El cuarto de baño está arriba, puedes darte un baño con agua caliente si quieres."
"Te lo agradezco mucho." Se quitó toda la ropa delante suya y antes de que fuera al cuarto de baño, se acercó a su oído. "Espero que me hagas compañía." Miriam se puso completamente roja y fue a tender la ropa de su profesora. Después fue al cuarto de su madre, sacando del armario un pijama, llevándolo después al cuarto de baño, sin mirar a su profesora. "¿Un pijama? ¿Acaso quieres que me quede a dormir aquí todo el fin de semana?"
"¡C-claro que no! Pero este pijama es muy calentito."
"Que considerada. ¿Te vas a meter conmigo? Esta bañera es muy grande para una sola persona."
"Cuando acabes tú me meteré yo."
"Hay que ahorrar agua." Cogió su mano y comenzó a besarla. "Te prometo que si te metes no te haré nada que no quieras, y no miraré. Tampoco quiero que te resfríes." Miriam soltó un suspiro.
"Voy a quitarme la ropa abajo, más te vale luego cumplir tu palabra." Fue al comedor, comenzando a quitarse la ropa y tendiéndola. Se cubrió su cuerpo con las manos y fue al cuarto de baño, encontrándose la bañera con jabón. "Cierra los ojos." Sam los cerró, teniendo una pequeña sonrisa en la cara. Miriam se metió y se puso en la otra punta de la bañera, cubriéndose el cuerpo con jabón.
"Espero que no nos pillen tus padres."
"Están de viaje de negocios, no va a venir nadie."
"Perfecto. Ya que vamos a pasar un buen rato juntas, creo que podríamos ir conociendo un poco más."
"¿Estás casada?"
"Que directa." Soltó varias carcajadas. "He tenido varias parejas, pero no, no estoy casada y no lo he estado. ¿Y tú? ¿Tienes a alguien especial?"
"No, estoy soltera y entera." Su profesora se acercó lentamente a ella, rodeándola con las piernas. Miriam apartó la mirada de ella, notando que se iba poniendo cada vez más nerviosa.
"Tranquila, te dije que no haría nada que no quisieses." Apoyo la frente contra la suya, cerrando los ojos.
"Deberíamos de salir del agua, y nos vamos a arrugar." Sam la rodeó con fuerza, impidiendo que haga cualquier movimiento. Cogió su barbilla con dos dedos, haciendo que la mirara a los ojos.
"¿A dónde crees que va esto, Miriam?"
"¿El qué?"
"Lo nuestro." Comenzó a acariciar su mejilla, viendo en la otra que le gustaba.
"N-no lo sé." La profesora comenzó a besar su cuello, viendo como se estremecía la otra del placer.
"Lo iremos descubriendo poco... A poco."

Enamorada de mi profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora